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    Un mal muy común.

    Algunos tipos de alimentos suelen generar reacciones en las personas que los consumen. Por ejemplo, los muy picantes, secreción nasal; las alubias y otras legumbres, gases; o el alcohol, incluso moderado, puede ser causa de dolor de cabeza. En otras ocasiones, las reacciones se deben a la intolerancia del organismo hacia determinados componentes presentes en los alimentos. Esto ocurre, por ejemplo, con la lactosa que se encuentra en los productos lácteos.

    A veces, se confunden las intolerancias con las alergias alimentarias. Pero la realidad es que son casos muy diferentes, ya que en estas participa el sistema inmunológico. Cuando se ingiere algún producto al que se es alérgico, dicho sistema desencadena una respuesta inmune anormal: lanza sustancias químicas, como la histamina, para protegerse frente a unas proteínas que, por error, considera dañinas.

    Las alergias generan varios síntomas leves, como sarpullido en la piel o un picazón en los ojos. Sin embargo, en algunas circunstancias, las consecuencias pueden ser mucho graves, ya que en los casos más extremos causa un episodio de anafilaxia e, incluso, la muerte. 

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    Leche.

    Este alimento genera alergias a aproximadamente el 3 % de los bebés y niños pequeños. Los estudios demuestran que es más común cuando han estado expuestos a la proteína de la leche de vaca antes de los seis meses. La buena noticia es que las tasas de superación de esta alergia son muy altas, ya que cerca del 90% de los niños superarán la enfermedad antes de cumplir los tres años.

    Tanto los pequeños como los adultos alérgicos reaccionan a su consumo con síntomas como hinchazón, erupciones, urticaria, vómitos y, en casos raros, anafilaxia. Estos episodios se presentan en un plazo de entre 5 y 30 minutos tras el consumo.  Otros síntomas tienen un origen intestinal, como vómitos, estreñimiento, diarrea e inflamación de la pared.

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    Huevos.

    La alergia al huevo está muy extendida. De hecho, según algunos datos, ocupa el segundo puesto entre la alergias alimentarias más extendidas entre la población infantil. Al igual que con la leche, muchos de ellos, alrededor de un 68%, la superarán antes de alcanzar los 16 años.

    Como curiosidad, es posible ser alérgico a las claras de huevo, pero no a las yemas, y al contrario. La explicación a este peculiar fenómeno radica en que las proteínas presentes en cada una de estas partes tienen unas ligeras diferencias. Sin embargo, algunos estudios apuntan a que la mayoría de las proteínas que desencadenan una alergia se encuentran en las claras de huevo, por lo que la alergia a estas es más común.

    Dolor de estómago, reacciones cutáneas (como urticaria o sarpullido) o la aparición de problemas respiratorios son los síntomas más comunes entre los alérgicos al huevo si lo consumen. También es posible sufrir episodios de anafilaxia, aunque son menos frecuentes.

    Paradójicamente, un estudio encontró que alrededor del 70 % de los niños con alergia al huevo podrían tolerar galletas o pasteles con huevo cocido. Sin embargo, ante la duda, es mejor abstenerse. 

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    Nueces, almendras y anacardos.

    Según los datos aportados por el SEICAP, un 1 % de los niños españoles sufre alergia hacia los frutos secos. Un porcentaje muy similar al de Estados Unidos, de acuerdo a algunos estudios. De entre ellos, la nuez es la que se sitúa en cabeza, seguida por anacardos, almendras o piñones.

    Las personas afectadas deben abstenerse de comerlos, así como cualquier otro producto que los incluya entre sus ingredientes, como pasteles, mantequillas y aceites.  Los efectos de esta alergia son muy graves.

    De hecho, los datos apuntan a que las alergias a los frutos secos son los responsables de alrededor del 50 % de las muertes relacionadas con la anafilaxia.Ante estas cifras, es recomendable que quienes sufren esta enfermedad tengan al alcance un autoinyectador de adrenalina para atajar rápido los síntomas de una reacción alérgica grave.

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    Cacahuetes.

    Aunque se considera un fruto seco, como los anteriores, se trata de una leguminosa, y se estima que entre un 4 % y un 8 % de los niños y casi un 2 % de los adultos son alérgicos.  Sus síntomas son muy similares a los de las nueces y pueden oscilar entre reacciones leves o muy graves.

    La gran mayoría de personas alérgicas durante la infancia lo continuarán siendo en la edad adulta, ya que se estima que solo un 20 % de los casos se resuelven con el paso del tiempo. No existen pruebas concluyentes sobre las causas de esta patología, pero se especula con razones genéticas.

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    Mariscos.

    Los mariscos son considerados auténticos manjares, y gran parte de las celebraciones en las que participamos los incluyen en la carta. Además, en muchos países, especialmente en Asia, son un ingrediente fundamental para muchos de sus platos. Bajo esta denominación encontramos gambas, langostinos, langostas, vieras o camarones, entre otros muchos. El factor clave en esta alergia suele ser una proteína llamada tropomiosina.

    Las evidencias científicas apuntan a que, a diferencia de otras, esta alergia no tiende a resolverse con el tiempo. Ello implica que los afectados deben excluir de su dieta cualquier tipo de marisco y producto derivado a lo largo de su vida.

    Los síntomas pueden ser similares a los que genera una intoxicación por virus o parásitos, ya que en ambos suelen generar problemas digestivos como vómitos, diarrea y dolor de estómago. En casos graves, puede dar lugar a un shock anafiláctico con consecuencias más serias.

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    Trigo.

    La causa de la alergia al trigo se encuentra una de sus proteínas. Aunque afecta sobre todo a niños, la mayoría lo superan antes de los 10 años de edad. Si no se conocen bien sus efectos puede confundirse con la enfermedad celíaca. 

    Sus síntomas más comunes son problemas digestivos, urticaria, vómitos, erupciones, hinchazón y, en casos graves, anafilaxia. En casos graves puede desembocar en un final fatal. El único tratamiento es evitar el trigo y los productos derivados, así como aquellos que lo incluyen entre sus ingredientes. 

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    Soja.

    La alergia a la soja es causada por una de sus proteínas. Se calcula que alrededor del 0,4 % de los niños están afectados por esta patología. La gran mayoría, un 70 %, la supera antes de alcanzar la edad adulta. 

    Los síntomas pueden variar desde una simple sensación de picazón u hormigueo en la boca y secreción nasal, hasta erupción y asma o dificultad para respirar. La aparición de casos de anafilaxis es muy poco frecuente, aunque no improbable. Las personas alérgicas a la soja deben tener especial cuidado en consumir productos que la contengan, como las bebidas o las salsas.

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    Pescado.

    El pescado es otro alimento muy nutritivo e importante en las cocinas de muchos países. Sin embargo, muchas personas sufren alergia: se estima que casi un 2% de los adultos.  La diferencia con otras alergias es su mayor probabilidad a aparecer en la edad adulta, como ocurre en el 40 % de los casos

    Sus síntomas suelen ser muy leves, con vómitos y diarreas, pero pueden dar lugar a graves episodios de anafilaxia y causar la muerte. Es fácil confundirla con una intoxicación por presencia de bacterias, virus o toxinas. Curiosamente, al ser diferentes las proteínas que contienen, puede ocurrir que los alérgicos al marisco no lo sean al pescado, y viceversa.