Con la pandemia global, referirnos a la distancia y el tiempo se ha convertido en un tema de actualidad cuando hablamos sobre cómo podría mejorarse nuestra vida en las ciudades. A las condiciones de segregación socioespacial y los desequilibrios ambientales urbanos se han sumado los efectos de vivir un año de restricciones que han afectado a la cotidianidad.
Desde el urbanismo se cuestiona la tendencia a desarrollar una vida urbana compartimentada y distanciada en sus actividades. La hipermovilidad ha traído graves consecuencias para el entorno y el medioambiente, y también para nuestra salud y vida diaria.
Hemos puesto a prueba las formas y ritmos tradicionales cotidianos debido a unas nuevas necesidades y para aprovechar los medios disponibles. Adaptaciones de horarios, desplazamientos, lugares, relaciones y encuentros forman parte de una nueva normalidad en la que, paradójicamente, las relaciones de proximidad presencial y de conectividad virtual se entrecruzan cada vez más.
Están aún por repensarse alternativas a este modelo de vida emergente, que poco conocemos. Aún no podemos prever sus consecuencias sobre nosotros y nuestro entorno. Surgen nuevos problemas, y también nuevos urbanismos, se aceleran procesos, ideas y proyectos. Que dadas las condiciones de transmisibilidad, empiezan a considerarse ya modelos urbanos de tendencia global.
Así, en Barcelona, París y Suecia se apuesta actualmente por ciudades de proximidad, propuestas que coinciden en varios aspectos: restringir el espacio destinado al automóvil y favorecer la vida urbana de proximidad.
Supermanzanas de Barcelona
Es reconocido ya el caso de las supermanzanas de Barcelona. Como parte del proyecto, se ha lanzado recientemente un concurso de ideas para convertir varias calles en ejes verdes y crear cuatro grandes plazas en el Ensanche. La propuesta se basa principalmente en una agrupación de 3x3 manzanas como una estructura base de restricción del tráfico de paso.
Así describe el proyecto el ecólogo Salvador Rueda, su principal impulsor: “Una célula de unos 400x400 m definida por una red de vías básicas que conectan los orígenes y destinos de toda la ciudad. Las vías interiores constituyen una red local de velocidad limitada a 10 km/h. La supermanzana no se atraviesa, lo que supone que los movimientos en el interior solo tienen sentido si su origen o destino está en las intervías, provocando que las calles sean vecinales sin ruido, ni contaminación, etc.”
El resultado sería la pacificación de las vías interiores y sus cruces correspondientes a modo de plazas. Una medida muy consecuente con la red de calles del Ensanche por su configuración homogénea, pero más difícil en barrios de trama irregular o con grandes diferencias de consolidación, de intensidad o tipos de usos.
El proceso de despliegue más reciente muestra algunas variaciones del esquema inicial. Algunas de las calles interiores se piensan como ejes verdes extensos, que podrían aprovecharse para conectar equipamientos, usos y espacios existentes.
París, ciudad de los 15 minutos
En París, la alcaldesa Anne Hidalgo impulsa la ciudad de los 15 minutos como un eje principal de su segundo mandato. Su asesor urbanístico, Carlos Moreno –urbanista y matemático de formación– propone una mirada desde la ecología y la tecnología.
Moreno plantea el cronourbanismo, la proximidad y el policentrismo como parte de la estrategia para descarbonizar la capital francesa. Una idea renovada y actualizada del concepto de unidad vecinal que asume nuevos enfoques, métodos e instrumentos para realizar propuestas orientadas a conseguir ciudades más sostenibles.
La gestión y uso del tiempo son la base del concepto de ciudad de un cuarto de hora. No solo promovería el bienestar de los residentes al simplificar sus vidas y la ciudad, sino que también constituiría una posible respuesta a los desafíos de salud y clima que se avecinan.
La ciudad del cuarto de hora y el territorio de la media hora apuestan por el redescubrimiento de la proximidad y la valorización en la ciudad de las distancias cortas. Se trata de cambiar el paradigma de un urbanismo funcional y utilitario por uno de los usos. Este oferta una red de lugares y funciones urbanas próximas, distribuidas y accesibles a pie o en bicicleta.
Todo esto implicaría un cambio en la forma de entender la ciudad, de administrarla (hay cargos institucionales destinados a gestionar la ville d’quart d’heure) y de vivirla. Hay una importante apuesta por la transformación social y de los hábitos individuales de la vida urbana.
Ciudades de 1 minuto en Suecia
En Estocolmo y Suecia las políticas urbanas impulsan la ciudad de 1 minuto. Mediante la innovación y colaboración interinstitucional se promueve la transición hacia una sociedad y ciudades más sostenibles. Se proponen proyectos colaborativos para explorar, desarrollar, probar e implementar soluciones que contribuyan a la Agenda 2030.
En 2020, nueve ciudades suecas firmaron el acuerdo Ciudades viables para desarrollar y coordinar acciones por el clima y la sostenibilidad a nivel nacional. Dos iniciativas destacan actualmente como proyectos para las calles: Future Streets y Street Moves, ambos en Estocolmo.
Las propuestas abordan una escala de proximidad hiperlocal y una implementación a nivel amplio y difuso por toda la ciudad, para conseguir la denominada ciudad de un minuto. Ponen el foco en la mejora de las condiciones funcionales y ambientales de las calles. Los prototipos y pilotos diseñados son replicables e involucran a los residentes de las calles. Desarrollan y prueban soluciones de nuevos ambientes y situaciones urbanas en condiciones reales y existentes.
Por ejemplo, el grupo sueco ArkDes ha diseñado un kit de construcción para transformar el uso de las calles de la ciudad. La propuesta recuerda las ocupaciones urbanas temporales que el estudio Rebar ha ido instalando desde 2005 en las calles de San Francisco.
Dan Hill, director de diseño de la agencia Vinnova, líder del proyecto Street Moves, explica que querían aprender del urbanismo táctico, pero hacerlo de forma estratégica. La iniciativa, que lleva el concepto de ciudad de 15 minutos a un nivel más capilar, permitiría a los ciudadanos agregar instalaciones públicas en la puerta de casa, configurando las ciudades de un minuto. La idea es que los residentes participen en la planificación del trazado y del contenido de sus propias calles, para que las ciudades satisfagan mejor las necesidades de la comunidad, generando más sentido de pertenencia al barrio.
Care city
Dentro del marco de la política actual de revisión del aún no del todo ejecutado Plan de distrito tecnológico e innovación del 22@ de Barcelona, hemos elaborado una propuesta de proximidad para Poblenou teniendo en cuenta el contraste de distintas condiciones urbanas.
En el barrio barcelonés conviven diversas realidades: núcleos urbanos históricos, viviendas en bloques, zonas industriales patrimoniales en desuso y en reconversión, nuevos usos y edificios hoteleros y terciarios, etc. Por eso buscamos reequilibrar la ciudad productiva con la reproductiva, el trabajo con los cuidados, fomentando una calidad de vida urbana distribuida que parte del análisis de las diferencias.
Nuestra estrategia se basa en trabajar con lo existente para reconfigurar una trama urbana capaz de articular espacios tan dispares. Analizamos la centralidad y proximidad a escala urbana y de barrio en su organización espacial e intensidad de actividades, en sistemas de áreas, de franjas, de manzanas y alrededor de equipamientos y calles.
La propuesta presta especial atención a los centros educativos existentes y su potencial de ejercer de espacios de integración social y funcional. Aunque no faltan medidas y propuestas que pueden mejorar la relación de las escuelas con sus entornos urbanos, esta iniciativa enfatiza el papel de las escuelas como espacios polifuncionales y sus sinergias como centralidades de barrio.
Este planteamiento obligaría a repensar el mapa escolar y las relaciones entre los centros, sus posibilidades de uso y de su entorno físico y social específico, en red con los otros edificios y actividades urbanas, y con los demás espacios colectivos de barrio. El resultado es un paño escoces, una trama de franjas urbanas y áreas, de proximidades y centralidades distribuidas.
Más que proponer una nueva malla de calles o unos ejes, proponemos entender y fortalecer las dinámicas del entramado de relaciones y de patrones existentes, los itinerarios peatonales y la distribución detallada de usos cotidianos, así como las relaciones interior-exterior en las plantas bajas. La vida a pie de calle de una ciudad que cuidamos y nos cuida.
En la ciudad, tiempo, espacio, proximidad y centralidad son nociones relativas. Como dice Cerasi: “Bajo una apariencia coral y homogénea de la estructura urbana, se relacionan superpuestos, sistemas y trazados de realidad autónomos, que están dados por elementos efectivamente vividos y conocidos por los diferentes grupos sociales”.
Más que modelar la vida urbana, el reto consiste en promover cambios sistémicos de tendencias y transiciones. Debemos estar preparados para ver y entender el urbanismo y las ciudades de forma técnica, política y socialmente compartida, pero también contradictoria y conflictiva. Como una urdimbre dinámica, de centralidades, intensidades, orden y geometrías variables y cambiantes, en la que interactúan diferentes relaciones físicas, de usos, de flujos, de personas, de intereses y necesidades, de cosas e intangibles.
La ciudad es un todo compuesto por diferentes entornos, culturas, lugares, actividades, velocidades, tiempos, colectivos y personas. Que es necesario observar dentro de una visión ecológica, según Capra, “capaz de ver el mundo, no como una colección de objetos aislados, sino como una red de fenómenos fundamentalmente interconectados e interdependientes”. Una ecología profunda que “reconoce el valor intrínseco de todos los seres vivos y ve a los humanos como una hebra más de la trama de la vida”.
*Miguel Y. Mayorga Cárdenas, Profesor de Urbanismo, Universitat Politècnica de Catalunya - BarcelonaTech y María Pía Fontana, Profesora Investigadora Asociada, Universitat de Girona.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.