Recuerda que es pecado matar a un cerdolí
Este híbrido de cerdos vietnamitas y jabalíes se está adueñando de los montes españoles, causando daños a la naturaleza y pérdidas a los agricultores. ¿Por qué no podemos acabar con ellos?
25 noviembre, 2016 19:07Noticias relacionadas
Hace unos años, el actor George Clooney y su cerdo Max hicieron pensar a muchos españoles que tener uno de estos animales como mascota era una buena idea. Ahora, en España tenemos un problema con el cerdolí, un animal híbrido resultante del cruce entre cerdos vietnamitas y jabalíes ibéricos.
Observen este gráfico.
Representa las búsquedas en Google de los términos "cerdo vietnamita" y "cerdolí" en España desde hace unos años. Fíjense en que los dos momentos en que el cerdo vietnamita registró más interés fue en diciembre de 2012 y en enero de 2014. Piensen un momento en por qué alguien busca información sobre una especie exótica en esas fechas concretas del calendario y entenderán cómo comenzó este problema.
Miren también cómo la línea roja empieza a elevarse tímidamente en 2012. Una parte de esas búsquedas procedían, a buen seguro, del zoólogo Miguel Delibes Mateos, sobrino-nieto del célebre novelista y por entonces en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos de Ciudad Real. Como resumió en un artículo publicado en Quercus, él y su tío Adolfo Delibes comenzaron a usar Google para identificar casos de cerdos vietnamitas viviendo en libertad. Encontraron más de 40 en España, el primero en 2007.
Las búsquedas sirven también para tratar de determinar por dónde se ha producido la expansión del cerdolí en España.
Aunque no aparece en este mapa, en agosto de este año, Ceuta anunció en su boletín oficial la inclusión de estos cerdos híbridos en las vedas de caza para tratar de controlar un problema que se agrava por su particular situación de la ciudad autónoma: un animal que se reproduce rápido en un terreno reducido, rodeado a un lado por el mar y al otro por una valla fronteriza.
"En este circo soy el que echa de comer a los leones, el que vende las entradas en taquilla y hace los algodones de azúcar", se define José Antonio López Márquez, guarda de caza y presidente de la Sociedad de Cazadores de Ceuta, entidad que gestiona la única zona controlada de caza que hay en la ciudad autónoma.
En total, son unas 700 hectáreas. Antiguamente la zona estaba ocupada por la finca de José Serrano, que tenía allí algunos cerdos. En 1995, el gobierno decidió cerrar el perímetro fronterizo con Marruecos y algunos jabalíes macho, llegados desde el país alauita con la intención de cubrir a las cerdas de Serrano, se quedaron dentro. Hoy, según López, forman una colonia de más de doscientos ejemplares.
En los últimos años, a esta peliaguda circunstancia se han unido dos más: la llegada de los cerdos vietnamitas y los perros salvajes. "Se encontraron dos ejemplares de cerdos vietnamitas de gran tamaño en el acuartelamiento Duque de Alba, macho y hembra", explica López a EL ESPAÑOL. "También han aparecido en la pista de Mendicuti, tras un atropello de vehículo, y algunos más que han sido 'reducidos' por perros salvajes, y todos ellos eran ya híbridos".
De norte a sur
A 1.000 kilómetros de Ceuta, en Asturias, este inusual paquidermo también está presente desde hace años. "Va un poco más lento que en otros sitios, pero va avanzando", dice David Díaz, biólogo y miembro de Equo Asturias.
"Tengo casi 50 años y de joven salí muchísimo de monte por todo Asturias: nunca vi un jabalí, son huidizos y nocturnos", dice Díaz. "Con los cerdolís la cosa cambia, dado que al cerdo vietnamita lo suelta el ser humano, suelen aparecer cerca de fincas o huertos, no se asustan al ver al hombre".
Esta cercanía al ser humano y su facilidad para reproducirse, más aún que el jabalí, ha hecho que esta especie híbrida se haya extendido como la pólvora. Este año, incluso en ciudades grandes como Alicante, los habitantes han podido ver cerdolís campando a sus anchas por pleno casco urbano.
En Asturias, algunos agricultores, hartos de que los cerdolís causen daños a sus cultivos, han pedido que se les declare especie invasora para poder impulsar algún plan de erradicación, pero esto no es tan sencillo. Considerarlo una especie exótica es, según Delibes, un error bastante común: "Desde el punto de vista biológico se trata de la misma especie de cerdo/jabalí que ya había en España", explica por correo electrónico a este periódico. "Es como si el cruce de dos humanos de diferentes procedencias se catalogase como una nueva especie". De hecho, fueron los análisis genéticos realizados por los Delibes los que permiten considerar al cerdolí una raza nueva con respecto a sus progenitores.
Todo ello dentro de la denominación Sus scrofa domestica, nunca como nueva especie.
A día de hoy, ni el cerdo vietnamita ni el cerdolí figuran en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, aunque el comité científico del Ministerio de Medio Ambiente recomendó incluir al primero en 2014.
Demasiado rápido para la administración
Los cerdolines pueden llegar a pesar más de cien kilos, pero siguen siendo demasiado rápidos para la anquilosada administración. En Ceuta, las batidas -cacerías permitidas y controladas por la Consejería de Medio Ambiente- aún no han tenido lugar y los cazadores lamentan que no se cuente con el conocimiento específico que ellos aportan.
"Las batidas no son efectivas porque la administración te dice cuándo y cómo hacerlas, los puestos están ubicados con GPS y apenas puedes moverte de allí", dice López.
El último enfrentamiento fue solicitar aguardos nocturnos, esperas solitarias ideadas para acabar con ejemplares selectos de cerdolí, pero el SEPRONA se ha pronunciado negativamente. "Eliminando a los ejemplares mayores podemos ayudar a arreglar el problema de la cosanguineidad", dice López, ya que se considera que uno de los mayores problemas del cerdolí es que está acabando con la pureza del jabalí ibérico. "Se ha tenido en cuenta que estos lugares estuvieran lejos de carreteras, de zonas de paso o del perímetro fronterizo donde se producen los saltos de subsaharianos, pero han dicho que no igualmente aduciendo que podría haber peligro".
La otra baza, las batidas, tampoco parece muy sólida, y menos cuando los animales ya han empezado a aparearse. "Si se demoran más allá de la segunda quincena de febrero estaremos totalmente en contra de las batidas", dice el cazador, "porque aparecerán hembras preñadas y nosotros no queremos participar en este tipo de masacres, somos muy respetuosos con este tema".
EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto, infructuosamente, tanto con la Consejería de Medio Ambiente de Ceuta como con la empresa pública OBIMASA, que apoya a la administración local en este tipo de tareas ambientales.
La amenaza del cerdolí a la biodiversidad -flora y fauna- es tal que llega a poner de acuerdo a enemigos tan irreconciliables como cazadores y ecologistas. "Las medidas que hay que tomar chocan con la inoperancia de la administración", dice Díaz, "los pasos que dan son tan sumamente lentos que los problemas se engrandecen enormemente".
Lo único cierto es que, por unas cosas o por otras, el particular estatus del cerdolí le convierte en una laguna legal. Ni es una mascota, ni una especie cinegética. Ni se puede comer, ni se puede cazar. Su supervivencia está garantizada por la burocracia y porque, según diversos testimonios, el sabor de su carne -al contrario que la de sus progenitores- tampoco es ninguna maravilla.
Casi se le podía aplicar al cerdolí la famosa cita de la novela de Harper Lee: "Dispara a todos los grajos que quieras, si puedes acertarles, pero recuerda que es pecado matar a un ruiseñor".