A principios de enero se dio a conocer la triste noticia de George El Solitario: un caracol hawaiano de la especie Achatinella apexfulva que falleció el día de Año Nuevo tras una década de búsqueda infructuosa de una compañera. George vivía en cautividad desde el año 2000 y era el último ejemplar de su especie.
Afortunadamente, el Museo de Historia Natural Alcide d’Orbigny de Bolivia ofreció el pasado 15 de enero una perspectiva más optimista respecto a la conservación animal. En concreto, se trata de la historia de Romeo, una rana endémica boliviana habitual en ríos, humedales y paisajes montañosos del país tropical.
La trayectoria científica de este ejemplar de Telmatobius yuracare es muy similar a la del caracol hawaiano. Desde comienzos del 2000, se había buscado sin éxito más ejemplares de esta rana acuática sin éxito aparente. Los científicos temían que Romeo fuese el último ejemplar de su especie, como ocurrió finalmente con el caso de George El Solitario.
Sin embargo, desde el museo de Alcide d’Orbigny y la ONG Global Wildlife Conservation decidieron redoblar sus esfuerzos para encontrar más ejemplares de Telmatobius yuracare. Tal y como explica Live Science, los científicos y voluntarios llegaron a crear un perfil en la red de contactos Match para dar publicidad a la causa de Romeo.
Los fondos recaudados permitieron organizar la primera expedición en una década para encontrar nuevos ejemplares de T. yuracare. Esta misión estaba conformada por cuatro integrantes: Sophia Barrón, encargada en el Centro K’ayra del museo (único centro en Bolivia destinado a la protección de anfibios) el veterinario Ricardo Zurita, el investigador Stéphane Knoll y la jefa del departamento de herpetología del museo, Teresa Camacho.
"Llevábamos todo el día buscando sin resultados, estábamos agotados". Así describe Camacho la jornada en la que encontraron los cinco ejemplares de rana, en una sección de los bosques nublados bolivianos. El equipo iba a volver al campamento base cuando decidieron rastrear un último arroyo que desembocaba río arriba en una cascada.
"Después de 15 minutos de búsqueda, a unos cuatro metros de distancia de la cascada, vi a una rana saltar a un estanque formado por la cascada (...) me metí dentro y conseguí atraparla. Cuando la saqué, vi un vientre naranja y de repente me di cuenta de que lo que tenía en mis manos era la rana acuática esperada", relata Camacho con entusiasmo.
El equipo consiguió capturar hasta cinco ejemplares de T. yuracare durante esa misma jornada: dos hembras y tres machos. Las ranas capturadas se encuentran en estos momentos en el Centro K’ayra del museo Alcide, en régimen de cuarentena.
Cuando estén recuperadas y reciban un tratamiento contra ciertas enfermedades, como la quitridiomicosis, pondrán a una de las hembras en contacto con el cautivo Romeo. Si el emparejamiento natural fracasase, los científicos recolectarán esperma de las ranas para tratar de fecundar sus huevos mediante la técnica in vitro.