La tregua de temperaturas que ha dejado a España al margen de los récords mundiales llegó a su fin con el arranque de la canícula, el periodo de mediados de julio a agosto que tiende a ser el más cálido del año. La misma semana en la que el planeta ha alcanzado un pico histórico de calor -los 17,15°C de media, el mayor dato para la fecha desde que hay registros según Copernicus, el Servicio de Cambio Climático de la UE-, nuestro país alcanzaba el punto álgido de la segunda ola de calor del año con 45,6ºC en El Granado, Huelva.
En redes sociales, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) confirmaba que los últimos episodios calurosos -el siguiente podría llegar después del fin de semana- podrían hacernos pasar de un junio de 2024 'frío' a un julio que empatase en temperaturas con el de 2023, oficialmente el año más cálido de nuestro país. Aunque las previsiones apuntan a que no se volverá a batir el récord, la escalada de un mes para otro ilustra el poder de las olas de calor para alterar la climatología en nuestra región. Un fenómeno, según alerta Naciones Unidas, que no hará sino empeorar.
Antonio Gutierres, Secretario General de la ONU, ha lanzado una llamada a la acción para combatir las temperaturas extremas que se apoya en un informe para el que han colaborado diez agencias de Naciones Unidas. Los datos tan dispares de organismos como la OMM -meteorología-, la OMS -salud-, la FAO -alimentación- o Unicef -infancia- ponen el acento particularmente en el sur de Europa. "Los eventos de clima extremo, como las olas de calor, serán cada vez más recurrentes e intensos en Europa, y especialmente en nuestro país", advierte Patricia Tarín, investigadora del Barcelona Supercomputing Center (BSC-CNS) y una de las participantes.
Los datos de la ONU se apoyan en el reciente análisis realizado por el consorcio de investigación ClimaMeter, centrado en la reciente ola de calor Europea que se produjo entre el 17 y 19 de julio. En España, este episodio tuvo un carácter extremo, con centenares de localidades alcanzando los 44ºC. Pero según recogen los investigadores, fue absolutamente excepcional en puntos de Europa Central y el Este. En Hungría se produjo un colapso ferroviario porque sus trenes "no están preparados" para temperaturas tan elevadas, y los hospitales de Rumanía tuvieron cortes de electricidad al sobrecargar sus sistemas de aire acondicionado.
Los investigadores analizaron episodios de calor extremo coincidente con este último ocurridos entre 2001 y 2023, y los compararon con modelos que reproducían las condiciones climáticas en la región entre 1979 y 2001. Su conclusión es que las últimas olas de calor de julio de 2024 en Europa han sido entre 1,5ºC y 3 °C más cálidas que las observadas hasta finales de los años noventa del siglo XX. Y si bien en esta última ola los excesos de temperatura fueron más extremos en Francia, Suiza y Alemania, la tendencia apunta directamente al sur de Europa.
Pérdida de vidas y riqueza
Más allá de los daños a la agricultura y la economía, las casi seis mil muertes por calor anuales que se registran en nuestro país podrían triplicarse si el exceso de 3ºC se consolida en unas olas de calor que son cada vez más frecuentes, duras y largas. Según Naciones Unidas, el ritmo actual de calentamiento provocará hasta 40 días más al año con más de 35ºC en España en las próximas décadas. Un recorte más ambicioso de las emisiones de efecto invernadero, las principales responsables según el informe de ClimaMeter, reducirían a la mitad ese incremento.
Las olas de calor, recuerda Naciones Unidas, tienen un impacto en el PIB directo, al afectar a la agricultura, el turismo, la hostelería y la productividad en general. "Se calcula que sólo las olas de calor de 2023 habrán mermado un 1% el PIB de España", sostiene su argumentario. "Hacer frente al cambio climático es más barato que sufrir los impactos y sus consecuencias", explica Elisa Sáinz de Murieta, del BC3, Basque Centre for Climate Change. Es más favorable desde un punto de vista social y ambiental: la mitigación nos devuelve 1,9 euros por cada euro invertido".
Finalmente, las sequías asociadas a las elevadas temperaturas suponen la parte más dramática del aviso de Naciones Unidas. "Se prevé que la actual sequía mediterránea costará a Andalucía 4.500 millones de euros en 2024", apuntan. "Casi tres cuartas partes de España corren peligro de desertificación este siglo si no se reducen las emisiones. Con un calentamiento de 3 °C -el nivel al que nos encaminan las políticas actuales-, dos tercios de la población del sur de Europa sufrirían escasez de agua, al límite físico y tecnológico de la adaptación".