Que la correcta hidratación es básica para la salud es algo de sobra conocido, como lo es que eso no se traduce en el tradicional consejo de beber dos litros de agua al día, un mito desmentido una y mil veces por la ciencia.
Sin embargo, cada vez se definen con más exactitud los efectos de una hidratación incorrecta. Hasta ahora, se conocía que no beber suficiente agua podría hacer sentir a una persona perezosa y con dolor de cabeza, pero un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Penn State University desvela que los efectos pueden ir mucho más allá, sobre todo en personas mayores.
Los investigadores evaluaron si los niveles de hidratación y de ingesta de agua en un grupo de personas mayores influían en los resultados que obtenían en una serie de test que evaluaban su función congnitiva. Lo que demostraron es que niveles de hidratación más bajos se asociaban con puntuaciones más bajas en una prueba diseñada para medir la velocidad motora, la atención sostenida y la memoria funcional.
Eso sí, dicha asociación se observó en mujeres, pero no en hombres. El trabajo, que ha sido publicado en la revista European Journal of Nutrition, da claves sobre cómo la hidratación y los hábitos de consumo de agua se relacionan con la función cognitiva en las personas mayores.
"Esto es importante porque la gente mayor sufre de por sí un mayor riesgo de deterioro cognitivo, por el mero hecho de ser mayores y a menudo son menos proclives a seguir las recomendaciones diarias de ingesta de agua", explica Hilary Bethancourt, primera autora de la investigación.
Pero una de las conclusiones más curiosas del estudio es que ese mismo efecto adverso de la falta de hidratación se observa también con el exceso de hidratación. "Vimos que esto puede ser tan perjudicial para el funcionamiento cognitivo como la deshidratación para estas personas mayores", explica Asher Rosinger, que también dirige el Laboratorios de Agua, Salud y Nutrición de la universidad. El experto resalta, así, que lo mejor para mantener bien la cabeza es mantenerse en el punto justo de hidratación.
Según los investigadores, la ciencia lleva tiempo sospechando que la deshidratación podría tener un efecto en el funcionamiento cognitivo. Sin embargo, los estudios previos se habían centrado en gente joven y sana que está deshidratada después de hacer ejercicio o haber pasado mucho calor.
Bethancourt señala que como las altas temperaturas y el cansancio por ejercicio tienen sus propios efectos en la función cognitiva, ella y el resto de su equipo decidieron estudiar las consecuencias de la hidratación sobre este parámetros en ausencia de ambas condiciones, especialmente en adultos mayores.
Para este estudio, los investigadores usaron datos de 1.271 mujeres y 1.235 hombres de 60 años o más. Los participantes, a los que se sometió a análisis de sangre, contestaron a un completo cuestionario sobre lo que habían comido y bebido el día anterior. Los médicos calcularon el estatus hídrico basándose en las concentraciones de sodio, potasio, glucosa y nitrógeno ureíco.
Después hicieron los test antes mencionados y los investigadores compararon sus resultados con lo hidratados que estaban, dando lugar a los resultados ya mencionados.