Mercadona: el bulo del fiambre de pavo que ha llegado a cientos de personas
Una publicación de un grupo 'quimiofóbico' de Facebook apunta que el consumo de este producto no es seguro desde el punto de vista sanitario.
3 octubre, 2019 03:52Noticias relacionadas
Los bulos relacionados con la alimentación campan a sus anchas por la red. Son muchos los factores que favorecen la propagación de estas falsas creencias pero, sin duda, uno de los que más influye es la quimiofobia. Ya saben, el miedo irracional que existe hacia determinados ingredientes o procesos químicos utilizados en la industria alimentaria y que tiene a los aditivos en su punto de mira. Basta con poner en Google el nombre de alguno de ellos para que aparezcan cientos de páginas alertando sobre las terribles consecuencias para la salud que supuestamente tiene su ingesta.
En realidad, los aditivos son compuestos utilizados para mejorar las características de un producto, bien sea para que se conserven de forma segura durante más tiempo o para favorecer sus propiedades organolépticas. Según todos los expertos, todas estas sustancias han sido evaluadas y estudiadas para garantizar que no puedan provocar ningún problema de salud pública a los consumidores.
Mercadona, tal vez debido a su gran cuota de mercado, es una de las grandes superficies que en los últimos tiempos se está enfrentando a una mayor cantidad de bulos. Uno de los últimos en llegar a cientos de personas a través de Facebook apunta que el fiambre de pechuga de pavo adobada que comercializa el supermercado contiene aditivos "muy peligrosos", que pueden producir "alteraciones inmunológicas" o que "pueden provocar cáncer", entre otros problemas. En concreto, los aditivos señalados son la cochinilla o ácido carmínico (E-120), los carragenanos (E-407) y el nitrito sódico.
¿Realmente no son seguros?
Pero vayamos por partes. Tal y como contamos hace apenas una semana con otro bulo surgido de este mismo grupo conspiranoico, la carragenina es un espesante natural ampliamente utilizado en la industria cuya seguridad está garantizada. Pues bien, según este grupo, este aditivo "puede ser cancerígeno (aumentar el riesgo de tumores de colon y recto), producir alteraciones inmunológicas, problemas de hígado, úlceras de estómago".
La realidad es que un panel de expertos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) volvió a evaluar la seguridad de este compuesto hace apenas un año. En las conclusiones del informe se puede leer: "No se han detectado efectos adversos en estudios de toxicidad crónica en ratas de hasta 7,5 mg/kg por día, la dosis más alta probada". Además, los expertos de la EFSA también señalan que tampoco hubo "preocupación" en lo relacionado a la carcinogenicidad de esta sustancia.
En el post, además, también se asegura que "no se ha establecido una dosis exacta segura". Se trata de otra falacia ya que todos los aditivos que utiliza la industria alimentaria son seguros en las dosis a las que se exponen los consumidores (salvo que estos tengan algún tipo de alergia o enfermedad en concreto).
La cochinilla o ácido carmínico (E-120) es el segundo de los tres aditivos señalados en el grupo de Facebook Tú decides. Según esta publicación, este componente podría estar relacionado con el asma. Además, según apuntan, en "pruebas de laboratorio con algunos roedores se ha constatado una merma importante en su desarrollo y crecimiento y, en experimentos con conejos, se ha podido apreciar cómo aumentaba sus bazos".
Tal y como explicó Miguel Ángel Granado, especialista en seguridad alimentaria, a este mismo medio, la mala fama persigue a este colorante elaborado con cochinillas desde los tiempos de Maricastaña. Ya en los años 70 ya se lanzó la idea de que provocaba hiperactividad en los niños. "Los estudios científicos nunca han podido corroborar esta tesis y han revelado que no existe relación directa entre el consumo de colorantes y problemas del comportamiento", explicaba el experto, que también desmentía que su consumo a través de los alimentos estuviese relacionado con el asma.
¿Y los nitritos qué?
Por último, la publicación vuelve a señalar al nitrito de sodio como potencial carcinógeno. Lo cierto es que este conservante, que se utiliza de forma habitual en carnes procesadas y pescados, ha estado siempre rodeado de polémica. Es cierto que los nitritos pueden provocar que se desarrollen en nuestro organismo nitrosaminas y nitrosamidas, "sustancias que han demostrado tener efectos cancerígenos", dice la Agencia Española de Consumo y Seguridad Alimentaria.
Sin embargo, tal y como explica este mismo organismo, "tanto el JECFA (Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios) como la EFSA han evaluado el riesgo del consumo de nitratos para la salud humana, estableciendo un mismo valor de referencia toxicológico: Ingesta Diaria Admisible (IDA) de 3,7 mg/kg p.c". Este nivel difícilmente puede alcanzarse con el consumo de unas lonchas de fiambre de pavo. Además, según apuntó Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los alimentos, la EFSA también reevaluó la peligrosidad de los nitritos hace un par de años y concluyó que eran seguros a los niveles a los que estamos expuestos.
Conviene tener claro que, tal y como apuntó la OMS en su conocidísimo informe de 2015 (recientemente puesto en duda por otro importante estudio), las carnes procesadas son cancerígenas. Pero tal y como indicaba el citado informe, este consumo ha de ser continuado durante años y no está relacionado con la seguridad o no de un determinado producto, que está garantizada por numerosos controles. De hecho, que un determinado producto como el fiambre de pavo contenga uno u otro compuesto no lo convierte en poco fiable desde el punto de vista sanitario. Más bien, todo lo contrario, ya que la legislación sólo permite utilizar estas sustancias única y exclusivamente cuando haya una necesidad tecnológica (dar color, endulzar, o preservar los alimentos) que no se haya podido utilizar por otros medios.