Cuenta una conocida leyenda quechua que un gran incendio comenzó a destruir un exuberante bosque. Y mientras todos los animales huían por puro instinto, un minúsculo colibrí decidió hacer frente al fuego portando en su pico gotas de agua de un lago próximo con las que contener las llamas. El pájaro no quiso rendirse ni caer en el desaliento: "Estoy aportando mi granito de arena", le dijo con humildad al resto.
El mensaje que se extrae de este cuento es una motivación que podemos asumir en la realidad para enfrentar un problema mucho más actual y no menos amenazante para nuestro futuro que aquel fuego: el deterioro de los recursos hídricos.
Como el colibrí, a título individual también podemos ayudar aunque pensemos que nuestros gestos no cambiarán nada. En este contexto toda acción puede resultar determinante. De ahí que, por el potencial que atesoran, las grandes empresas y los gobiernos puedan extender y aprovechar su mayor potencial para abogar por una gestión sostenible y más responsable de este recurso vital para nuestra existencia y la propia salud del planeta, comprometida por culpa del cambio climático.
‘Acelerar el cambio’
El tiempo apremia. Por eso, se trata de ‘Acelerar el cambio’, una declaración de intenciones que se ha tomado como lema en la celebración del Día Mundial del Agua 2023. Cada 22 de marzo se hace especial hincapié en la importancia de los recursos hídricos para todos; no obstante, la celebración de este año pretende dar un paso más allá pensando en que el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 6, referido al ‘Agua limpia y el saneamiento universal para todos’, está seriamente comprometido de cara a la fecha marcada, 2030.
De hecho, según Naciones Unidas, estamos muy lejos aún de dar cumplimiento a las metas propuestas y desde este organismo se insta a ampliar el alcance y la profundidad de nuestros aportes. Se dirigen principalmente a los gobiernos, a quienes exhortan a trabajar cuatro veces más rápido como promedio para paliar este deterioro medioambiental. Pero, aunque el papel de las instituciones es clave, la ONU también pretende implicar más a la sociedad en su conjunto, a título individual y a nivel de empresas. Por eso la organización ha lanzado la campaña ‘Sé el cambio’, con la que pretende impulsar formas de consumo, uso y gestión del agua más sostenible desde casa y, desde ahí, a todos los niveles.
De esta nueva forma de encarar el asunto, de la evaluación del mencionado ODS número 6 y de posibles soluciones se hablará mucho este año. La Conferencia del Agua de las Naciones Unidas, que se celebrará en Nueva York coincidiendo con la celebración del Día del Agua 2023, pretende revitalizar este importante foro de debate creado hace casi medio siglo reuniendo a los principales agentes en la materia. Durante la reunión también se presentará la ‘Agenda de Acción del Agua’ que, además de ser una hoja de ruta sobre el tema para años venideros, también hará balance de la primera parte de la Década para la Acción sobre el Agua y el Saneamiento 2018-2028, en cuyo ecuador nos encontramos.
Agbar, 155 años velando por nuestra agua
Por supuesto, las compañías que se encargan directamente de la gestión del agua son las que pueden incidir de una manera más directa, constructiva, informada y responsable. Es el caso de Agbar, empresa que en España presta servicio de agua potable a más de 13,6 millones de personas en 1.100 municipios. A través de la innovación, la digitalización y las alianzas, el trabajo de Agbar cobra sentido a partir del compromiso con el respeto por los recursos hídricos a través de una actividad que prioriza el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático en todas sus iniciativas.
En este sentido, Agbar comparte plenamente las líneas que han posicionado a Veolia, grupo en el que se integra desde 2022, como un referente mundial de la transformación ecológica a través de la gestión del agua, los residuos y la energía. Dado que la crisis hídrica que sufre gran parte del planeta es un problema que se agrava a medida que el cambio climático intensifica sus efectos, esta simbiosis resulta clave para buscar soluciones a un reto que, lejos de ser abstracto, tiene cifras desalentadoras en el horizonte: se estima que el 47% de la población vivirá en áreas con estrés hídrico en 2030, mientras que la demanda de este elemento se incrementará entre un 20 y un 50% de aquí a 2050.
Pero más que los números, la realidad es que esta situación ya se deja notar en España, uno de los países de la Unión Europea más afectados por el cambio climático. Las sequías son cada vez más recurrentes incluso en zonas poco dadas a sufrir esta carencia y, al mismo tiempo, en otras zonas se están dando episodios meteorológicos extremos cada vez más frecuentes. La contundencia de estos fenómenos ha servido, al menos, para ampliar la concienciación en torno al problema. Es una de las conclusiones a las que llega el primer barómetro de la transformación ecológica de Veolia. Esta macroencuesta a nivel mundial, elaborada en 25 países de cinco continentes, remarca la sensibilidad de los españoles frente al resto: el 85% piensa que la escasez y agotamiento de los recursos es grave e inminente (frente al 77% a nivel mundial).
Muy ligado con lo anterior, otro dato: frente al 55% de la población mundial, el 62% de los españoles cree que es necesario modificar sustancialmente nuestro estilo de vida para reducir la contaminación y, por extensión, las consecuencias del cambio climático. En definitiva: que estamos ante una cuestión urgente y ante la que nos encontramos muy sensibilizados. Por eso, el rol de empresas como Agbar, con una dilatada experiencia de 155 años en el sector, resulta clave para enarbolar este cambio que se propugna desde la sociedad y desde Naciones Unidas.
Cuidado en todo el ciclo integral del agua
En el caso del agua, esto se extiende a todo su ciclo integral. Siguiendo las líneas de Veolia, este énfasis en la preservación del medio afecta a los puntos de origen, a su suministro y su gestión posterior, que incluye la depuración y la devolución al medio. Dada la dependencia de la climatología para ‘recargar’ las fuentes que nos surten de agua, esta gran apuesta se articula en torno a la circularidad del agua. La regeneración se posiciona como una fórmula muy efectiva en este contexto, ya que permite, con un tratamiento posterior, devolverla al medio natural en condiciones óptimas para el entorno o emplearla para nuevos usos en las ciudades, industrias o la agricultura.
En paralelo, Veolia y Agbar también destacan la necesidad de contar con infraestructuras que garanticen el suministro universal y que optimicen todo el ciclo. Para ello es básica la inversión "consistente y coordinada", como explican desde la compañía, pero también contar con una gobernanza que asuma tanto las necesidades presentes como las futuras, por lo que la planificación a largo plazo es otro de los pilares de esta estrategia global.
El mejor ejemplo de ello es cómo el grupo está consolidando lo que denomina ‘ecofactorías’, como una evolución de las plantas depuradoras. Son la punta de lanza de esta pretendida circularidad en la que el agua regenerada puede derivarse para otros usos, se vuelven a poner en valor los residuos y se hace una firme apuesta por el autoabastecimiento energético a través de la producción de energías renovables. Eso es lo que ya está ocurriendo, por ejemplo, en estas depuradoras del grupo en zonas especialmente sensibles de España:
Estas instalaciones configuran un modelo que beneficia al entorno porque genera un impacto positivo, reduce la dependencia de las condiciones climatológicas y minimiza la extracción de agua del medio. Son, por decirlo de otra manera, lugares en los que se da una nueva vida al recurso más importante que tenemos y que, como el colibrí a su bosque, debemos cuidar en la medida de lo posible.