Las jarras purificadoras de agua se han convertido en los últimos 10 años en uno de los elementos imprescindible en las casas españolas, hasta el punto que una marca (Brita) casi se ha establecido como genérico del producto. A pesar de que los ciudadanos estén dispuesto a gastarse el dinero en ellas, la realidad es que el agua filtrada no es más sana que la del grifo, según explica a EL ESPAÑOL J.M. Mulet, investigador y profesor de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia.
El divulgador científico relata que en caso de no gustar el sabor del agua corriente, "es cierto que la jarra se lo puede quitar, pero la del grifo está muy controlada y tiene una calidad óptima". Por ello señala que "por un tema de salud no hay ninguna justificación para recurrir a estas jarras".
El "marketing del miedo" puede ser una de las claves para que estas jarras hayan triunfado tanto, según el profesor universitario. "Pero la cuestión es que el agua del grifo es suficientemente sana", apunta Mulet. "Estás pagando por algo que no te aporta ningún beneficio extra", añade.
[Más información: La gran mentira de las jarras tipo Brita: "El agua no es más sana que la del grifo"].
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