No sabemos muy bien cómo, pero el ser humano es esa especie que piensa que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Ocurre con los jóvenes ("es que los millennials..."), con la situación de la prensa ("los titulares de ahora…") y, por supuesto, también ocurre con la comida. Justo en un momento en el que los alimentos son más seguros y de más calidad, la industria aprovecha reclamos como "tradicional" o "casero" para encasquetarnos productos que, por muy populares que sean, no nos benefician.
Ocurre con las albóndigas, por ejemplo. Estas bolas de carne picada que elaboraba nuestra abuela para echárselas al cocido o para servirlas con tomate y guisantes, entre otras recetas, no han sido nunca el colmo de la salubridad. No lo fueron antes y tampoco lo son ahora. Las que podemos comprar en el supermercado precocinadas, tampoco. De hecho, cumplen todas las características de un producto ultraprocesado, por muy "gourmet" que ponga en el envase.
"Debemos entender que unas albóndigas, sean de bote o hechas en casa, no son un alimento que debamos ingerir con frecuencia", comenta el dietista-nutricionista Daniel Ursúa y autor de Nutrihabits. "La carne picada está considerada carne procesada y, por lo general, suele utilizarse carne roja, por lo que estos dos factores nos deberían hacer evitar este tipo de preparaciones", añade. Al fin y al cabo, esta receta tradicional, que ha pasado de generación en generación, utiliza el mismo ingrediente que llevan las hamburguesas: carne picada.
En realidad, lo normal es que ni siquiera lleven una gran cantidad de carne y que ésta no sea de la mejor calidad. Si acudimos a la etiqueta de esta marca, por ejemplo, podemos ver que el porcentaje de magro de cerdo apenas llega al 40%. En el caso de este otro bote, las albóndigas representan un porcentaje algo más alto, el 56% del total del producto. Eso sí, están elaboradas con una mezcla de carne de pollo, magro de cerdo y carne de vacuno, además de soja texturizada, huevo líquido, fécula de patata, sal, ajo, pimienta blanca y nuez moscada. En el caso de estas otras "gourmet" ni siquiera están elaboradas con carne, sino que su ingrediente principal es el agua y, además, le añaden proteínas de soja, de trigo, mayonesa y aceites vegetales.
¿Podemos fiarnos por tanto de reclamos como "casero", "gourmet" o "de la abuela"? Spoiler: no. Como hemos repetido en infinidad de ocasiones, estos reclamos que incluyen las maracas en los envases no están regulados por ninguna norma de calidad. Son truquitos que utiliza la industria para hacernos creer que estamos ante un producto tradicional, de una mayor calidad. "Da igual si pone gourmet, de la abuela, sanas sanísimas o caseras. Siempre debemos leer la etiqueta, ya que ahí es donde realmente podemos valorar si un producto es más o menos sano", confirma Ursúa.
Vale, pero a pesar de todo esto, te flipan las albóndigas. ¿Qué hacemos? ¿Por cuáles apostamos si no tenemos ganas de hacerlas en casa? "Si queremos escoger la mejor opción dentro de estos platos debemos buscar aquellas que tengan un mayor porcentaje de carne magra", explica el nutricionista. "Respecto a la salsa o a la guarnición, exactamente lo mismo. Deberemos ver la lista de ingredientes y elegir aquella que utilice menor cantidad y mayor calidad de grasa y, preferiblemente, la que mayor cantidad de verdura utilice".
Por supuesto, cabe señalar que no toda los productos precocinados que encontramos en el supermercado son malos para la salud por el mero hecho de haber sido procesados. La verdura congelada, por ejemplo, es una magnífica alternativa. "Entre los alimentos procesados podemos encontrar opciones saludables", afirma Ursúa. Ocurre lo mismo con el salmorejo o el gazpacho envasado, un producto procesado que, aun así, cumple con todos los requisitos para poder ser una buena opción dentro de una dieta saludable.
Eso sí, el nutricionista advierte que conviene seguir estando atento a las etiquetas a la hora de elegirlos. "Debemos recordar que, cuando cocinamos en casa, somos conscientes de la cantidad y la calidad de los ingredientes que utilizamos, por lo que, aunque podemos encontrar platos preparados saludables, la mayor garantía la obtenemos cocinando nosotros", finaliza.
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