A estas alturas, quedan pocas dudas de que los alimentos ultraprocesados se asocian a un peor estado de salud y, lo que es peor, a una mayor mortalidad. Esto lo han vuelto a confirmar dos estudios publicados en la última edición de la revista The BMJ. Se trata de un trabajo francés y uno español llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Navarra. Mientras que el primero vuelve a demostrar que un consumo elevado de ultraprocesados se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y cerebrovascular -o, por usar otras palabras, infartos e ictus-, el segundo lo vincula directamente al exceso de mortalidad y lo hace, además, con cifras concretas.
Lo que el análisis concluyó es que un consumo elevado de alimentos ultraprocesados -más de cuatro raciones al día- se relaciona con un aumento del 62% del riesgo de mortalidad. Cada ración adicional de este tipo de comida incrementaba el riesgo de mortalidad en un 18%.
Aunque eso pueda parecer mucho, no lo es tanto si ponemos un ejemplo concreto. Un día que comienza desayunando un dónut y en el que se almuerza una comida teóricamente ligera, una sopa de sobre. Para cenar, quizás porque haya una reunión con amigos u otro evento, se opta por una pizza, acompañada de helado de postre y, ¿por qué no? se concluye con una copita, una bebida fermentada como el whisky.
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