La prevención es la mejor manera de combatir la Rugulopterix okamurae, un alga de origen asiático que ha registrado un crecimiento "explosivo" en la costa andaluza, especialmente en el Estrecho, y está causando daños ecológicos y económicos, según distintos expertos.
Cuando esta especie exótica invasora acuática llega a un nuevo ecosistema "modifica drásticamente la composición de las comunidades de algas locales y la fauna asociada", ha explicado Jesús Mercado, investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO) e integrante del Foro Alga Invasora.
La Rugulopterix okamurae altera las condiciones de luz en la columna de agua y cambia la concentración de algunos compuestos esenciales en el control del crecimiento de la flora y fauna marinas, como los nutrientes o el oxígeno.
Su presencia es perjudicial no sólo para los fondos cercanos al litoral, sino para las actividades turísticas, porque afecta las zonas de baño más concurridas, y para las pesqueras, debido a su capacidad de reproducción que, entre otras cosas, atasca las redes de pesca.
Mercado ha pedido "diseñar planes integrados de reducción de impactos y de prevención impulsados por las administraciones" y basados "en el conocimiento científico", puesto que "sólo a través de la detección temprana" puede reducirse el riesgo asociado a sus vectores de entrada, como el transporte marítimo, la acuicultura o la acuariofilia, entre otros.
Aunque los científicos desconocen el motivo exacto por el que este alga ha sido capaz de instalarse tan exitosamente en las costas españolas, de los estudios confeccionados hasta el momento se desprende que existen factores ambientales relacionados con "la temperatura, la disponibilidad de nutrientes y la ausencia de depredadores que se alimenten del alga, que podrían explicar su expansión".
De hecho, según las inspecciones preliminares de varios equipos de submarinistas, el alga "ya ha alcanzado diversos lugares de la costa andaluza, desde el cabo Roche en Cádiz hasta el litoral de Almería", aunque todavía no los ha ocupado "tan eficazmente como en el Estrecho", asegura Mercado.
A falta de un plan integrado de reducción de impactos y prevención, este experto considera que, al menos, la crisis ecológica generada a distintos niveles por la Rugulopterix okamurae en el litoral sur peninsular "permitirá a la sociedad tomar conciencia de la necesidad de investigar el entorno marino" como única manera de estar prevenidos ante "nuevas y previsibles oleadas de algas invasoras”.
Según la coordinadora técnica del proyecto europeo Life Invasaqua, Rosa Olivo, "la globalización, junto con el cambio climático y la intensificación del transporte y del comercio, se han convertido en los principales vectores de entrada para las especies exóticas invasoras" de este tipo.
En España "conviven multitud de especies invasoras acuáticas", ha asegurado, hasta el punto de que "entre 4 y 6 especies de peces que habitan hoy en nuestros ríos son invasoras" y cita entre ellas "la carpa, el siluro, el percasol o la gambusia, que pueden llegar a extinguir poblaciones locales de especies nativas”.
Pero no son sólo los peces: entre las especies que causan "terribles impactos socioeconómicos" cabe destacar plantas acuáticas como el camalote o moluscos como el mejillón cebra y la almeja asiática, cuyo coste asociado a la gestión y reparación de daños producidos en los países miembros de la Unión Europea "oscila entre los 12.000 y los 20.000 millones de euros anuales".
Olivo asegura que la sociedad española "no es consciente" de los millones de euros que son necesarios destinar a reparar cada año los perjuicios que ocasionan las especies invasoras en la agricultura, la ganadería o el sector energético.
Por ello ha destacado el papel del proyecto Life Invasaqua a la hora de trabajar en "la prevención a través de la información, la formación y la sensibilización".