"No podemos permitirnos viviendas mal aisladas, es tan prioritario como cambiar a renovables"
En 2021 estamos aprendiendo que la nueva normalidad también vendrá marcada por fenómenos climáticos extremos. La directora del BC3 tiene claro que la borrasca Filomena es atribuible a la crisis climática.
15 enero, 2021 00:13Noticias relacionadas
La excepcional tormenta de nieve Filomena, que ha llevado a gran parte del centro peninsular a la alerta roja, ahora continúa con una ola de frío que bajará la temperatura hasta récords históricos en la península ibérica. Los fenómenos climáticos extremos, cada vez más frecuentes, son una advertencia más de que la alteración del sistema climático nos trae consecuencias imprevisibles si no lo atajamos.
María José Sanz dirige desde Leioa el Basque Centre for Climate Change, especializado en la producción de conocimiento científico para abordar la toma de decisiones ambientales, socioeconómicas y éticas relacionadas con la crisis climática.
¿Cuáles son las características especiales que tiene Filomena para ser la gran nevada del siglo en España?
Llevamos años pronosticando que van a aparecer cada vez más eventos extremos. Que hablemos de cambio climático siempre en términos de calentamiento no quiere decir no puedan ser por ambos lados: tanto olas de calor como olas de frío. El sistema climático está sufriendo ciertas disfunciones, por ello fenómenos que antes se producían cada cien años o cada década, ahora se producen prácticamente todos los años. Lo primero que hemos observado es el aumento de olas de calor más frecuentes, pero también puede ocurrir con eventos extremos como las olas de frío. Podría atribuirse a las disfunciones del sistema climático que ya hemos visto que han empezado a aparecer y se van a hacer más intensas en el futuro.
¿Y por qué este año?
Lo que se ha visto es un otoño con muchas tormentas casi tropicales en la cuenca Mediterránea y luego una alteración del sistema de anticiclón y borrascas en el Atlántico. Todas las borrascas están pasado por aquí.
¿Qué otros fenómenos extremos tendremos que afrontar en España?
Puede haber tropicalización de zonas no tropicales. Por ejemplo, se habla de la intensificación de lo que llaman las tormentas tropicales del Mediterráneo. Es decir, fenómenos tormentosos de mucha intensidad, casi pequeños ciclones o huracanes en la cuenca mediterránea por el excesivo calentamiento de la masa de agua, sobre todo en superficie. Este tipo de eventos van a ocurrir.
¿A qué se deben?
En ciertas épocas del año, el anticiclón de las Azores se coloca en una zona y eso provoca que las borrascas se bloqueen y no pasen por encima de la península ibérica si la posición de dichos anticiclones cambia. Estamos alterando las circulaciones marinas y, por tanto, el intercambio de energía de la superficie terrestre y marina con la atmósfera. Estas formaciones que tradicionalmente están ancladas en ciertos lugares y períodos se pueden ver alteradas.
Si esta va a ser nuestra nueva normalidad, ¿cómo tendremos que adaptarnos?
Mejorando las predicciones a corto plazo de la aparición de este tipo de fenómenos, como se ha hecho con Filomena. Hay que prepararse con antelación, que no nos pille de sorpresa. Si las frecuencias van en aumento, tendremos que adaptar nuestras infraestructuras y nuestros medios de protección civil a esta nueva situación. Tendremos que aprender de lugares donde son más frecuentes.
Esto supondrá una gran inversión económica…
Si los eventos son extremos por ambos lados, harán falta más recursos todavía porque tienes que estar preparado prácticamente para cualquier cosa. Por esta razón, mejorar la predicción, tanto espacial como temporal es fundamental y puede ayudar a una distribución más eficiente de los recursos.
¿Qué es necesario para anticiparnos?
Lo primero sería mejorar las predicciones meteorológicas. Los modelos climáticos han mejorado muchísimo en las últimas dos décadas, pero ir perfeccionándolos es un tema que no se puede dejar de la mano. Además, hay que conectar mejor esas predicciones con la gestión en el terreno, con protección civil, con la planificación a medio y corto plazo de los recursos dentro de las diferentes unidades administrativas. Cuando te enfrentas a circunstancias imprevisibles, a priori, lo único que puedes es mejorar la coordinación y la comunicación.
¿Estamos a tiempo de frenar esta mayor frecuencia?
Obviamente estos fenómenos son también una llamada de alarma a que la mitigación es fundamental. Hay que empezar por eliminar las causas, aunque sepamos que va a haber una inercia. Si no, empeorará y será mucho más impredecible. La conclusión es que tanto mitigar como adaptarse al cambio climático son dos caras de la misma moneda. Tenemos que afrontar el cambio climático desde las dos perspectivas y ambas tienen la misma importancia.
Desde el punto de vista energético, el alto consumo durante las grandes heladas, ¿qué consecuencias tiene?
Lo que indica es que otro sector en el que sería fundamental actuar es en el de la vivienda y la construcción. No nos podemos permitir tener construcciones que no estén bien aisladas con las últimas tecnologías para evitar usar en exceso la calefacción cuando hay olas de frío o en verano el aire acondicionado. En las nuevas construcciones, desde luego, pero también hay que abordar el programa de rehabilitación de construcciones que ya existen. Es tan prioritario como cambiar el modelo energético a renovables.
¿Y sobre la salud?
Las olas de frío tienen consecuencias derivadas del invierno que se pueden agudizar, pero estas son más fáciles de superar porque estamos más acostumbrados a pasar los inviernos. Sin embargo, con las de calor es más complicado, porque uno de los problemas graves que existen es el incremento de temperatura nocturna. Con el frío regulas la temperatura, con el calor es más difícil y el aire acondicionado genera muchos más problemas que las calefacciones en la salud.