No se sabe muy bien cómo hemos llegado hasta aquí, pero si hiciéramos una encuesta a pie de calle para preguntar si un sándwich (el clásico sándwich mixto, por ejemplo) representa una opción saludable para alimentarnos en nuestro día a día, es probable que el común de los mortales respondiera que sí. Sin pestañear además: "Sí". De hecho, los sandwiches envasados llevan colándose en las máquinas de vending desde hace años y ejerciendo de salvavidas para aquellos seres hambrientos que huyen de kit-kats, bolsas de patatas fritas y palmeras de chocolate "porque engordan".
La realidad es que la amplia mayoría de los sandwiches envasados son alimentos ultraprocesados elaborados casi siempre con pan industrial con harinas refinadas, queso que no es queso, jamón york que no es jamón, azúcares y salsas de todo tipo. En román paladino: comida rápida insana. Echemos un vistazo por ejemplo este sándwich vegetal. Basta con ir a la etiqueta para comprobar que se trata de un producto que está hecho con pan elaborado con harina refinada de trigo (50%), salsa rosa (15%), tomate (13%), queso edam (7,5%), fiambre de magro (7,5%), y lechuga (7%). Es decir, que el contenido "vegetal" del tipo de sándwich a priori más saludable no llega al 20% siquiera del producto.
El pasado mes de octubre, el dietista-nutricionista Carlos Ríos compartía este otro ejemplo en su cuenta de Twitter: otra sándwich vegetal (esta vez además con atún), en cuyo envase se pueden leer reclamos como "pan integral 100% natural", "sin conservantes ni colorantes" o "bajo en azúcares". La cruda realidad es que se trata de un emparedado hecho con una mezcla de harinas integrales y aceites refinados, con un contenido de lechuga y tomate escaso, y con una cantidad nada desdeñable de sal. En el mercado también podemos encontrar sándwiches de cangrejo sin cangrejo, o de salmón sin casi salmón, entre otros.
"La fama de saludables de los sándwiches mixtos o vegetales se la hemos dado nosotros. En nuestra cabeza tenemos asociado el término 'vegetal' con algo más sano y no tiene por qué ser así", explica Gemma del Caño, farmacéutica y especialista en seguridad alimentaria. Lo mismo ocurre en el caso de los mixtos. "Si el pan no es integral, el jamón es fiambre y el queso es un preparado lácteo, desde luego no va a ser una opción saludable", añade la experta, cuya genial charla desmontando las supuestas bondades del sandwich mixto junto a la también farmacéutica Marián García saltó a los medios de comunicación el pasado mes de septiembre.
Sí, los sándwiches son comida rápida
Un sándwich nunca podrá ser una opción saludable desde el mismo momento en el que el 50% del producto es un pan de molde industrial hecho a base de harinas refinadas. Del Caño asegura sin embargo que este alimento, elaborado con pan integral de verdad, con lechuga, tomate y los ingredientes correctos, sí puede ser una alternativa cómoda y saludable. Desgraciadamente, los que encontramos en máquinas de vending, estaciones de servicio, supermercados y establecimientos varios no lo son. "Los sándwiches envasados suelen ser peores, pero no por el envasado o los aditivos que se pueden añadir. Eso sólo hace que duren más", comenta. "El problema viene en la elección de ingredientes. Esas materias primas no son de la mejor calidad (normalmente vienen picadas) y cubiertas de salsas que enmascaran sabores e incluso texturas".
No son muchos los estudios que han evaluado de forma aislada la influencia del consumo de este popular producto en la dieta. Uno de los últimos fue publicado hace un par de años en la revista Public Health. Los investigadores, que analizaron los datos ofrecidos por una cohorte de más de 25.000 estadounidenses durante nueve años, encontraron que un sándwich puede llegar a representar el 25% del total de calorías diarias, además de hasta un tercio del consumo diario de grasas recomendadas, grasas saturadas, colesterol y sal. Las conclusiones del trabajo son meridianamente claras: "Los consumidores deben evaluar con prudencia el contenido de calorías / nutrientes del sándwich para poder elegir alimentos más saludables".
La cosa no queda aquí. Otro estudio publicado en 2015 en la revista Proceedings of the Nutrition Society y realizado en Reino Unido encontró que los sándwiches tenían una excesiva cantidad de sal (la OMS recomienda un consumo de menos de cinco gramos al día). "El consumo regular de sándwiches comprados en tiendas independientes, particularmente en combinación con otros alimentos de alto contenido en sal, puede contribuir al desarrollo de hipertensión", advertían los investigadores. Además, tampoco conviene olvidar que la comida rápida ultraprocesada, además de con problemas cardiovasculares e hipertensión, está directamente relacionada con la obesidad y también con el cáncer.
Así, la cantidad de calorías que aporta un sándwich envasado a la dieta varían sobremanera dependiendo de los ingredientes con los que se haya elaborado (y será a todas luces excesivo si se acompaña con las típicas patatas fritas y el refresco). Reclamos como "bajo en calorías", "vegetal" o "light" pueden llevarnos a engaño al pensar que se trata de un producto saludable. Sin embargo, lo realmente importante, más allá de su valor energético, es el tipo de alimentos con que estén hechos. "Si los ingredientes elegidos son sanos, no es necesario preocuparte tanto por las calorías. La calidad nutricional es lo importante", finaliza Del Caño.