Como cada año, el cielo de agosto se iluminará durante una semana con una lluvia de estrellas fugaces, conocidas comúnmente en España como Lágrimas de San Lorenzo o Perseidas.
Se trata, sin duda, de uno de los fenómenos estivales más esperados por los amantes de la astronomía. Y no es para menos, pues no sólo ofrece un espectáculo maravilloso a la vista, sino que también esconde tras de sí un gran número de sorpresas y detalles curiosos.
El origen mitológico de su nombre
Cuenta la leyenda griega que Perseo fue el fruto de una fugaz relación entre Zeus y la ninfa Danáe. La joven se encontraba recluida en una torre de bronce que ni siquiera podía ser atravesada por un dios. Por eso, con el fin de poder llegar hasta ella, Zeus decidió transformarse en una lluvia dorada y atravesar los barrotes de la cárcel de su amada.
Con el paso del tiempo, Perseo conoció la historia de la noche de su concepción y decidió enviar a la Tierra cada año una lluvia dorada, cuyo origen se observa precisamente en la constelación que lleva su nombre.
Provienen del cometa Swift-Tuttle
Por lo general, las lluvias de estrellas son el resultado de las partículas de hielo y polvo procedentes de la descongelación de un cometa, que arden al entrar en contacto con la atmósfera terrestre.
En el caso concreto de las Perseidas, su origen se encuentra en el 109P/Swift-Tuttle, un cometa que da una vuelta completa al Sol aproximadamente cada 133 años, dejando tras de sí una gran cantidad de restos que se topan anualmente con la Tierra durante el mes de agosto.
Su punto álgido
Cada año la lluvia de las Perseidas se da durante aproximadamente una semana, en torno al 10 de agosto. Sin embargo, su punto máximo, en el que se observa un mayor número de meteoros, no es siempre el mismo.
Concretamente, este 2017 dicho punto se sitúa en la madrugada del sábado 12 al domingo 13 de agosto, aunque la visualización de estrellas será mucho peor que la del año pasado, debido a la intensidad de la luz de la Luna. De todos modos, se calcula que se podrán ver hasta 50 meteoros por hora, más que suficientes para pasar una noche mágica buscándolos.
No es necesario ningún instrumento para poder verlas
Para ver la lluvia de Perseidas no es necesario utilizar prismáticos ni telescopios, simplemente basta con armarse de paciencia y mirar al cielo, que debe encontrarse lo más despejado posible.
Por ese motivo, se recomienda acudir a zonas altas y lejos de las luces y los edificios de la ciudad, para poder observar de un vistazo la mayor cantidad de cielo posible.
En cuanto al origen de la lluvia, se puede mirar hacia cualquier punto, pero se pueden ver con más probabilidad enfocando la vista a unos 40 grados de la constelación de Perseo, aproximadamente en la ubicación de las constelaciones de Tauro, Andrómeda o la Osa Mayor.
Una gran velocidad
Los meteoros cruzan el cielo a una velocidad de 60 kilómetros por segundo, por lo que es necesario prestar mucha atención para verlas. Según dice la tradición, si se pide un deseo en el momento de ver una estrella fugaz este se cumple, por lo que conviene estar muy atento para no perder la oportunidad.
No es la única lluvia de estrellas del verano
Aunque son las más conocidas, las Perseidas no son la única lluvia de estrellas que puede observarse durante los meses de verano. De hecho, sólo un par de semanas antes pueden verse las Delta Acuáridas, cuyo final solapa con el inicio de las Lágrimas de San Lorenzo.
En ese momento no habrá forma de diferenciarlas, aunque podrán distinguirse según su constelación de origen o radiante; que, como su propio nombre indica, será la de Acuario en el caso de las Acuáridas y la de Perseo en las Perseidas. De todos modos, lo importante es poder disfrutar del espectáculo que ofrecen estas lluvias de estrellas veraniegas. ¿Qué más da de qué constelación provengan?