La industria alimentaria no sólo añade azúcares, sales y grasas para que nos gusten más sus productos. Uno de sus ardides más comunes es intentar llegarnos al corazón con su marketing. Con este objetivo, hacen creer al público que algunos productos encerrados en bolsas de plásticos e, incluso, distribuidos en polvo, se han cocinado a la vieja usanza. Tal y como lo hacía la abuela. Por ello, muchos etiquetados incorporan la palabra artesanal o casero de manera incorrecta.
Lo cierto es que, actualmente, existen pocas leyes que pongan coto a estos engaños. Una de ellas es la reciente norma del pan que aprobó el Gobierno a finales de abril de 2019 y que entró en vigor hace un mes. A través de ella se ha intentado poner fin a otros términos que eran utilizados de manera engañosa como integral. A partir de ahora, el pan integral será aquel que contenga un 100% de harinas de grano completo.
La palabra artesanal, que generalmente se entiende como "hecho a mano", se describe en esta ley como un producto en cuya elaboración ha primado el factor humano frente al mecánico. Sin embargo, esta norma sólo afecta al pan y, por tanto, la publicidad engañosa sigue campando a sus anchas en los supermercados. La OCU recomienda desconfiar de los productos que incluyan estos calificativos y recuerda que los productos artesanales cuentan con sellos distintivos por ser típicos de una región. A continuación, algunos de estos productos artesanales, pero no mucho.