De entre todas las carnes que podemos encontrar en el supermercado, el pollo es la que tiene fama de ser la más saludable. En el supermercado podemos encontrar distintas 'variedades': desde el pollo industrial tradicional al pollo ecológico, pasando por el pollo campero o el pollo de corral. Es éste último, sin embargo, el que el consumidor de a pie siempre ha considerado como un producto de mayor calidad. De hecho, suele pagar más dinero por él que por un pollo industrial. Pero el pollo de corral no existe. Al menos, la legislación vigente no contempla esta denominación.
"El consumidor asocia la denominación 'pollo de corral' a un animal que se ha criado a la antigua usanza, alimentado a base de picotear al aire libre en contraposición a lo que considera 'pollo industrial'", explica Beatriz Robles, dietista-nutricionista y especialista en seguridad alimentaria, que asegura además que solemos atribuirle unas mejores características sensoriales y nutricionales. "A esto añadimos que en muchas ocasiones va acompañado de una carne de un color más amarillo, también asociada a la creencia de que es más 'natural'", añade.
Lo cierto es que la legislación vigente no contempla la denominación "pollo de corral". Y como no la contempla, este animal puede haber sido criado de la misma forma que un pollo industrial. "El artículo 78 del reglamento 1308/2013 establece las denominaciones de venta de distintos productos. 'Aves de corral' es la aceptación genérica para un sector productivo que engloba preparaciones y productos de las especies Gallus domesticus, pato, pavo, ocas y pintadas. Todas ellas son 'de corral', independientemente de su sistema de producción", apunta Robles.
La propia patronal de los productores, Propollo, reconocía en un artículo publicado por Economía Digital que la calidad nutricional entre un pollo de corral y uno industrial es similar, pese a que el precio del primero suele doblar al del segundo.
El pollo 'campero'
'Campero' es otra denominación habitual que encontramos en las bandejas de pollo cuando acudimos a la sección de carnicería del supermercado. En cambio, este reclamo sí que se encuentra regulado en tres categorías distintas: 'campero', 'campero tradicional' y 'campero criado en total libertad'. ¿Es mejor un pollo 'campero' que un pollo industrial? Pues, como dice Jarabe de Palo, depende. Si lo que nos importa es el bienestar animal, efectivamente, sí que existen algunas diferencias.
"El pollo industrial se sacrifica a los 42 días aproximadamente (no hay mínimo legal, pero si se sacrifican antes de 28 días se consideran 'pollitos'), mientras que el 'extensivo en interior' y el 'campero' viven legalmente hasta los 56 días como mínimo", apunta la especialista en seguridad alimentaria.
Así, atendiendo a criterios estrictamente nutricionales y tecnológicos, los pollos que se crían en un régimen intensivo de crecimiento rápido tienen unas peores características por distintos motivos. "También el bienestar animal se resiente: el engorde rápido hace que se muevan peor, pasen más tiempo quietos y aumentan los problemas de dermatitis", confirma la especialista.
¿Y los pollos ecológicos? ¿Son mejores que el resto? La especialista responde: "La producción es similar a la del campero criado en libertad (edad del sacrificio, acceso al aire libre durante una parte de su vida), con diferencias en cuanto a la alimentación (piensos ecológicos) y manejo (se prohíben prácticas como el recorte del pico)".
Por último, siempre se habla del pollo como una carne interesante desde el punto de vista nutricional. De hecho, los gimnasios están llenos de gente que se alimenta básicamente de pechugas de pollo debido a que se trata de una carne baja en grasa. Pero, ¿es realmente así? ¿La pechuga es la parte del pollo más interesante nutricionalmente? Según Robles, "se considera que la pechuga es más saludable porque tiene un menor contenido total de grasa y, específicamente de grasa saturada que los muslos (que contienen el triple)".
Ahora, esto también provoca que sus características organolépticas varíen ya que la pechuga es bastante menos jugosa que el muslo. "No obstante, estamos hablando de una carne poco grasa en general (entre 3 y 9 gramos de grasa por 100 gramos de carne), y esta característica no debe condicionarnos a la hora de consumir la parte que más nos guste", finaliza.
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