Primero llegó 'Cancerbero', después 'Caronte', y ahora 'Nerón': el gusto de los servicios de meteorología de Italia por los clásicos han dotado al verano de 2023 de un inesperado dramatismo. Al contrario que con las borrascas, todavía no hay consenso para bautizar con un nombre común a los eventos de calor extremo con alto impacto en amplios territorios de Europa. Por lo tanto, lo que experimentamos en España como la cuarta ola de calor de esta estación ha recibido más allá de nuestras fronteras el nombre del emperador que, según el relato apócrifo, ordenó incendiar Roma.
El anticiclón Nerón responde a un fenómeno típicamente canicular, la época entre mediados de julio y mediados de agosto que los mismos romanos ya identificaron como la más cálida del año. La canícula es propicia para el ascenso de masas de aire caliente desde el norte de África, que se suman a las numerosas horas de insolación y a la ausencia de nubosidad o viento como refresco. La entrada de Nerón por el mar Tirreno ha provocado anomalías de temperaturas máximas extremas en ciudades de la vertiente occidental italiana, de los 40ºC en Florencia a los 38ºC en Milán.
En nuestro caso, las temperaturas han llegado más allá, ya que la península ibérica, a diferencia de la itálica, es un 'mini-continente', en palabras del climatólogo Samuel Biener, que genera su propio calor estival. Así, la cuarta ola de calor en España ha registrado máximas de hasta 45,2ºC en El Granado (Huelva) o 44,5ºC en Montoro (Huelva). Los efectos de Nerón irían remitiendo en Europa Occidental a partir del jueves cuando un frente frío procedente del Atlántico lo empuje hacia el oeste. Los Balcanes, Grecia y Turquía se llevarán entonces lo peor de la ola de calor.
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Sin embargo, la extensión de Nerón ha rebasado ampliamente los límites de los países mediterráneos. Como sucedió con Caronte, Suiza ha tenido que activar una alerta por hasta 30ºC por debajo de los 800 metros de altura en los Alpes y por noches tropicales -a más de 20ºC- en Zúrich o Ginebra. Además, se ha batido un récord preocupante: por primera vez se han tenido que alcanzar los 5.300 metros de altitud para registrar el "punto de congelación", los 0 grados centígrados, que garantizarían que las nieves y glaciares alpinos sobrevivan.
En el lado francés, se han emitido alertas en las inmediaciones del Mont Blanc, el pico alpino de mayor altura, por el riesgo de derrumbe provocado por el deshielo. Varias regiones centrales, como el valle vinícola del Ródano, tienen avisos por máximas de 40ºC o hasta 42ºC que han batido puntualmente récords históricos. Las noches tropicales han llegado a la altura de Bélgica, Países Bajos y la mitad sur de Alemania. Estos registros plantean la necesidad de acciones europeas coordinadas en países que no están acostumbrados ni preparados para estas temperaturas.
"Una de las consecuencias del calentamiento global es que las olas de calor serán cada vez más frecuentes y más intensas", explica Marta Almarcha, meteoróloga de eltiempo.es. "Cuanto más elevadas sean las temperaturas, más riesgos existen para la salud, ecosistemas, etc., y periodos más prolongados con esas altas temperaturas también influyen negativamente, especialmente en zonas más vulnerables".
Veranos más largos y abrasadores
Los anticiclones como Caronte y Nerón son ciclópeas estructuras atmosféricas que cubren un diámetro de hasta dos mil kilómetros cuadrados. Al posicionarse sobre una superficie ya muy cálida, como ha ocurrido tanto en tierra como en las calurosas aguas del Atlántico y el Mediterráneo que se registran este año, reciben el aire caliente que se eleva. Pero las altas presiones lo devuelven hacia abajo recalentado, como un vaso situado boca abajo. Este es el fenómeno de 'domo de calor' que se ha estado manifestando en el hemisferio norte este año, con temperaturas extremas a elevada altura, alcanzando las cimas alpinas.
Si bien Nerón es un fenómeno canicular, hay factores adicionales que contribuyen a su intensificación. Las superficies han estado calentándose desde fechas más tempranas a las que se registraban en pasadas épocas. "Los veranos se están alargando más como consecuencia del calentamiento global y los 30ºC se alcanzan cada vez antes en nuestro país", explica Almarcha. "El inicio del calor -los 30ºC- se ha adelantado en casi todo el país entre 3 y 4 semanas y el último día con 30ºC también se está retrasando, pasando de principios a finales de septiembre".
Con estos datos, "no resulta raro que tengamos episodios de calor extremo fuera de los meses de julio y agosto". Así, ya en 2022 -el verano más cálido registrado en Europa-, España ya experimentó su primera ola de calor en junio. Hay precedentes tan tempranos, como en 1981, pero no tan amplios: la ola se clasificó como "la tercera en el ranking de extensión desde que hay datos, afectando a 38 provincias", subraya Almarcha. "Que tengamos temperaturas cada vez más altas fuera de la canícula puede llevar a que tengamos olas de calor más tempranas o tardías", concluye.