Un informe de Ecologistas en Acción publicado este martes alerta de que, si no se producen cambios en las políticas de biocombustibles, se podrían deforestar 7 millones de hectáreas más en el mundo, de los cuales 3,6 millones serán turberas tropicales, y se agravará aún más el problema del cambio climático.
Aunque los biocombustibles se han presentado como una de las medidas para reducir las emisiones de la quema de combustibles fósiles, la realidad es mucho más compleja. Según los ecologistas, la industria mundial de los biocombustibles "es un sector clave en el agravamiento de la crisis climática y de biodiversidad".
En el marco de la campaña Si es palma no es bio, la organización ecologista ha publicado la versión en castellano de Biocombustibles: más leña al fuego, un informe de Rainforest Foundation Norway que adelanta, en función de tres escenarios, los impactos ambientales y sociales que podrían provocar el uso de aceite de palma y soja para la fabricación de biocombustibles.
Entre sus conclusiones, el documento advierte de que ya hay suficientes evidencias que demuestran que la expansión de cultivos como la soja provoca deforestación y produce altas emisiones de CO2 por la conversión de pastizales.
"La sustitución de la palma por la soja no soluciona el problema. Se necesitan con urgencia políticas alternativas más sostenibles y viables para obtener reducciones reales de las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector del transporte", añade el informe.
Agrava la crisis
En el caso de España, el aceite de palma es la materia prima fundamental para la industria del biodiesel, con una dependencia mucho mayor de aceites vegetales importados que la mayoría del resto de países de la UE, según Ecologistas en Acción.
Desde la organización recuerdan que en el anteproyecto de Ley sobre cambio climático y transición energética y en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) español se prevé un aumento de la participación de los biocombustibles avanzados y una disminución de los biocombustibles de base alimenticia, "pero uno de los vacíos es que no se detalla por tipo de materia prima su cuota de reducción y eliminación".
Los biocombustibles se han promovido como una de las medidas para reducir las emisiones de la quema de combustibles fósiles, pero la realidad es mucho más compleja: en el periodo 2015-2018 la producción de biocombustibles experimentó un aumento equivalente al 90 % del de la producción de aceites vegetales en el mundo durante el mismo periodo.
Según el informe, un escenario que aumente la producción del aceite de palma para 2030 en 61 millones de toneladas y soja en 41 millones de toneladas supondría la emisión de 11.500 millones de toneladas de gases de efecto invernadero en los próximos 20 años; más que las emisiones anuales de China por la quema de combustibles fósiles.
Problemas sociales
Se calcula, que esto supondría 7 millones de hectáreas deforestadas, incluyendo hasta 3,6 millones de hectáreas de turberas tropicales cuyo drenaje supondría la liberación de enormes cantidades de CO2 hasta ahora retenido en estas formaciones.
Además, también hay varias implicaciones ambientales, sociales y económicas. La deforestación también agudiza el peligro de incendios forestales. Por otro lado, la expansión de la agricultura en los bosques tropicales aumenta el riesgo de acaparamiento de tierras con violencia contra los pueblos indígenas y otras comunidades que dependen de los bosques.
Asimismo, el informe señala a Brasil, Indonesia y a la industria de la aviación como los principales motores que promoverían el aumento de la demanda de aceite de palma y soja para biocombustibles.
Por su parte, la Unión Europea y Estados Unidos han introducido medidas para evitar los biocombustibles fabricados con aceite de palma debido al alto riesgo de deforestación, pero no existe una normativa para evitar el uso de otras materias primas que también tienen una alta tasa de deforestación, como es el caso de la soja.