Los veganos comen más que ensaladas. Aunque parezca obvio, ellos aseguran que es la opción que más se les ofrece cuando se sientan a la mesa. Estas fiestas navideñas, si quieren degustar un plato elaborado, más allá de unas hojas de lechuga con quinoa, probablemente tendrán que sacar el delantal para preparar su cena, libre de productos de origen animal, antes de ir a la casa de los tíos o de los abuelos. En general, según cuentan aquellos a los que ha entrevistado EL ESPAÑOL, en las mesas de Navidad no hay sitio para los que no comen ni carne ni pescado.
Para Raquel M., de 26 años, estas han sido sus primeras Navidades vegetarianas. Lo ha tenido un poco más fácil que los veganos, porque su dieta acepta el consumo de leche, huevos o queso, pero eso no implica que se haya sentido integrada. En la casa de sus padres, el menú oficial esta Nochebuena ha sido lubina al horno y abundantes guarniciones de langostinos. Mientras su familia despiezaba los crustáceos y apilaba las cabezas, patitas y colas en montañas de restos, Raquel se contentaba con un paté de almendras y aceitunas negras que ella misma había preparado horas antes. Su plato fuerte: pasta fresca con salsa de queso parmesano y empanadillas de pisto con soja texturizada.
"Por suerte no he sufrido críticas familiares", cuenta satisfecha esta bióloga madrileña, aunque reconoce que se ha librado porque estuvo en petit comité con sus padres y su hermana. Pero, ¿cómo se justifica el esfuerzo? Para ella, eliminar la carne de su dieta no busca únicamente evitar el maltrato animal, quizás la razón más obvia del vegetarianismo y del veganismo, sino también reducir el impacto ambiental de los hábitos de consumo, tanto alimenticios como de toda índole, una cuestión urgente en el contexto de cambio climático que enfrenta el planeta.
Dieta sostenible
"La producción de carne a nivel industrial genera un impacto ambiental enorme, pero la solución no es dejar de comer carne y ya, la industria agrícola también destruye el suelo con los monocultivos, por eso lo que yo pretendo hacer es una dieta consciente, consumir productos de cercanía con una menor huella de carbono", explica. Un forma de consumo que también recomiendan los científicos. Según un reciente informe del grupo intergubernamental de expertos en cambio climático (IPCC) que asesora a la ONU, "las dietas equilibradas basadas en alimentos de origen vegetal (como cereales secundarios, legumbres, frutas y verduras) y alimentos de origen animal producidos de forma sostenible, en sistemas que generan pocas emisiones", ayudan a combatir el calentamiento global.
A esta idea de llevar una dieta más sostenible se suma Paula Rodríguez Polo, psicóloga de 23 años. Esta joven madrileña lleva ya cinco Navidades sin comer carne y, aunque su familia con el tiempo ha ido adaptando los platos, la primera apenas pudo cenar unos entrantes y postre. Pero esta Nochebuena sus tíos la sorprendieron muchísimo con una empanada de calabaza asada y nueces y una quiche de queso de cabra y huevo de segundo. "Con mi abuela tuve un episodio curioso. En una comida familiar se esforzó un montón en hacer un plato para mí y llegó a la conclusión de que una ensaladilla rusa con atún de lata era una buena opción vegetariana", recuerda entre risas.
Para sumar fuerzas, el argentino Jason Desimone, de 20 años, se reúne en Nochevieja con amigos veganos en "una mesa libre de crueldad animal". "El ambiente es otro completamente", cuenta. Pero cuando le toca sentarse a cenar con su familia omnívora, no lleva bien eso de tener delante un pollo o un cerdo entero. Estas fiestas veganizó un plato típico argentino a base de carne a la parrilla. En su caso lo hizo con seitán, salsa de tomate y queso de papa. "Siempre me tengo que cocinar mi propia comida y en las fiestas más todavía, ya que hay carne sí o sí", explica. Cuando se pone frente a los fogones intenta hacer comida de sobra, que sirva de caballo de Troya, para que su madre vea que se puede comer muy rico sin productos de origen animal.
Estos jóvenes coinciden en que la forma de comer es una revolución más. Consideran que su posición, desde el veganismo y el vegetarianismo, es la mejor forma de demandar un modelo de producción y de consumo más respetuoso con el medio ambiente y los animales. Por eso, más allá de la Navidad, su activismo es el día a día. "Hay frustraciones cuando la gente no te quiere escuchar o se encierra en su pensamiento, pero son cosas que uno asume y hay que adaptarse para no terminar aislado, ni frustrado. Cambiar el paradigma es difícil", valora Jason.