Casi un millón de personas de países de ingresos medios o bajos fallecen cada año como consecuencia de un agua contaminada y de un saneamiento e higiene deficientes, según apunta la Organización Mundial de la Salud. Mejorar la calidad del agua y las instalaciones de saneamiento permite prevenir la transmisión de enfermedades.
Por datos como estos y con el objetivo de concienciar a la población global, el Día Mundial del Saneamiento se celebra cada 19 de noviembre por Naciones Unidas dentro del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 6: Agua y Saneamiento para todos, de aquí al 2030.
Las Naciones Unidas ya han dado pasos hacia el alcance de estos cuando hicieron un llamamiento que incluía la eliminación de la defecación al aire libre para el 2025 y, a más tardar, para el 2030. De hecho, cerca de la mitad de la población mundial, unas 3.600 millones de personas, no tiene acceso a servicios de saneamiento gestionados de manera segura. Este año la temática del Día Mundial del Saneamiento es Hacer visible lo invisible, que explora cómo los sistemas de saneamiento inadecuados esparcen los desechos humanos en suelos, ríos y lagos, contaminando las aguas subterráneas.
Y es que el agua subterránea, la fuente de agua dulce más abundante en el mundo, tiene un papel fundamental para fines de consumo, saneamiento, producción de alimentos y procesos industriales. A lo que se añade su importancia de cara al buen funcionamiento de los ecosistemas naturales, siendo la lluvia y la nieve sus principales fuentes de recarga.
Por lo tanto, contaminar estas aguas es ir contra la salubridad de todos y de todo, en contra del buen funcionamiento de las sociedades y del planeta, a lo que se une ahora el problema del cambio climático (con cada vez menos lluvia y nieve), dañando además a los diferentes elementos que componen los sistemas de saneamiento como son tuberías, tanques y plantas de tratamiento.
Con este panorama, las Naciones Unidas este año están haciendo mayor hincapié en gestionar de manera eficiente y segura las aguas subterráneas, unido a esa ya mencionada preocupación por la contaminación por los desechos humanos.
Soluciones innovadoras sostenibles
El papel de Agbar, parte del grupo Veolia, es fundamental. Como dato a destacar, es líder en España en la gestión del servicio de depuración, tratando más del 25% de agua residual generada en España, lo que se traduce en que opera en más de 650 estaciones depuradoras.
Sus soluciones innovadoras en torno a la gestión sostenible del agua y los recursos naturales para las ciudades, la agricultura y la industria, en línea con la hoja de ruta de la Agenda 2030 y los ODS de Naciones Unidas, resultan clave para afrontar la crisis del saneamiento.
En su lucha contra el cambio climático y la preservación de los recursos naturales se basa, entre otras cosas y enmarcado dentro de una gestión avanzada de las aguas subterráneas, en la optimización de la extracción de recursos, así como en la apuesta por una economía circular donde la transformación de las plantas de tratamiento de agua en 'ecofactorías' es uno de sus proyectos clave.
Así, las soluciones de residuo cero son claves en la estrategia actual del grupo Agbar y, para ello, está llevando a cabo un modelo de gestión integral de las depuradoras basado en cuatro pilares: impulsar la energía renovable y la eficiencia energética, reutilizar el agua en otros usos distintos como la limpieza de las calles, el riego agrícola o la recarga de acuíferos, aumentar el aprovechamiento de los recursos generados para otros usos (producción de gases renovables o abono) y garantizar el cumplimiento de la normativa en torno al alcantarillado y el vertido en el medio ambiente.
La transformación de las depuradoras, clave para Agbar
La compañía regenera concretamente 128,7 hm3 de agua al año, de los cuales el 53% se destina a usos agrícolas. Un trabajo esencial para Agbar y un modelo de transformación de las depuradoras que fue reconocido por Naciones Unidas en la lucha contra el cambio climático. En este ámbito destaca la ecofactoría Bio Sur de Granada, gestionada por Emasagra, parte del grupo, referente internacional de economía circular.
En Barcelona, en la misma línea, está la ecofactoría del Baix Llobregat. Los acuíferos del delta del río Llobregat son fundamentales para el suministro de agua a toda la Ciudad Condal. Pero su uso intensivo para el consumo y con fines industriales provocó que se degradara el sistema acuífero y descendiera la capacidad de almacenamiento, así como que entrara agua marina. Para solucionar este problema, la depuradora Baix Llobregat ha tenido un papel fundamental con la inyección de agua regenerada de forma sostenible al acuífero, que también actúa como barrera contra la sal mejorando la calidad del agua en esta zona.
LIFE MATRIX, cofinanciado por la UE, es otro de los proyectos destacables del Centro Tecnológico del Agua (Cetaqua), dependiente de Agbar, en el ámbito de la depuración. Su objetivo principal es demostrar la viabilidad de una solución para recargar los acuíferos basada en la naturaleza (con un humedal artificial, entre otros) y con agua regenerada proveniente de la depuradora La Víbora (Marbella). La ubicación de la misma para llevar a cabo el proyecto es perfecta, ya que es una zona con gran estrés hídrico (la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible) y donde se duplica la demanda de agua en los meses de verano al aumentar la población turística.
Gracias a iniciativas como esta, Agbar consigue dar valor al 71,2% de los residuos que llegan a las depuradoras y contribuye a la transformación de las ciudades en las llamadas 'ecociudades', más sostenibles, basadas en la economía circular así como más saludables tanto para las personas como para el medio ambiente. Además, refuerza la actividad de Veolia esta área, aparte de los ámbitos de energía y valorización de los residuos, los que la convierten en un referente mundial de la transformación ecológica en los cinco continentes.