Un grupo de científicos que explora las profundidades del océano frente a la costa de Australia ha descubierto una treinta de nuevas especies marinas, entre las que se encuentra la que podría ser la criatura más larga jamás vista. Aunque parece un cable luminoso que flota en el mar, se trata de un ser vivo.
En una expedición a los cañones submarinos de Ningaloo, en el océano Índico, frente a la costa oeste de Australia, los científicos del Museo de Australia Occidental y del Schmidt Ocean Institute localizaron un sifonóforo "gigante", con una longitud aproximada de 46 metros. Los investigadores creen que puede ser el ejemplar más largo encontrado hasta ahora.
Los sifonóforos son depredadores de aguas profundas formados por muchos pequeños seres traslúcido que actúan juntos, como si fueran uno, y que se extienden en el agua como si fueran una larga cuerda. Es decir, se trata de una colonia flotante de pequeños zooides que se clonan miles de veces en cuerpos especializados que se unen para trabajar en equipo.
La expedición también tomó nota de otros animales marinos que los investigadores sospecharon que aún no habían sido documentados, incluido un cefalópodo, un pepino de mar de cola larga, esponjas vítreas y los primeros hidroides gigantes, una colonia de animales que se parece a una medusa invertida, jamás vista en Australia.
Nerida Wilson, investigadora científica del Museo de Australia Occidental y directora de la expedición, dijo que el descubrimiento del sifonóforo "gigante" tuvo lugar cuando menos lo esperaban. Aunque se sumergieron hasta una profundidad de 4.439 metros el sifonóforo se descubrió cuando el robot submarino regresaba a la superficie a unos 630 metros.
"La mayoría de los científicos habían salido de la sala de control", explicó Wilson según informa el periódico The Guardian. "Pronto se corrió la voz y la gente volvió para compartir la emoción. Fue increíble ver a este enorme organismo extendido como un OVNI en espiral, flotando en la columna de agua. No podíamos creer lo que estábamos viendo".
Los sifonóforos se alimentan colgando tentáculos punzantes en el agua. Éste último es aproximadamente dos veces más largo que muchas ballenas azules, y tres veces más que una ballena jorobada, que generalmente crece hasta los 15 metros de largo.
Rebecca Helm, profesora en la Universidad de Carolina del Norte Asheville que no participó en la expedición, explicó en Twitter por qué este descubrimiento es tan destacable. Según dijo, ella había visto sifonóforos de entre 20 centímetros a un metro, pero nunca algo tan grande, y que estaba cazando de manera notable, convirtiéndose en una espiral para atrapar presas.
"Una colonia de sifonóforos en línea crea una cortina de tentáculos mortales en el océano abierto pero, en este caso, el animal está cazando en una espiral similar a una galaxia", dijo en la red social.
La expedición contó con la participación del Schmidt Ocean Institute, un grupo sin fines de lucro que apoya la investigación oceanográfica, que aportó un buque de investigación y un robot submarino operado de forma remota, ya que el gobierno australiano y las instituciones científicas carecen de medios.
El descubrimiento del sifonóforo y de las otras especies posiblemente desconocidas se realizó en un área protegida, la bioregión de la costa de Gascoyne. Esto resalta lo que Wilson describió como "la desconexión entre donde estamos en conservación y el conocimiento del océano".
"Si bien es un área protegida, en realidad no tenemos idea de qué vive allí", señaló. "Realmente queríamos revelar la increíble biodiversidad que existe".
Wilson reconoció que pasarán meses o años antes de que los investigadores estén seguros de si los organismos que descubrieron son nuevos para la ciencia. "Definitivamente estábamos buscando nuevas especies", dijo. "Esas aguas estaban demasiado inexploradas para no producir tales tesoros".