
Varios medios intentan extinguir el incendio de Sierra Bermeja, en Málaga. EFE
El peligro desconocido de los incendios más allá del fuego: la superficie inundable se incrementa hasta en un 300%
Un estudio español ha demostrado que, además de la destrucción biológica que causa, puede convertirse en "una seria amenaza de inundaciones".
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El 8 de septiembre de 2021, se inició en Sierra Bermeja (Málaga) uno de los mayores incendios forestales que se recuerdan en Andalucía en los últimos años, tanto por la extensión como por su intensidad: tardó 17 días en poder ser extinguido y dejó alrededor de 10.000 hectáreas calcinadas. Además, una persona falleció en las labores de extinción.
Este escenario de cenizas ha cambiado, de manera inevitable, la calidad de vida de la población afectada. Aunque sus efectos no terminan aquí, como acaba de demostrar un estudio realizado por el profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Málaga (UMA) Antonio Gallegos. Este investigador ya advirtió en un anterior trabajo que el incendio de Sierra Bermeja supondría que se perdieran 1,3 millones de toneladas de suelo sólo en tres municipios.
En esta ocasión, ha demostrado cómo el incendio de 2021 podría incrementar hasta en un 300% la superficie inundable en zonas de la Costa del Sol Occidental en caso de posibles fenómenos pluviométricos de alta intensidad. "Si hay algo que tenemos más que comprobado es que los riesgos naturales no funcionan de forma aislada", señala Gallegos en declaraciones a EL ESPAÑOL.
Cuando llueve en gran cantidad, la función del suelo no es otra que la de infiltrar el agua que cae. Esto depende de que haya un suelo desarrollado, estructurado y que cuente con vegetación porque, con sus raíces, favorece que el suelo se infiltre. Pero sin ella, no se puede retener el agua de la lluvia y un buen porcentaje se convertirá en escorrentía, la cual "dará lugar casi seguro a inundaciones".
Sin opciones cortoplacistas
En algunas zonas —como, por ejemplo, el municipio de Genalguacil—, la escorrentía casi se triplica. En otras, el incremento no es tan notable, llegando a escurrir un 171% de precipitación más de lo que lo haría en condiciones normales, previas al incendio. Cabe aclarar que estos porcentajes son en base a un supuesto de máximos que no necesariamente debe cumplirse.

Así está Sierra Bermeja 365 días después de su gran incendio forestal
Aunque mientras el bosque, sotobosque y los suelos no vuelvan a recuperar sus características previas al incendio, Gallegos cree que se debe estar prevenido ante posibles episodios torrenciales. El incendio se podría convertir en "una seria amenaza de inundaciones" en los municipios de esta comarca malagueña si se produjera un evento pluviométrico similar a la dana que afectó a Valencia en octubre de 2024 o a la que también ocasionó graves daños precisamente en Málaga un mes después.
El investigador de la UMA considera que las consecuencias serían "muy diferentes" a las de Valencia por varios motivos. Una de las más evidentes es que las cuencas de los ríos Almarchal, Castor y Padrón —a diferencia de la Rambla del Poyo— están "bastante menos urbanizadas", aunque en la parte baja del Castor y el Padrón sí que existen "una serie de urbanizaciones turísticas y también hay edificación aislada".
Por tanto, habría lugares en los que, a tenor de los mapas de zonas inundables, pensarían que están fuera de peligro pero "se encontrarían con que, de pronto, el agua llegaría a edificios o carreteras que se verían inundadas cuando supuestamente no debería haber sido así".
Para evitar que se produzcan situaciones de este tipo, Gallegos reconoce que "a corto plazo no hay muchas medidas". Ante estos escenarios, "lo ideal sería trabajar con prevención a medio y largo plazo". También se puede recurrir a medidas de corrección hidrológico forestal, como construir pequeñas presas para que el agua, en caso de lluvia, no baje tan rápido.
Una de las consecuencias de que la velocidad del caudal se incremente es que resulta más dañino, pudiendo erosionar en mayor medida. Otra de las medidas fundamentales pasa por que la recuperación forestal de la zona incendiada sea lo más rápida posible: "No se puede esperar a que sea un proceso natural porque es lento y se trata de favorecer las condiciones para que se recupere esa masa forestal lo antes posible".
Zonas con más riesgo
La conclusión del estudio realizado sobre el incendio de Sierra Bermeja podría ser extrapolable a otros puntos de España; especialmente, a la región mediterránea. La combinación de ambos peligros, incendios e inundaciones, actuando de manera secuencial es un elemento intrínseco de los ecosistemas mediterráneos.
A ello hay que añadirle que esta área se caracteriza por tener precipitaciones escasas, aunque frecuentemente son de alta intensidad y con una distribución muy irregular, lo cual implica cursos de agua intermitentes con crecidas muy importantes. "Sobre todo en la región mediterránea, que es donde tenemos mayor riesgo, habría que empezar a trabajar desde ya", advierte Gallegos. Porque si no, "se van a repetir los recientes episodios de Valencia o Málaga".
Las medidas preventivas no se pueden generalizar para todas las cuencas. Una de ellas bien podría ser la reforestación del lugar donde se genera el caudal, para evitar que el agua llegue a las zonas habitadas. "Es muy efectiva", apunta Gallegos. También se deben favorecer las zonas de inundación preferentes; es decir, en lugar de permitir que el río desborde, facilitar que suelte el agua en los puntos donde existe menor exposición y menos vulnerabilidad.