Las grasas están viviendo un nuevo período dentro de la nutrición. Si antes se las relacionaba directamente con la ganancia de peso y la posibilidad de sufrir enfermedades cardíacas, ahora sabemos que no todas son así. Los ácidos grasos pueden ser de dos tipos: saturados o insaturados. El primer tipo de grasa debe ser evitada cuando se encuentra en un alimento en abundancia porque, tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, es "la materia prima con la que el hígado produce el colesterol".
Con las insaturadas pasa lo contrario. La ingesta de este tipo de componentes se relaciona con ciertos beneficios para la salud cardiovascular. Los ácidos de este grupo pueden ser monoinsaturados y poliinsaturados. Los ácidos grasos omega-3, que pertenecen al grupo de los poliinsaturados, son una de las sustancias que, por sus beneficios, han contribuido a mejorar la fama de las grasas.
"Los ácidos omega-3 actúan disminuyendo el nivel de triglicéridos, mejorando la función endotelial, disminuyendo la inflamación y el riesgo de trombosis", explica la Sociedad Española de Cardiología (SEC) en su página web. Es decir, se trata de un componente que mejora la salud cardiovascular. A pesar de que siempre se ha relacionado el ácido omega-3 con los pescados azules y, fundamentalmente, con el salmón. Este pescado contiene, por cada 100 gramos, 1,64 gramos de omega-3 y, por tanto, no es el alimento con una mayor proporción de estas grasas.