En el mayor escándalo reciente de la industria automovilística, el grupo Volkswagen trucó las emisiones de dióxido de nitrógeno de uno de sus motores diésel para pasar las inspecciones medioambientales. El dióxido de nitrógeno (NO2) es uno de los principales contaminantes emitidos por el tráfico y las ciudades tienen sistemas de medición de la calidad del aire, precisamente para asegurarse de que los niveles de NO2 y otros gases como el dióxido de azufre (SO2) o el ozono no superan niveles perjudiciales para la salud.
Basta una exposición de 30 minutos a un aire con más concentración de NO2 de la cuenta para empezar a notar efectos adversos, como inflamación de las vías respiratorias o un agravamiento del asma en ciudadanos que lo padezcan.
La Directiva 2008/50 de la Comisión Europea impone a las ciudades valores límite de NO2 que no deben superarse. Concretamente, no se debe sobrepasar una media anual de 40 microgramos por metro cúbico de aire. Sin embargo, Europa ha sancionado repetidamente a Madrid y Barcelona por rebasar estas cifras. En concreto, en 2010, primer año de obligado cumplimiento, ambas ciudades registraron 44 y 50 microgramos, respectivamente.
Para comprobar empíricamente el riesgo que sufren los habitantes de la capital, así como la efectividad de las medidas tomadas por los políticos en los últimos años, en EL ESPAÑOL hemos analizado los registros desde 2003 hasta 2015 de estas estaciones de medición. Las cifras fueron obtenidas en el Portal de Datos Abiertos del Ayuntamiento de Madrid.
En el siguiente gráfico podemos comprobar cómo se está produciendo un descenso paulatino de los niveles de NO2 en el aire, aunque aún muchas zonas de la capital siguen superando la media de 40 microgramos por metro cúbico. Los medidores seleccionados son los 13 que no han sido modificados entre 2003 y 2015.
La organización Ecologistas En Acción publica cada año un informe sobre la calidad del aire en España. Paco Segura, uno de sus autores, explica a EL ESPAÑOL este descenso por dos factores: "La crisis que comenzó en 2008 ha tenido un efecto importante; de hecho, se sabe que ha causado una reducción superior al 20% en el uso de combustible de automoción". "Por otro lado ha habido mejoras tecnológicas", añade Segura, "los vehículos en general son más eficientes". "Las emisiones se han controlado un poquito, pero no hasta el punto de cumplir la ley", apunta.
Los datos muestran también cómo muchas de estas estaciones han repuntado en los últimos dos años hasta registrar niveles de contaminación anteriores a la crisis económica. En particular, los medidores de las Escuelas Aguirre, en la confluencia de las calles Alcalá y O'Donnell, o de la Plaza de España superan por mucho el valor límite.
En algunos casos, la variación anual es significativa aunque, de acuerdo con Segura, "esos cambios no son raros porque dependen mucho de los regímenes de brisas o vientos dominantes". Es la tendencia lo que importa. "Por ejemplo, hay años en los que el Corredor del Henares registra alertas por ozono cada dos por tres; otros años cambian los vientos dominantes y los picos de contaminación se trasladan hacia Majadahonda o hacia Toledo. También influye la vegetación que haya alrededor, si han talado un árbol o si han ampliado una acera. Son cambios normales".
El truco de Ana Botella
Entre 2009 y 2010, el Ayuntamiento dio de baja 14 medidores de calidad del aire e instaló otros 11 en diferentes zonas de la ciudad. Sobre la anterior alcaldesa (por entonces concejala de Medio Ambiente) Ana Botella, pesaba la sospecha de que el motivo fuera reducir los registros de contaminación, algo que llegó a denunciar incluso Antonio Vercher, fiscal coordinador de Medio Ambiente.
Los datos analizados no dejan lugar a la especulación. Mientras los anteriores medidores, a la izquierda del siguiente gráfico, ofrecían medias anuales superiores al valor límite de NO2, los introducidos entre 2009 y 2010 por el Ayuntamiento (a la derecha) ayudan a bajar la media de gases contaminantes de Madrid.
Para el experto de Ecologistas en Acción, "la única forma de luchar contra la contaminación es reducir el tráfico". Las medidas tomadas por el Ayuntamiento en estos años, como la implantación de un Servicio de Estacionamiento Regulado (SER), "no han ayudado a reducir el tráfico, y el mensaje que se manda es que la medida es simplemente recaudatoria". "Hay cosas que sí son positivas, como las Áreas de Prioridad Residencial, que han desincentivado que la gente acuda en coche al centro", dice Segura.
A todos estos factores se une, por supuesto, el de los emisores de contaminación: los coches. "Si fueran ciertas las mejoras tecnológicas que se han ido incluyendo en los vehículos, tendríamos que haber visto una reducción muchísimo más drástica de los óxidos de nitrógeno, que son los que más problemas de salud dan en Madrid", dice Segura.
¿Por qué no ha ocurrido así? Entre otros factores, "por un fraude de los fabricantes, que llegaban a emitir a veces hasta 40 veces más de lo que prometían", concluye.