La trampa de plantar un billón de árboles para acabar con el cambio climático
Un grupo de científicos considera que es mucho más importante detener la contaminación por combustibles fósiles y la deforestación.
5 febrero, 2020 03:04Noticias relacionadas
Las campañas de plantación de árboles para combatir la crisis climática están en auge. A ellas se suman tanto jóvenes YouTubers, como artistas o empresas multinacionales. También lo hizo el Foro Económico Mundial el pasado enero cuando anunció en Davos su plan para plantar y conservar un billón de árboles en todo el mundo. Una iniciativa que incluso abraza el presidente estadounidense Donald Trump.
Pero a medida que crecen los adeptos a los árboles como supuesta solución al cambio climático, se multiplican los científicos que señalan los efectos negativos que puede tener para la Tierra. También advierten de que la reforestación no puede sustituir la reducción de emisiones.
Esta medida tomó fuerza tras la publicación en 2019 de un artículo en la revista Science. La investigación señala que la solución más efectiva contra el calentamiento global es aumentar en un tercio las tierras forestales del mundo, con potencial para capturar dos tercios de las emisiones de carbono producidas por el hombre desde la revolución industrial. Pero el estudio fue criticado poco después por otro grupo de científicos.
Tras el entusiasmo generalizado por una solución a la crisis climática aparentemente tan sencilla, 46 científicos respondieron que plantar árboles donde antes no había puede traer otros problemas: dañar los ecosistemas, empeorar los incendios forestales e incluso aumentar el calentamiento global. Tampoco comparten la idea de plantar grandes extensiones de una sola especie para crear esencialmente "plantaciones de árboles" en lugar de bosques reales. El estudio criticado considera la opción de plantar árboles en sabanas y pastizales, lo que podría causar problemas a las especies locales.
Además, desde que se planta un bosque hasta que actúa como sumidero de dióxido de carbono tienen que pasar lustros o incluso décadas, y el cambio climático "requiere de actuaciones inmediatas". Otra gran preocupación es que puede causar distracción sobre uno de los esfuerzos claves para combatir esta crisis: acabar con los combustibles fósiles y la deforestación.
Coincide con esta idea Víctor Resco de Dios, profesor de incendios forestales y cambio global en la Universidad de Lleida. "La creencia de que plantando árboles se arregla el cambio climático no es solo falsa, sino que también es peligrosa. Crea la ilusión de que podemos seguir emitiendo como siempre y que los árboles lo absorberán. Quizá por esta razón las potencias mundiales apoyan esta medida. Pero en realidad no es más que una operación de maquillaje. De maquillaje tóxico", explica Resco en un artículo de The Conversation.
Acabar con las emisiones
Tras escuchar las críticas, los científicos de la investigación impugnada siguieron respaldando su trabajo. "No conocemos ninguna otra solución viable para el cambio climático que sea cuantitativamente tan grande en términos de reducción de carbono", dijeron el pasado octubre los integrantes del Crowther Lab de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich.
Uno de los integrantes del grupo de científicos críticos, Forrest Fleischman, explica a The Verge que "no es necesario plantar un árbol para regenerar un bosque". Señala que los bosques pueden sanar por sí solos si se les permite, lo que les hace ser más resistentes y más útiles en la lucha contra el cambio climático que las parcelas de árboles recién plantadas.
Según Fleischman, la mejor manera de garantizar que haya suficientes árboles en pie para atrapar el dióxido de carbono que calienta el planeta es asegurar los derechos políticos de las personas que dependen de los bosques, principalmente pueblos indígenas cuyas tierras son invadidas con frecuencia por la industria y los gobiernos.
Hay investigaciones que lo respaldan. La principal autoridad mundial en ciencias climáticas, el panel intergubernamental sobre el cambio climático (IPCC) de las Naciones Unidas, reconoce que poner en peligro los derechos a la tierra de las comunidades locales, representa un riesgo tanto para las personas como para el planeta.