Esperábamos a 'El Niño', y quien vino fue 'el monstruo'. La experiencia del invierno 2018-19 ha servido de recordatorio de la complejidad para anticipar los fenómenos meteorológicos en un entorno climático cada vez más extremo e incierto. La predicción mensual acertó al prefigurar que las temperaturas estarían por encima de la media, pera daba un 50% de posibilidades de que la estación fuera "más húmeda" de lo habitual. La moneda cayó finalmente por la cara de la aridez. Y es ahí, por el momento, en donde se queda.
El motivo no es ninguna novedad para quien haya seguido la información del tiempo en los últimos meses: la estación arrancó con clima anticiclónico por Navidad, únicamente interrumpido por un episodio de frío intenso en enero. Pero en la segunda quincena de febrero se instaló el fenómeno conocido como 'monstruo meteorológico', la descomunal dorsal de altas presiones instalada sobre la práctica totalidad del continente europeo que ha bloqueado el paso de las borrascas atlánticas invernales, favoreciendo al mismo tiempo el aumento del termómetro con más horas diarias de sol y la entrada de vientos del sur.
El resultado es un invierno de estabilidad anómala: únicamente se produjeron dos reportes de fenómenos destacados, "un tornado en Toledo" y una "nevada intensa en Huesca" durante el temporal de enero, según Delia Gutiérrez, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Por hacernos una idea, esta estación puede llegar a sumar 50 incidencias de este tipo. El resultado ha sido el segundo invierno más seco del siglo XXI y el quinto desde 1965.
"No ha llovido ni la mitad de lo que cae habitualmente", precisa Gutiérrez: solo se han recogido 98 litros por metro cuadrado, un 51% por debajo de la media. Los fenómenos relacionados con la perturbación climática global conocida como 'El Niño', que se aventuraban hacia el final del trimestre y que traerían consigo un incremento de la pluviosidad, no se han presentado en esta ocasión. El primero de ellos es la Oscilación del Atlántico Norte (NAO), la fluctuación de presiones entre la baja de Islandia y la alta de las Islas Azores. La fuerza del 'monstruo' ha mantenido las bajas presiones arrinconadas en el Atlántico Norte.
El otro efecto de 'El Niño' es el calentamiento de la baja estratosfera, que provoca la expansión del vórtice alrededor del Polo y que las borrascas circulan a latitudes más bajas. No se ha producido en Europa pero sí en América del Norte, que se ha visto barrida por olas árticas que han puesto a zonas de EEUU y Canadá por debajo de la Antártida en temperatura. Es un fenómeno incentivado por el calentamiento global amplificado en los polos pese a las declaraciones "de algún líder mundial", según apunta Gutiérrez en referencia a los tuits escépticos de Donald Trump.
Pocas esperanzas para la primavera
Los meses lluviosos para España se concentran de otoño a mayo: suponen el 76% de las precipitaciones que recibe nuestro país. Después de un otoño y un invierno hidrológicos secos, haría falta una primavera húmeda que evitase que llegásemos al verano con los embalses esquilmados del agua que nos salvó de la sequía en la primera mitad de 2018. Desafortunadamente, advierte Gutiérrez, la estación que arranca hoy a las 22:58 hora peninsular no traerá "el cambio que dé la vuelta" a la situación.
Primero, las temperaturas: la incertidumbre para el trimestre marzo-abril-mayo solo se concentra en el cuadrante noroeste, en zonas de Galicia, Asturias y Cantabria: ahí se maneja un 50% de posibilidades de que se alcancen temperaturas por encima de la media para la época, contra otro 50% de que sean las habituales. Para el resto de la Península, Canarias y Baleares, la probabilidad de una primavera que no sea "en absoluto fresca", en el eufemismo de Gutiérrez, aumentan al 80%.
En cuanto a las precipitaciones, todavía tienen la mitad de probabilidades de llegar a los valores "habituales" para la estación salvo en el sureste -Murcia, Alicante y Almería- y Baleares, donde este trimestre será "seco" para la media. Con la perspectiva a junio, se pueden manejas valores "inferiores a los normales" en todo el país. Y, tal y cómo apunta Rubén del Campo, también portavoz de Aemet, hay otra mala noticia para los pantanos: las reservas de nieve suponen tan solo la mitad de los últimos cinco años al término de la estación invernal, por lo que no contaremos con el agua producto del deshielo.