Después de los anfibios, los tiburones son los vertebrados más amenazados del mundo. Según la primera evaluación global de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el 25 % de especies de escualos y rayas está en peligro de extinción. Su estado refleja así en gran medida la salud de los océanos, principalmente perjudicados por la actividad humana.
Perseguidos por su carne, aletas, branquias y aceite de hígado, las capturas de tiburones a principios de los años 2000 aumentaron de 63 a 273 millones de individuos. Esta sobrepesca, sobre todo marcada por el comercio internacional de aletas de tiburón, se ha convertido en su principal amenaza.
Sin embargo, a pesar de que varios estudios han documentado las graves reducciones de poblaciones de tiburones oceánicos y costeros en el Golfo de México, el Atlántico noroeste, Sudáfrica y Australia, hasta el momento no se había proporcionado una perspectiva global del declive de estos peces cartilaginosos.
Un estudio internacional, liderado por la Universidad Simon Fraser en Canadá, ha permitido estimar la abundancia relativa de 18 especies oceánicas de tiburones y rayas entre 1970 y 2018, y ha evaluado el riesgo de extinción de 31 especies oceánicas de tiburones y rayas.
“Los datos revelan un enorme y creciente agujero en la vida marina. Y esto se debe a que en los últimos 50 años, las poblaciones humanas y la actividad pesquera se han duplicado, mientras que la captura de tiburones se ha triplicado”, advierte a SINC Nathan Pacoureau, primer autor del trabajo e investigador en el departamento de Ciencias Biológicas de la universidad canadiense.
Los resultados, publicados ahora en la revista Nature, muestran que en los últimos 50 años el 71,1 % de tiburones y rayas ha disminuido. Además, 24 de las 31 especies analizadas están ahora en peligro de extinción. Tres de ellas –el tiburón martillo común (Sphyrna lewini), el tiburón oceánico de puntas blancas (Carcharhinus longimanus), y el tiburón martillo gigante (Sphyrna mokarran)– han sufrido disminuciones tan drásticas que su estado ha alcanzado la categoría de mayor amenaza según la Lista Roja de la UICN: peligro crítico de extinción.
“Algunos tiburones que anteriormente eran abundantes y de amplio rango han disminuido tan abruptamente que ahora están clasificados en las dos categorías de la Lista Roja de la UICN de mayor amenaza”, recoge el investigador.
El caso del tiburón blanco, cuyas capturas fueron limitadas en la década de 1990, es un ejemplo de que el declive de las especies se puede frenar. / Olga Ernst.
Una presión creciente
Según el estudio, la presión de la actividad pesquera sobre estas especies es 18 veces mayor ahora, por lo que se convierte en la principal amenaza para estos animales. “Creemos que declive puede ser incluso más severo de lo que se muestra en el trabajo, ya que el análisis comienza en 1970, mientras que las flotas pesqueras se han expandido globalmente desde antes de la década de 1950”, recalca el experto.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos examinaron otros factores perjudiciales para los elasmobranquios, desde las intrusiones humanas hasta el impacto del clima extremo, y concluyeron que el uso de recursos biológicos y, más específicamente, la pesca y recolección de recursos acuáticos son los mayores peligros a los que se enfrentan estos peces.
“Si bien la creciente demanda internacional de aletas de tiburón y branquias es un problema importante, la preocupación constante es que la sobrepesca de tiburones oceánicos ha superado con creces la gestión eficaz de la pesca y el control del comercio”, asegura Pacoureau.
Pero esta sobreexplotación no es la única responsable del declive de algunos tiburones. En el caso de dos especies –el tiburón ballena (Rhincodon typus) y el tiburón pelegrino (Cetorhinus maximus)–, las colisiones con los barcos, las perforaciones petrolíferas y las actividades recreativas los hacen también vulnerables.
Cómo evitar el colapso
Para evitar el colapso de las poblaciones tiburones y rayas, el equipo de investigación sugiere una acción inmediata, pide la implementación de límites de captura para contribuir a la recuperación de las especies, y pone en el punto de mira a países como España, que “pesca más tiburones makos que cualquier otro país del mundo”, apunta el experto.
“Demasiados gobiernos están incumpliendo sus obligaciones en los tratados de pesca y medioambiente para proteger a estas especies amenazadas. Por eso se necesitan con urgencia prohibiciones de captura para las especies en peligro, junto con límites de pesca para garantizar que las especies menos amenazadas se pesquen de manera sostenible”, propone a SINC Pacoureau.
Según el investigador, el caso más claro para una acción inmediata es el marrajo común o mako (Isurus oxyrinchus), el tiburón más rápido del mundo que se encuentra en peligro de extinción por la sobrepesca. Aunque para las poblaciones del Atlántico norte se están tomando medidas, la Unión Europea parece bloquear los esfuerzos sugeridos por los científicos.
“Las negociaciones para nuevas protecciones se han retrasado repetidamente y no se reanudarán hasta julio, pero la ventana de oportunidad para salvar a estas criaturas se está cerrando rápidamente. Necesitamos que la UE cambie de rumbo”, confiesa Pacoureau, para quien “España es esencial para prevenir esta catástrofe”.
Los investigadores muestran en su estudio que los límites de pesca sí pueden revertir el declive de las especies. “El mejor ejemplo es el del icónico tiburón blanco, que ahora se está recuperando en ambas costas de EE UU, gracias en gran parte a las sencillas prohibiciones impuestas a mediados de la década de los 90”, concluye el científico.