La industria alimentaria sigue con su obsesiva, y muy rentable, apuesta por llenar el mercado de todo tipo de productos enriquecidos: con vitaminas, con proteínas, con Omega 3 o con fibras, entre tantos otros. Uno de los que está ganando adeptos en los últimos tiempos, pero que también ha generado polémicas, es la leche enriquecida con fibra. Un añadido del que ya disfrutan una amplia diversidad de alimentos. En este contexto no son pocos los consumidores que se preguntan si la leche que se comercializa bajo la etiqueta de "enriquecida con fibra" supone algún tipo de ventaja con respecto a otros productos convencionales.
Antes de entrar al fondo de la cuestión, es importante tener claro qué es, qué hace y de dónde proviene la fibra. "La fibra es una sustancia que se encuentra en las plantas. La fibra vegetal, el tipo que usted come, se encuentra en las frutas, las verduras y los granos. Su cuerpo no puede digerir la fibra, así que esta pasa a través de los intestinos rápidamente", explica el portal web Medline, una publicación de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos. "Esta sustancia posee un amplio abanico de beneficios para el organismo humano". De hecho, es sabido que uno de sus principales beneficios es la regulación del tránsito intestinal, pero, junto con ello, existen investigaciones que "demuestran que el consumo de fibra se asocia también a la reducción de la mortalidad por enfermedad cardiovascular, respiratoria y cáncer", como señala la Fundación Española del Corazón.
Llegados a este punto, tenemos dos cosas claras: las fibra es buena y procede del mundo vegetal, por lo que cualquier cantidad de fibra que tenga un producto lácteo será siempre añadido de forma artificial. Por tanto, si las fibras son beneficiosas y la leche puede sumar a sus propiedades las de la fibra, una conclusión en principio lógica es que enriquecer la leche con fibra solo puede suponer ventajas.
Ante esta conclusión, sin embargo, encontramos algunos problemas. El primero, que no está del todo claro que el consumo de leche sea tan beneficioso como se ha nos ha hecho creer. De hecho, una creencia generalizada desde hace mucho tiempo es que es aconsejable tomar tres vasos de leche al día. Ello se ha materializado en que muchas personas consumen una importante cantidad de leche díaria, si tenemos en cuenta que tres vasos puede suponer alrededor de un litro. Esta afirmación, sin embargo, ha sido desmentida en diversas ocasiones.
"Es un mito que haya que tomar tres vasos de leche al día. Hay muchos alimentos que tienen calcio. Y, desde luego, tampoco se ha demostrado nunca que los suplementos de calcio sean maravillosos para prevenir las fracturas. La leche no es imprescindible" afirmó el catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra Miguel Ángel Martínez-González en una entrevista con EL ESPAÑOL. "La industria láctea lleva años vendiendo sus productos como emblemáticos de una vida sana. Su interés por la salud de los ciudadanos parece que coincide, curiosamente, con el propio de obtener más beneficios de su negocio". Un interés que, sin duda, es el misma que ha llevado al lanzamiento al mercado de productos enriquecidos con diversas sustancias y complementos, como la fibra.
El segundo problema es la repercusión que este tipo de productos tiene sobre los hábitos alimentarios. "Es mucho mejor tomar la fibra a partir de alimentos de origen vegetal, como son las verduras, las frutas, las legumbres, los cereales integrales o el pan integral que tomar alimentos con fibra añadida", explica el Especialista en Endocrinología y Nutrición Juan Madrid. El motivo es sencillo, ya que consumir fibra a través de alimentos enriquecidos, "inconscientemente nos invita a comer menos vegetales y esto a medio-largo plazo puede producir consecuencias en nuestra salud".
Algo puede resultar muy negativo, en tanto que los alimentos enriquecidos pueden contener una mayor proporción de otros nutrientes o sustancias menos saludables que los que existen en los productos que incorporan fibra de forma natural. Por ejemplo, una manzana grande contiene unos 5 gramos de fibra. Para alcanzar esos 5 gramos con productos enriquecidos se necesitan grandes porciones de productos, con sus correspondientes cantidades de azúcares o grasas saturadas. Esta opinión va en la línea de la defendida por la OCU, cuando afirma que "los alimentos enriquecidos con vitaminas, minerales, ácidos grasos esenciales, fibra y otros nutrientes son un hallazgo para la industria alimentaria, pero su uso entre personas sanas no tiene justificación".
Mejor frutas, verduras y legumbres
Entonces, ¿de dónde obtengo esa fibra alimentaria tan saludable para el organismo? La respuesta es muy sencilla: de las frutas, las verduras y las legumbres, que tienen de forma natural una alta proporción de fibra.
Como recuerda la Fundación Española del Corazón, los expertos aconsejan tomar de forma diaria entre 25 y 30 gramos de fibra, una cantidad a la que es fácil llegar prestando un poco de atención a los alimentos que consumimos, ya se pueden encontrar en diferentes tipos de productos vegetales.
Por una lado, algunos alimentos son un ricos en fibras solubles, que se encuentran, sobre todo, las frutas y verduras, especialmente en manzanas, naranjas, zanahorias, brócoli y cebollas. También en el salvado de avena, cebada, nueces, almendras, avellanas, y legumbres. Por otro lado, otros alimentos, como la parte externa de semillas (granos, salvado de trigo, maíz, cereales integrales, etc), así como en las pieles de las manzanas y peras y en la parte blanca de las frutas cítricas y legumbres, aportan fibras insolubles.
Como vemos, son muchos y muy variados los alimentos que de forma natural y sin necesidad de añadidos artificiales pueden proveernos de la cantidad necesaria de fibra. Solo hay que escoger los que más nos gusten y disfrutarlos de una forma sana y natural, sin añadidos artificiales.