El pan blanco fue un alimento fundamental en épocas de carestía. Lo explicaba el dietista-nutricionista Aitor Sánchez hace algún tiempo en otro artículo publicado en EL ESPAÑOL. "En una época de guerra, el consumo de pan blanco podría estar justificado. Las harinas permitían almacenar un alimento energético durante meses. Pero ahora, en un contexto en el que es tan fácil encontrar alimentos sanos y con un aporte similar de nutrientes, resulta injustificado que siga en la base".
Miguel Ángel Martínez-González, epidemiólogo y catedrático de la Universidad de Navarra, califica el pan blanco como una “bomba para la salud de aquellas personas que tienen sobrepeso y obesidad”. Tal y como explicó el investigador, el pan blanco actual, que se elabora con harinas refinadas y no incluye el grano entero, produce grandes picos de glucemia que acaban provocando un sobreesfuerzo en el páncreas. Esto puede acabar provocando una diabetes u otros problemas de tipo cardiovascular.
¿Hay alguna tipo de pan que merezca la pena desde el punto de vista de la salud? Sí, el pan integral, que tiene un alto contenido en fibra y que ha de estar elaborado al menos en un 75% con harina integral.