Kerry Emanuel, el sabio del clima: "El cambio climático no se soluciona dejando de comer carne"
"Con el cambio climático, el fenómeno extremo que se daba cada 200 años ocurre cada 50" // "Lo que funciona es una combinación de energía nuclear y renovable. Hay demasiada ideología y demasiado poco sentido común".
29 septiembre, 2021 03:27Noticias relacionadas
La devastación provocada hace unas semanas por el huracán Ida en EEUU, solo superada por Katrina en 2005, ha llevado a los investigadores a plantear una nueva tipología de ciclones potenciados por el calentamiento global. Una realidad que Kerry Emanuel, catedrático de Ciencias Ambientales del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), supo ver en 1987. El aumento de la temperatura del océano, publicaba en un citado artículo de Nature, alimentaría la "maquinaria" de los huracanes habiéndolos más intensos y, especialmente, más destructivos.
Su dedicación a la ciencia climática -pasó "cuatro temporadas" en Mallorca estudiando los Medicanes, los huracanes del Mediterráneo, junto a Romualdo Romero- le ha hecho merecedor del premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cambio Climático. La espesa melena cana todavía denota el ambiente contracultural en el que se formó en los setenta, pero Emanuel es ante todo un pragmático, un "incómodo" en sus propias palabras: afable pero rotundo, carga a partes iguales contra los negacionistas del clima como contra las posturas antinucleares, que nos alejan, avisa, de cumplir los objetivos del Acuerdo de París.
España experimenta fenómenos extremos más intensos y frecuentes en los últimos años, de las olas de calor a las borrascas extratropicales. ¿Está todo conectado con el cambio climático?
Podría estarlo perfectamente. Es muy difícil para los científicos atribuir los cambios meteorológicos concretos en un lugar preciso al cambio climático, porque hay mucha variabilidad natural. Pero sí: las predicciones en base a modelos son en gran medida uniformes, y la región del Mediterráneo se va a volver más árida como norma general.
¿Cuál es la relación entre el aumento de la temperatura del agua y la intensidad de los ciclones?
Es un poco complicado, pero en resumen: los gases de efecto invernadero atrapan calor en el océano, que tiene dificultades para irradiarlo al espacio. Solo consigue escapar fluyendo hacia la atmósfera, lo que crea turbulencias. Éste es el proceso que alimenta un huracán. En realidad es física básica muy sencilla. Las emisiones de efecto invernadero potencian al huracán. No significa que creen más, pero aumentan su velocidad.
Aunque no podamos trazar un vínculo directo con el cambio climático, ¿Sí podemos decir que los fenómenos extremos se han vuelto más frecuentes?
Para decirlo con más exactitud, lo que está aumentando es la proporción de huracanes que se vuelven muy intensos. La frecuencia media de las tormentas parece estar cambiando y no tenemos una buena predicción teórica en esa línea. Pero la cantidad de fenómenos que llegan a valores extremos sí parece crecer.
Otro dato que revela su investigación es que, cuando la velocidad de un huracán aumenta, su capacidad destructiva lo hace aún más.
Sí. La capacidad destructiva aumenta mucho más rápido que la velocidad del viento. La fuerza que ejerce el viento contra un objeto se eleva al cuadrado con la velocidad, pero su potencial destructor lo hace al cubo.
Eso da la medida del coste humano del problema: el daño que provocan a las comunidades es más duradero e intenso de lo que su fuerza permite prever.
Hay un poco de antropología en esta pregunta. Si miramos a lo largo y ancho del mundo, a las diferentes culturas y los diferentes riesgos ambientales -terremotos, volcanes, tormentas-, generalmente las sociedades se suelen adaptar bien a los fenómenos recurrentes. Pero si ocurren con menor frecuencia, menos de una vez cada 100 años, no suelen estar bien preparadas. Y sufren mucha más destrucción. Lo que está ocurriendo con el cambio climático es que el fenómeno extremo que se daba cada 200 años empieza a ocurrir cada 50, y la sociedad no tiene tiempo para adaptarse. Está ocurriendo demasiado deprisa. No nos da tiempo a derribar todos nuestros edificios para construir otros más resistentes, que tampoco es lo que deberíamos hacer. Pero en lugares vulnerables a los huracanes, se producen grandes daños a partir de cambios relativamente pequeños de la velocidad del viento.
¿Cómo puede adaptarse España a fenómenos extremos como la última gran borrasca invernal Filomena?
Los expertos en la materia, que saben más que yo, hablan de dos enfoques. Por un lado, debemos aumentar la resiliencia de nuestras infraestructuras y nuestra civilización. Pero eso significará algo distinto de un lugar a otro, en función de los riesgos, la geografía o la cultura. Por el otro, debemos tratar de reducir el impacto provocado por el cambio climático, migrando a energías más limpias, y quizás tratando de extraer el carbono de la atmósfera para enterrarlo. Para mí, el problema se reduce a la tecnología. Hay que invertir más, y eso es una buena noticia, porque la que reemplace a los combustibles fósiles será mejor para todos. Quien ha probado un Tesla no quiere volver a un coche de gasolina: es tan agradable, con un motor que no requiere prácticamente mantenimiento, muy potente... ¡Y muy divertido de conducir! Olvídate del cambio climático: la combustión mata a cerca de 9 millones de personas cada año en todo el mundo por los problemas pulmonares que causan las partículas, es una pandemia anual contra la que no estamos haciendo nada.
¿Qué opina del activismo actual? Leo una frase suya: "El extremismo ambientalista ha sido casi tan malo como el negacionismo climático".
Bueno, así lo creo yo. Lo que veo tanto en la extrema izquierda como la extrema derecha es una tendencia a usar el cambio climático como instrumento para aprobar políticas que llevan queriendo mucho tiempo. Manda la ideología, en lugar de una sincera preocupación por el medio ambiente. Yo soy empírico: me da igual cómo lo hagamos, quiero salir de este lío. Y sé que al menos cuatro países han logado una descarbonización completa: Francia, Suecia, Bélgica y Suiza. No lo hiceron por el clima, sino por seguridad energética, con una combinación de hidroeléctricas y nucleares en solo 10 años. Los activistas dicen: "No, nada de nuclear". Pero no es una postura racional. Quieren asustar a la gente, pero ha habido un único incidente serio, Chernóbil, y si aceptamos la cifra más alta de mortalidad, 60.000 víctimas a largo plazo: ¡Perdemos la misma cantidad de gente en tres días por los combistibles fósiles! Lo que funciona, empíricamente, es una combinación de energía nuclear y renovable. Hay demasiada ideología y demasiado poco sentido común.
¿Ha cambiado también el negacionismo climático? ¿Del 'no está pasando' al 'no es para tanto' hasta 'vale, ocurre, pero la culpa es de otros'?
Si, se está ablandando gradualmente [ríe], incluso en EEUU. También en la izquierda la oposición a la energía nuclear ya no es tan fuerte. Es un proceso lento. Yo recuerdo que en 1952 el New York Times llevó a portada que se había confirmado la relación entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón. E hiceron falta 30 años para que el consumo de tabaco per cápita se redujera, debido a la campaña de desinformación masiva lanzada por la industria. Esto ha sido algo parecido. La ciencia sabe desde los años ochenta que estamos en peligro, y la industria de los combustibles fósiles contraataca con desinformación. ¡También ha costado unos treinta años!
¿Y percibe últimamente hostilidad contra el pensamiento científico, en la línea del negacionismo contra las vacunas de la Covid?
Es complicado. No creo que se trate tanto del declive del respeto por la ciencia como que aumentan las ideologías extremistas. Quizás por las redes sociales, no lo sé. Cuando yo era niño, el azote era la polio. Y cuando se desarrolló la vacuna, todos se la pusieron. Nadie protestó. Ahora, se esgrime la 'libertad' como un bien absoluto que pasa por encima de todos los demás. No sé como ha ocurrido esto. Cuando estábamos en la universidad, todos leíamos los mismos periódicos y veíamos los mismos canales, porque no había tantos. Y luego discutíamos, pero no dudábamos de los hechos, a nadie se le ocurría negar que hubiera muertos en Vietnam. Hoy todo el mundo lee su "periódico personal", nadie usa los mismos datos, un batiburrillo de fuentes, una tribu de Twitter... Necesitaríamos una vacuna contra la desinformación.
En términos de responsabilidad individual, ¿Qué debemos hacer frente a la crisis climática?
Mi respuesta puede resultar incómoda, pero no creo que el comportamiento individual cambie gran cosa. Cambia tu bombilla si te hace sentir mejor, pero lo importante es la acción colectiva. La gente debe organizarse y persuadir a sus gobiernos de actuar de manera masiva. No vamos a solucionar el cambio climático dejando de comer carne. Ayudará un poco, sí, pero no va de eso, sino de grandes reconversiones de la sociedad industrial. Por eso Greta Thunberg es genial, por lanzar un movimiento de jóvenes exigiendo cambios a los países. Estoy mucho más a favor de la acción política colectiva que de la individual, y tengo mucha esperanza en esta generación.