Rendir culto y honrar a quienes se han ido es un acto que trasciende sociedades y religiones. Ese último adiós a los seres queridos de una manera ritual y tradicional podría estar en peligro en países como la India, Irán o Pakistán debido a un problema con la precipitada disminución de la población de buitres.
Los ritos funerarios tradicionales zoroástricos se han llevado a cabo durante milenios en las comunidades parsi. Ellos disponen a sus muertos en estructuras denominadas dakhma (torres del silencio). Se trata de unos edificios circulares, elevados, diseñados para que el cadáver no contamine los elementos sagrados de la tierra, el fuego y el agua.
La tradición manda que los cuerpos difuntos se colocan en lo alto de dichas torres donde de manera natural se descompondrán y serán los buitres y otras aves rapaces carroñeras quienes coman esa carne hasta limpiar los huesos que acabarán siendo blanqueados por el sol y el viento durante más de un año. Después, se recogen en el centro de la torre donde la cal, el agua de lluvia, el carbón y la arena acaban haciéndolos desaparecer hasta ser arrastrados al mar.
Más allá de lo particular que nos pueda parecer en occidente este rito fúnebre llevado a cabo por los practicantes del zoroastrismo, no es humano hacer la vista a otro lado cuando escuchamos por boca de sí mismos que ya no pueden cumplir con sus tradiciones.
Una razón medioambiental
Este rito funerario zoroástrico tiene detrás más significado que el simbólico. "La idea es no contaminar la tierra" dicen sus practicantes. Y sin embargo, en ciudades como Karachi solo quedan dos torres del silencio apenas funcionales.
Con una población de 20 millones de personas, no hace falta conocer mucho esta cultura para darte cuenta de que es una cifra insuficiente para que puedan seguir practicando su tradición.
Las razones de esta imposibilidad van desde la urbanización masiva a los cambios medioambientales.
Buitres muriendo, cultura muriendo
Los buitres no cambian de manera oportunista la manera de alimentarse. No cazan, son "obligatoriamente" carroñeros. Lo suyo es localizar cadáveres y alimentarse de ellos sin distinción, aunque contengan veneno.
El responsable de las indiscriminadas muertes de buitres en la región de la India y Pakistán es el medicamento antiinflamatorio Diclofenaco. Una sustancia que se administra de manera masiva al ganado y que, una vez este fallece, llega al organismo de los buitres mediante la ingesta del cadáver.
Hinchazón dolorosa, inflamación e insuficiencia renal es lo que sufren estas aves de carroña antes de su muerte. Así ha desaparecido ya el 97% de las tres especies principales de buitres en estas regiones.
¿Solución o rendición?
Concentradores solares para acelerar la descomposición de los cuerpos, cría de buitres en cautiverio que son liberados en su hábitat para repoblar la zona… son algunas medidas que la comunidad parsi de la India está comenzando a explorar. Sin embargo, la solución final en muchos casos es la cremación o el entierro de los seres queridos renunciando así a la tradición.
Lo que parece estar claro en esta problemática de índole espiritual y medioambiental es que la única solución eficiente sería prohibir el uso de Diclofenaco para medicar al ganado. Medida ya adoptada hasta ahora por India, Pakistán y Nepal. La pregunta que no deja de rondar es, ¿será suficiente para revivir los ritos fúnebres zoroástricos?