Después de casi 24 horas de viaje, tras pasar todos los controles médicos de inmigración se encontró con una pancarta "Cecilia bienvenida, esta es tu casa"; estaba llegando al santuario Protección a los Grandes Primarios (GAP) en la provincia de São Paulo, en Brasil.
Cecilia no ha sabido leer la pancarta, a pesar de tener ya 20 años, pero es que Cecilia es un chimpancé. Tampoco tiene la menor idea de los 46 folios de sentencia judicial que la han traído hasta aquí. Los mismos que declaran que Cecilia no es un objeto, sino un sujeto de derecho, no humano, pero sujeto de derecho. Hasta ahora esa categoría la detentábamos únicamente las personas.
La chimpancé vivía en un zoo de Mendoza hasta que la Asociación de Funcionarios y Abogados por los Derechos de los Animales (Afada) se fijó en su situación; Cecilia estaba sola y muy triste desde que murieron sus compañeros de jaula Charly y Xuxa. Entonces iniciaron una batalla judicial de la que han salido victoriosos para trasladar a Cecilia al centro de primates brasileño donde pasará supuestamente feliz, el resto de sus días.
"Ha evolucionado muy bien, nos ha sorprendido para bien la curiosidad que ha mostrado. Desde que llegó se puso a inspeccionar cada rinconcito de su nuevo hogar, el dormitorio, la comida, las mantas que teníamos preparadas" declara a EL ESPAÑOL Miguel Ángel Veudano, coordinador adjunto del proyecto GAP.
En dicho dormitorio pasará un tiempo en observación antes de que los responsables del centro de primates decidan en qué área y con qué grupo de los 50 primates que ya viven en el centro deben integrar a Cecilia.
Pese a sus modales humildes, ella llega al centro con otro estatus, de hecho con más categoría que cualquiera de los animales con los que se pueda encontrar nunca. Ella es sujeto de derecho, porque hasta este lugar de Brasil a Cecilia le ha traído el habeas corpus, un procedimiento judicial que hasta ahora sólo había sido admitido a trámite para defender a seres humanos.
El habeas corpus es un procedimiento judicial que obliga a las autoridades a llevar a un detenido ante el juez en menos de 24 horas para garantizar sus derechos y evitar una detención ilegal. Fue el procedimiento que salvó a algunos, pero se quedó en papel mojado para las decenas de millares de personas que desaparecieron durante las dictaduras sudamericanas que se desarrollaron en las décadas de los 70 y los 80.
Maria Alejandra Mauricio, la jueza instructora del caso, quedó conmovida al constatar que la chimpancé, según reza la sentencia, estaba deprimida y en su jaula nunca daba el sol. "Se pudo observar la triste y penosa imagen de que en las paredes de la jaula, las que eran de cemento, existían dibujos de árboles y arbustos, intentando torpemente imitar el habitad natural del simio", se lee.
Ante esta situación, la jueza ha ordenado el traslado del primate de Argentina a Brasil, considerando que Cecilia no es un mero objeto que pertenece a alguien, sino que es "sujeto de derecho no humano", iniciando una línea de jurisprudencia respecto a los derechos animales desconocida hasta ahora.
"Si atendemos a su bienestar no será Cecilia quien estará en deuda con nosotros sino nosotros quienes deberemos agradecerle la oportunidad de crecer como colectividad y de sentirnos un poco más humanos", añade la juez.
Dentro de unos tres meses Cecilia se incorporará al funcionamiento habitual del centro de primates. Dejará de estar sola y compartirá espacio y comida con el resto de chimpancés. Los artífices del proceso judicial esperan que al pasar la soledad, pase la tristeza. Cecilia será un chimpancé normal y corriente.