Las salsas no tienen muy buena fama dentro de las dietas saludables y de adelgazamiento. Normalmente, son usadas para proporcionar más sabor a un determinado plato y, por tanto, tienden contener una cantidad destacada de sal, azúcar o las dos cosas. Además, las marcas comerciales tienden a aumentar la proporción de estos ingredientes en aras de lograr un producto más delicioso. Realizar las salsas en casa permite tener un mayor control sobre estos polémicos ingredientes.
Es cierto que la sal tiene calorías y que es el principal aporte de sodio de la dieta. Sin embargo, este mineral cuando se toma en exceso se asocia a la hipertensión, un factor de riesgo de las enfermedades cardiovasculares. Por eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el consumo diario de sal no supere los 2 gramos. En este sentido, los productos procesados son los alimentos que más sal suponen en nuestra dieta sin que la percibamos.
El azúcar, por su parte, aporta casi 400 calorías por cada 100 gramos, según los datos que aporta la Fundación Española de Nutrición (FEN). La totalidad del azúcar son hidratos de carbono simple y, según la OMS, su consumo excesivo se asocia a la obesidad, factor de riesgo de un gran número de enfermedades, y a las caries dentales. Por este motivo, la OMS recomienda reducir el consumo de azúcar libre al 5% del total de nuestra dieta. El contenido de azúcar puede variar de una marca de salsas a otra y, por eso, la diferencia de calorías entre las distintas marcas puede ser pronunciada. Aquellas que añaden aceite también hacen ascender el aporte calórico.