Mientras que ciudades de todo el mundo decretan medidas de confinamiento de la población para evitar la propagación del nuevo coronavirus, los animales salvajes que habitan en las urbes, o en los alrededores, ahora se pasean por calles desiertas y parques solitarios ante la ausencia de humanos y coches. Algunos se mueven por curiosidad, para explorara el medio que normalmente no transitan, pero no pocos lo hacen para buscar comida.
Con el frenazo en seco de la actividad frenética de las ciudades, los cambios en el entorno se repiten aquí y allá. Un ejemplo es la bajaba abrupta de la contaminación del aire en grandes urbes, o la transformación de los canales de Venecia que conocimos la semana pasada. Ante la desaparición de los cruceros y las lanchas que pasean a los turistas a diario, el agua de estas vías fluviales está cristalina y pueden verse bancos de peces.
En Nara, una ciudad japonesa, en los últimos días han aparecido ciervos deambulando por las calles, según cuenta Kurumi Mori, reportera de Bloomberg. Estos animales se han acostumbrado a que los turistas les den galletas de arroz en los parques de la localidad, pero ahora tienen que salir a buscarse el sustento.
En Barcelona, se han visto jabalíes correr por calles tranquilas y desiertas de la ciudad. Aunque esta postal no es desconocida en la ciudad catalana, lo que sí ha sorprendido es que los animales hayan llegado tan abajo, hasta la Avenida Diagonal con la Calle Balmes.
En Madrid, según imágenes facilitadas por las organizaciones animalistas, varios pavos reales hambrientos se encaramaron el pasado fin de semana en las vallas del Retiro en busca de alimentos, mientras que los ejemplares del parque de la Fuente del Berro saltaron y salieron a las calles.
Free Fox es una de las asociaciones que han denunciado desde el inicio de la cuarentena que las encargadas de alimentar a los animales en los parques madrileños no han podido acceder a ellos, cerrados por el estado de alerta decretado por el Gobierno. En su lugar, un jardinero, a quien las asociaciones animalistas le entrega los piensos, se encarga de alimentar a estos animales, "aunque no es suficiente", apunta la integrante de este grupo, Alicia Roa.
Según Roa, solo les permiten dejar los alimentos a este trabajador para que él los distribuya, algo que resulta totalmente escaso, ya que hay más de 300 gatos en el Retiro, sin contar con los ejemplares de otras especies que no ha podido especificar la cifra.
Paige Warren, ecologista de la Universidad de Massachusetts Amherst, considera que la cuarentena podría afectar a la vida silvestre de forma inesperada. "Me interesa ver si los coyotes o los zorros se aventuran un poco más en las ciudades estadounidenses", apunta.
Al mismo tiempo, al haber menos personas en las calles, algunas especies podrían alejarse, especialmente aquellas que subsisten con lo que les dan los humanos o con lo que dejan en la basura, apunta este conservacionista.
Los gorriones, ¿en riesgo?
No es el caso de los gorriones o golondrinas. Beatriz Sánchez, responsable de Biodiversidad Urbana de SEO/BirdLife, explica que estas aves urbanas en primavera "disponen de una variada oferta alimenticia", como respuesta a las iniciativas que llaman a alimentarlas ante una supuesta falta de comida por el cierre de bares, restaurantes, terrazas y parques infantiles.
"En primavera no es tan necesario este aporte adicional, porque hay brotes, flores e insectos", señala Sánchez, que hace hincapié en que "es época de cría y los pollos no necesitan 'comida basura', sino proteína". Por ello, pese a las buenas intenciones de los ciudadanos, "no son necesarios los comederos si no contienen lo que necesitan estas aves".
Las crías de muchas especies necesitan grandes cantidades de insectos para un correcto desarrollo y otro tipo de alimento pobre en proteínas podría mermar el desarrollo de sus músculos y plumas.
SEO/BirdLife recomienda a los ciudadanos que si quieren aportar alimento lo hagan exclusivamente en la ventana o terraza, a ser posible sólo en zonas alejadas de espacios verdes, donde las aves disponen de mayor comida, y especialmente en días lluviosos o fríos, en que es más difícil localizar insectos.
La organización insiste en que no vale cualquier alimento, tiene que ser uno específico para ellas, como pipas negras de girasol o preparados de alpiste, ya que restos de bollería o patatas fritas contienen muchos aditivos, cuyo efecto sobre las aves podría ser perjudicial.