Si te gusta la montaña, el senderismo o simplemente salir al campo, quizá en lo que menos piensas es en posibles peligros. Y con razón, porque la naturaleza española no nos da grandes sustos, pero tampoco es un lugar a prueba de riesgos en el que no pueda pasarnos nada si vamos totalmente desprevenidos.
Ahí fuera hay un montón de animales compitiendo para sobrevivir, y si nos cruzamos en su camino podemos salir malparados. A continuación repasamos las ocho especies que, en determinadas circunstancias, pueden suponer un peligro para el hombre.
Serpientes: cinco especies venenosas
En principio, ninguna serpiente autóctona española tiene una mordedura letal para el ser humano. Pero de las 13 especies que existen cinco son venenosas. Son las víboras áspid (Vipera aspis aspis), de Seoane (Vipera seoanei) y la hocicuda o de nariz chata (Vipera latastei). También dos tipos de culebras, la bastarda (Malpolon monspessulanus) y la culebra de Manto o de cogulla (Macroprotodon brevis).
Estas especies miden entre 50 centímetros y dos metros y medio. Aunque su veneno no sea mortal salvo en casos específicos, sí que requiere antídoto y tratamiento. Lo mejor es dejarlas en paz, porque se suelen alimentar de ratones, aves, insectos y reptiles, y no tienen ningún interés en cruzarse con las personas.
Arañas: ojo con la viuda negra
En España hay unas 1.700 especies de arañas y la mayoría son inofensivas, pero con Latrodectus tredecimguttatus habría que tener cierto cuidado. Se la llama viuda negra porque las hembras se comen a sus compañeros tras aparearse. En teoría una dosis alta de su veneno puede causar problemas graves a niños, ancianos o personas muy debilitadas. No suele producir muertes, pero sí fiebre y dolores intensos.
Sin embargo, es bastante raro que se produzcan picaduras, aunque no es descartable entre agricultores que recojan cosechas a mano. Su mayor presencia se registra en el Levante peninsular y las zonas de invernaderos de Almería. Existe alguna otra venenosa, como la araña de saco amarillo (Cheiracanthium punctorium), pero su picadura es mucho más leve.
Escorpiones: no levantes esa piedra
El peligro de los escorpiones es que por el día tienden a esconderse buscando la sombra, así que a veces si mueves una piedra se sienten atacados y pueden picar. En los peores casos, pueden provocar fiebre, vómitos, diarrea y calambres, así que lo mejor es acudir al médico.
El número de escorpiones autóctonos es escaso, pero el comercio internacional ha hecho que en los últimos años se hayan introducido nuevas especies procedentes de África, Asia y América, así que se estima que hoy en día hay al menos nueve de ellas.
La escolopendra: un ciempiés antipático
Entre los animales más curiosos que nos podemos encontrar están los miriápodos, que se caracterizan por tener multitud de pares de patas y que popularmente se engloban con el nombre de ciempiés, aunque son muy variados. Entre ellos, la escolopendra puede medir más de 20 centímetros, tiene 21 pares de patas y una picadura dolorosa.
Las especies españolas (Scolopendra morsitans, Scolopendra cingulata y Scutigera coleoptrata) son de las menos venenosas del mundo, sobre todo comparadas con sus parientes tropicales, pero eso no nos impedirá llevarnos un buen susto si nos pican y tenemos que soportar un fuerte dolor durante horas.
Abejas y avispas: mejor ni espantarlas
Salvo para las personas alérgicas, una picadura de abeja o de avispa no representa un gran peligro, pero se dan casos excepcionales. A principios de junio, un matrimonio de octogenarios salió al campo a recoger setas en San Bartolomé de Pinares (Ávila) y se encontró con una desagradable sorpresa: el ataque de un enjambre de abejas. A la mujer le llegaron a picar 2.000 por todo el cuerpo.
La Sociedad Española de Alergia e Inmunología Clínica (Seaic) recomienda no acercarse a panales de abejas ni a nidos de avispas. Si se te posa alguna, es mejor no tratar de matarla ni espantarla. Y tampoco conviene atraerlas, por ejemplo, partiendo fruta al aire libre.
El mosquito tigre: transmisor de enfermedades
Se detectó en España por primera vez a comienzos de este siglo y parece decidido a quedarse. El mosquito tigre (Aedes albopictus) se ha extendido por la costa mediterránea (y cada vez por más provincias) y el problema es que puede transmitir enfermedades como el dengue, la fiebre amarilla y el Zika. El calor y la humedad hacen que proliferen, así que los expertos aconsejan evitar las acumulaciones de agua.
El oso: raros incidentes
No es imposible que un oso te ataque, pero si sucede, es casi seguro que la culpa la tienes tú por haber cometido alguna imprudencia grave, según un estudio publicado en Scientific Reports en 2016. De hecho, en la península ibérica los investigadores sólo han podido registrar en los últimos 60 años 10 casos de ataques de osos pardos en la Cordillera Cantábrica y uno en los Pirineos.
En ninguno de los casos, sin embargo, se pudo considerar que hubiese un comportamiento depredador por parte de estos animales. Lo mismo ocurre con otros carnívoros, como el lobo, que a menudo se ensaña con el ganado pero que rehúye a los humanos.
Jabalíes: cada vez más y más agresivos
Más dudas ofrece el comportamiento de los jabalíes. La población de estos cerdos salvajes se está incrementando de forma tan espectacular que no es raro que invadan núcleos urbanos en busca de comida y, según un reciente estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona, su agresividad también va en aumento.