"Ahora mismo, es posible que haya una erupción en un momento dado, y que el proceso se acelere". Son declaraciones de Itahiza Domínguez, uno de los sismólogos del Instituto Geográfico Nacional (IGN) que están siguiendo muy de cerca la situación de Cumbre Vieja, la zona al sur de La Palma donde se ha registrado la actividad sísmica. Cuando se escriben estas líneas, la isla ya acumula más de 21.000 terremotos en apenas siete días y la deformación del terreno se eleva a 10 centímetros.
Como explica Domínguez, la actividad sísmica y la elevación del terreno son dos de los indicadores más importantes para determinar si puede producirse o no una erupción volcánica. La situación, asegura, "puede cambiar de un momento a otro, es decir, en unas horas puede haber un cambio brusco", por lo que "hay que tener cuidado" y "hacer un seguimiento para ver qué cambios observamos". No obstante, puntualiza que aunque la erupción sea un escenario posible, "no quiere decir que vaya a ocurrir".
Los indicadores en los que se centran los expertos para determinar si hay riesgo inminente de erupción son varios y muchos de ellos son complejos de medir en la situación actual, además de que "cada volcán tiene un funcionamiento distinto y unas particularidades". Ahora bien, antes de una erupción lo que se produce es un aumento del número de terremotos y de la energía que liberan.
La deformación del terreno, además, puede indicar una intrusión del magma hacia capas más superficiales y puede haber un ascenso de los gases volcánicos. El experto explica que este último parámetro es "más difícil de medir", por lo que lo más importante es centrarse en tres aspectos: la deformación del terreno, la posición de la intrusión magmática y la sismicidad. Es relevante detectar "si hay un terremoto grande que rompa la corteza para que ascienda el magma. Ese tipo de cosas son las que pueden indicarnos una erupción", asegura Domínguez.
De momento, "hay que estar atentos porque puede haber un aumento de los terremotos, un aumento de la magnitud significativa o incluso una aceleración en el número de terremotos", cuentan desde el IGN. La atención de los científicos, durante las 24 horas de cada día, se centra en estos y otros factores desde que el pasado sábado comenzaron los primeros temblores en la zona de Cumbre Vieja. La situación actual parece "calmada", señala Domínguez, pero añade que "estos procesos a veces tienen esas cosas, que se relajan para después volver con más fuerza".
De hecho, cuenta el científico que la evolución de parámetros como la deformación del terreno está siendo "muy rápida", porque de un día para otro están midiendo valores superiores a los observados en la jornada anterior. Es a través de esa deformación que han podido medir también la intrusión magmática y situarla en unos 10 millones de metros cúbicos. En cuanto a los terremotos, incide en que no es tanto el número de ellos sino la magnitud. Ahora mismo, "la mayoría son muy pequeños", pero lo que es más importante es medir si hay una mayor cantidad por encima de una magnitud determinada.
El semáforo volcánico, elaborado por el Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) establece cuatro colores que van del verde al rojo en función del nivel de amenaza. En estos momentos, la situación permanece en alerta amarilla, lo que significa que la gente puede mantener su actividad normal, pero tienen que estar atentos y estar preparados en caso de que tengan que evacuar. El salto del color amarillo al naranja ya significaría una evacuación de la zona con más riesgo, porque podría erupcionar en cualquier momento. El rojo implicaría una evacuación obligatoria. "Estamos vigilando las 24 horas, porque en caso de que algo nuevo pasara, se subiría el nivel", asegura Domínguez.
El episodio que se está viviendo en La Palma estos días guarda pocas similitudes con el vivido en El Hierro en el año 2011. En aquel momento, como en este caso, se produjo una intrusión magmática por debajo de la corteza. No obstante, aunque la deformación es superior a la vivida en la otra isla hace 10 años, "todavía no se han alcanzado los niveles de energía preeruptiva de El Hierro", asegura el experto del IGN, quien añade que "aún estamos lejos de esos niveles". Ahora bien, también señala que "no hay que comparar", porque todo depende de cada isla y del camino que encuentre el magma.
Por su parte, María José Blanco, directora del IGN, en declaraciones a Canarias Radio ha señalado este viernes que el volcán de La Palma "es muy energético" y en apenas cuatro días ha liberado la misma cantidad de energía que el volcán Tagoro, al sur de El Hierro, en dos meses. Por esta razón, "no se puede descartar" que se sientan terremotos "más fuertes" en los próximos días o semanas.
La posibilidad de que si hay finalmente erupción sea submarina, como ocurrió en 2011 en El Hierro, es un escenario que "no hay que descartar", asegura Domínguez. Este es un tipo de erupción en el que la interacción del agua del mar con el magma genera una serie de gases que "la convierten en explosiva", por lo que supondría un problema si se produce cerca de la costa. Ahora bien, como explica el experto "esa probabilidad es baja, porque en La Palma el nivel desciende muy rápidamente a medida que te alejas de la costa".
Desde las autoridades competentes mandan un mensaje de calma a la población e informan de que mantienen la monitorización y seguimiento intenso de la actividad volcánica en la isla. La Dirección General de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias ha solicitado ya la incorporación de un avión de coordinación y observación (ACO) que tiene previsto sobrevolar la isla para transmitir fotografías y vídeos sobre la situación. El objetivo de las autoridades ahora mismo es seguir muy de cerca la situación y tener preparados planes de evacuación por si fuera necesario.