Si no podemos vencer a Greta Thunberg, la activista climática sueca fundadora del movimiento Fridays for Future, fabriquémonos una a medida: una "joven europea, rubia y elocuente", pero negacionista del calentamiento global, xenófoba y fan de Donald Trump. Este es el perfil de Naomi Seibt que dibuja The Washington Post, una youtuber alemana de 19 años a la que el Heartland Institute, un lobby ultraconservador de EEUU, está promocionando como su nueva estrella.
El Hearland Institute es célebre entre los grupos de presión de Washington por financiar políticas a favor de los combustibles fósiles y contrarias a la conservación del medioambiente; de hecho, consideran a Trump demasiado moderado y timorato a este respecto. En su afán por desacreditar los esfuerzos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, organizaron una cumbre alternativa en Madrid para "contraprogramar" la COP25, a la que calificaron de "locura" y "secta".
Seibt fue una de las ponentes de la contracumbre "escéptica", en un intento de contrarrestar el tirón mediático de Thunberg tras su odisea a través del Atlántico y la pujanza de los movimientos como Extinction rebellion. Aunque la youtuber alemana reniega del mote de "anti-Greta", no ha dudado de apropiarse de su famosa invectiva "how dare you?" ("¿Cómo os atrevéis?") para darle la vuelta.
Según relata Seibt, su activismo político también empezó en el instituto, como en el caso de Greta. Pero en su caso, surgió al cuestionarse las políticas liberales de inmigración y acogida de Alemania. Según ella, la respuesta "acrítica" de sus compañeros y sus profesores la llevó a cuestionar el "pensamiento único" vigente en su país. En realidad, se trata del discurso de Alternativa para Alemania (AfD), el movimiento populista y xenófobo de extrema derecha del que no forma parte pero con el que simpatiza para el que ha ejercido de speaker en sus mítines.
En lo referente al activismo ecologista, califica como "escalofriante" la iniciativa de Fridays for Future, en la que jóvenes activistas hacen huelga escolar por el clima cada viernes. "Gritan y chillan y están generalmente aterrorizados". Según Seibt, la juventud ha sido manipulada por mensajes como el de Thunberg instando al "pánico" sobre la crisis climática. "Yo no quiero que entres en pánico, quiero que pienses", asegura.
Sobre lo que habría que pensar, según ella, es sobre lo "ridículo" que resulta pensar que el hombre, y concretamente las emisiones de CO2 provocadas por la industria, tengan un efecto directo sobre el cambio climático, un fenómeno que no niega pero no considera alarmante. Es el mismo argumentario que comparten grupos escépticos de todo el mundo, incluyendo en España al partido Vox que hablaba de "alarmismo climático" en la propia COP25.
También, como en el caso de Vox, la joven alemana insiste en que hay que escuchar "lo que dice la ciencia" y no al activismo. Sin embargo, el criterio científico lleva desde hace décadas instalado en el consenso de la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de forma cada vez más estricta. De hecho, para alcanzar el objetivo actualizado del Acuerdo de París de contener el calentamiento global a una subida de solo 2 ºC, las emisiones deberían haber caído a la mitad para 2050.
"La gente pierde su trabajo por culpa de esta supuesta crisis climática", denuncia Seibt, que se define como "libertaria", "realista climática" y "pro-humana". La "narrativa mainstream de alarmismo climático y miedo nos mantiene como rehenes en nuestro propio cerebro", proclama en uno de sus vídeos. "No dejéis que una agenda que trata de retrataros como una sanguijuela que absorbe la energía del planeta se meta en vuestra cabeza y os quite vuestro espíritu apasionado".
El Washington Post recuerda una anécdota reveladora sobre Seibt. Durante la contracumbre de Madrid, dos periodistas de investigación de la plataforma CORRECTIV se hicieron pasar por enviados de un importante grupo industrial del automóvil que le ofrecían medio millón de dólares para hacer campaña contra los esfuerzos de Alemania y la Unión Europea para legislar a favor de la reducción de emisiones.
La youtuber aceptó, pero cuando se reveló el engaño en un programa de televisión, no se mostró abochornada en absoluto: "Narices, si me hubieran dicho quiénes eran, hubiera hablado igualmente con ellos y mis repuestas hubieran sido básicamente las mismas". Y terminó acusatoria contra los periodistas: "¿Cómo os os atrevéis?".