El observatorio de Vigilancia Atmosférica Global de Izaña, en Tenerife, dependiente de la Agencia Estatal de Meteorología, ha confirmado que el 18 de abril se registraron 418,7 ppm (partes por millón) de concentración media diaria de dióxido de carbono (CO2), un nuevo récord histórico de la serie, según informa en un comunicado el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco).
El año pasado por estas fechas Izaña superaba los 415 ppm, una cifra que nos obligaba a retroceder al menos 3 millones de años para encontrar concentraciones similares de CO2 en la atmósfera. Este año vuelve a marcarse un hito, concretamente 2,2 ppm por encima de lo alcanzado en 2019 y en consonancia con lo previsto, que anunciaba un ritmo de crecimiento para este año como el finalmente registrado.
El nuevo pico se produce en un contexto en el que varias regiones han reducido significativamente su actividad como consecuencia de la crisis sanitaria del Covid-19. Se estima que las áreas obligadas a realizar paros temporales por la situación de pandemia han bajado las emisiones de gases de efecto invernadero en torno a un 25%.
Sin embargo, se trata de una cifra con un impacto mínimo en el cómputo global de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, en donde pesa fundamentalmente lo ya acumulado en décadas previas.
Los mismo ha ocurrido con las concentraciones atmosféricas de CO2 en el observatorio Mauna Loa en Hawai, que han registrado niveles récord en lo que va de año, con tasas diarias que incluso han superado el nivel de 415 ppm, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA). Las concentraciones medias anuales de CO2 en 2019 fueron de 411,44 ppm, en comparación con los 325,68 ppm de 1970. Así, los datos confirman la tendencia de crecimiento de este gas a nivel mundial.
Según el consenso científico, para mantener el incremento global de temperaturas dentro de un umbral seguro, no superar un aumento de 1,5 grados respeto a niveles preindustriales. Pero queda mucho por hacer.
Para conseguirlo, será necesario haber podido reducir a nivel global en el año 2030 en un 45% las emisiones de 2017, y haber alcanzado emisiones próximas a cero en 2050, lo cual implica un proceso amplio de descarbonización que consolide un modelo económico basado en energías renovables.
Pero según los datos por ahora no vamos nada bien. El año 2019 fue el segundo más cálido desde que hay registros. Se espera que esta tendencia continúe debido a niveles récord de gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera.
Según la Organización Meteorológica Mundial la temperatura global promedio ya ha aumentado en 1,1 grados desde la era preindutrial. De seguir emitiendo gases de efecto invernadero al ritmo actual, los científicos señalan que la temperatura aumentará tres grados a final de siglo.
Por ahora, las reducciones de emisiones que se están registrando en determinadas partes del mundo por la pandemia ofrecen información de utilidad a los investigadores, al establecer comparativas que permiten analizar y dimensionar las acciones requeridas para hacer frente al cambio climático en los próximos años.