La escalada de temperaturas mundiales que ha batido récords históricos mes tras mes durante más de un año da indicios de ralentización. Y España, una de las regiones más sensibles a las alteraciones del clima global, cerró el mes de mayo con una media de temperaturas normales para la época del año según el promedio del período 1991-2020. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), no obstante, desgrana las aristas de esta "nueva normalidad": ha sido un mes de intensos contrastes, con bruscos cambios entre episodios fríos y cálidos, y una fuerte incertidumbre meteorológica.

Sin embargo, ya hay un consenso global para anunciar que el mundo pasa a una nueva fase, levantando el pie del acelerador del calentamiento. Aunque hay múltiples factores detrás de los recientes récords de calor que no son todos imputables a los gases de efecto invernadero -del cambio en los combustibles de los barcos a la erupción del volcán Hunga Tonga-, la elevada temperatura del agua oceánica ha sido el gran diferencial, la 'gasolina' tras los eventos extremos. Y se exacerbó con el inicio de 'El Niño' el pasado otoño, un fenómeno natural que provoca el calentamiento del Pacífico Ecuatorial.

'El Niño' es en realidad la fase cálida del ENSO, las siglas de 'Niño-Oscilación del Sur' en inglés. Tras el pico de corrientes cálidas, las temperaturas pasan a una fase neutra. Y aunque los efectos sobre España son dudosos por la distancia, el enfriamiento global se ha ido traduciendo en meses cada vez más alejados del récord de calor. 2024 ha tenido el enero más cálido de la historia, el segundo febrero más cálido, y tanto marzo como abril han descendido en la clasificación hasta normalizarnos en mayo. No obstante, el verano aún superará a la media.

Superado verano, el ENSO pasará a la fase opuesta, la fría, que por extensión recibe el nombre de 'La Niña'. La Organización Meteorológica Mundial (OMM), dependiente de Naciones Unidas, ha confirmado las observaciones de varias agencias nacionales, como la australiana, y estima entre un 60 y un 70% las posibilidades de que ocurra entre julio y septiembre. Además de provocar el enfriamiento de las aguas del Pacífico Ecuatorial, 'La Niña' trae "cambios en la circulación atmosférica tropical, a saber, en los vientos, la presión y las precipitaciones".

Tal y cómo ocurre con 'El Niño', las regiones bañadas por el Pacífico, e incluso el Índico, son las que sufren sus efectos de modo más intenso e inequívoco. 'La Niña' tiende así a dejar precipitaciones superiores a lo normal en el extremo norte de América del Sur, América Central, el Caribe, el norte de la región del Cuerno de África y el Sahel, partes del suroeste de Asia y el centro del Continente Marítimo. Pero en un clima global interconectado, el enfriamiento de las temperaturas de los sistemas oceánicos lleva a los meteorólogos a confiar en una pausa al calentamiento acelerado.

"La Niña también podría ayudar a bajar la temperatura global en 2024 respecto a 2023 aunque dependerá de otras anomalías de temperatura oceánicas", explicaba Mario Picazo, meteorólogo de eltiempo.es. Pero el calor que han acumulado las aguas del planeta es tan intenso en estos últimos meses que el enfriamiento podría quedarse corto, con una situación más parecida a la "neutralidad" entre fases cálidas y frías. "De ser así, es posible que el impacto sea menor tanto en la región del Pacífico como en otras más remotas del planeta".   

La realidad es que, a medio y largo plazo, la crisis climática persiste. "Nuestro planeta seguirá calentándose debido a los gases de efecto invernadero que retienen el calor en la atmósfera", advierte Secretaria General Adjunta de la OMM, Ko Barrett. "Las temperaturas excepcionalmente elevadas de la superficie del mar seguirán desempeñando un papel importante durante los próximos meses". El objetivo del Acuerdo de París de contener el aumento a 1,5°C con respecto a la era preindustrial sigue en entredicho.

La lupa sobre España

'El Niño' de este año ha sido lo bastante intenso, pese a todo, como para hacer que los cinco primeros meses de 2024 en España hayan sido los más cálidos desde que hay registros, empatando con 2020, y superando en 1,4ºC la media del promedio 1991-2020, confirma Aemet. La llegada de la fase neutra y la aparente normalización también encierran señales de alarma. "La tendencia hacia mayos más cálidos es clara: si establecemos el umbral de temperatura media de 17 ºC, vemos que se ha alcanzado o superado diez veces. Entre 1961 y 2005, tres veces. Desde 2006, siete veces".

Esta misma situación de contraste se aprecia en las precipitaciones: la sequía parece haber quedado atrás en nuestro país con un 10% más de lluvias en los cinco primeros meses con respecto al promedio 1991-2020. Sin embargo, el mapa revela el grave déficit en la vertiente mediterránea. "Mientras que en puntos de Galicia han caído más de 1500 l/m2;, duplicando casi el valor normal, en el sureste hay zonas con menos de 30 l/m2;, valores que no llegan ni a la cuarta parte de lo normal".

"En mayo hemos estado justo en ese punto de transición entre 'El Niño' y 'La Niña'. Seguro que uno y otro, aunque lejanos, han podido influir en la dinámica atmosférica que nos ha tocado vivir este mes de mayo", confirma Picazo a EL ESPAÑOL. "Habría que mirar más cerca para encontrar una explicación a este mes de contrastes, ya que hemos tenido un Atlántico excepcionalmente cálido durante los últimos meses".

Por otra parte, "también habrá tenido algo que ver la señal global de calentamiento", añade. "Sabemos que influye en la configuración de la corriente en chorro que también en primavera muestra importantes ondulaciones a las que se pueden asociar los vaivenes térmicos que hemos notado".