El pianista británico James Rhodes es un enamorado de nuestro país. Precisamente, buena parte de los mensajes que publica en su Twitter están dedicados a hacernos la pelota. Le encanta nuestra hora del aperitivo, nuestra siesta, nuestra simpatía... Tanta es la devoción por nosotros que en la foto de perfil se le puede ver ataviado con gorra, bufanda y camiseta del Real Betis Balompié.
Este jueves, sin embargo, la estrella de Twitter ha encontrado algo que no le ha gustado nada. La hora de comer le ha pillado en pleno trayecto en tren hacia Girona —ciudad en la que actuará este viernes— y ha querido compartir los manjares que le han servido en su red social predilecta. Ensalada de garbanzos con de todo: pimientos, aceitunas, pepino y dos tomates cherry, uno de ellos, con un aspecto sospechoso.
La verdura en cuestión presenta un color más claro y menos turgente que el otro tomate, de aspecto saludable. Sin embargo, lo que destaca en mayor medida era la fina pelusa blanca que poblaba buena parte del alimento. Los seguidores del inglés no se hicieron esperar para comentar; algunos en serio y, la mayoría, bromeando: "Donde hay pelo, hay alegría", "Palante, aquí nos comemos el queso con gusanos".
Bromas aparte, lo más sensato es dejarnos guiar por esa sensación de asco que nos embarga al contemplar un alimento infectado y evitarlo. Muchos usuarios de Twitter han avisado a los expertos en seguridad alimentaria más activos de la red social en España: Miguel Ángel Lurueña y Gemma del Caño, que le han sugerido que pida la hoja de reclamaciones tras llevarse las manos a la cabeza.
Lurueña ha vuelto a recordar que la presencia de esta fina pelusa no es un asunto baladí, sino que, por el contrario, puede ser la fuente de toxinas peligrosas para nuestra salud. A finales del pasado mes de diciembre publicaba un tuit con una información similar. Si encontramos un fruto seco con esta capa sospechosa debemos tirarlo directamente a la basura porque es muy difícil eliminar esta infección.
Eso sí, dejando al lado el tema del tomate contaminado y potencialmente peligroso, Lurueña ha advertido a Rhodes con humor: "De todos modos, deberías darte con un canto en los dientes por haber encontrado comida medianamente saludable en un tren". Los menú servidos en los transportes no son, precisamente, uno de los aspectos más destacados de sus servicios, como también pasa en colegios, residencias e, incluso, en hospitales.
Moho y micotoxinas
Pero, ¿qué es exactamente esa pelusa? Lurueña ha explicado que se trata de una infección causada por mohos. En este artículo de EL ESPAÑOL se destaca que varias instituciones sanitarias como la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan) coinciden en que los alimentos portadores de ellos deben ser desechados.
Pero no por el moho en sí, sino por las micotoxinas que liberan y que pueden contaminar el alimento al completo y no sólo la región en la que se extienden. Las micotoxinas son una serie de químicos venenosos que se producen de forma natural por el metabolismo de ciertos hongos y que proliferan a cierta temperatura y humedad. La Aecosan advierte de que estas sustancias "pueden causar diversos efectos adversos como la inducción del cáncer y mutagenicidad, así como problemas en el metabolismo de los estrógenos, gastrointestinales o en el riñón". Otras micotoxinas, simplemente, deprimen el sistema inmunológico y, de esta manera, facilitan las infecciones.
Una de las toxinas más peligrosas es la aflatoxina, una toxina que suelen generar los hongos de la especie Aspergillus. Este tipo de hongo es uno de los más comunes y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la toxina que produce es la responsable de la destrucción de más del 25% de los cultivos de todo el mundo. Los efectos tóxicos de esta sustancia pueden ser mortales para el ganado y los seres humanos.
Como se ha explicado anteriormente, aunque lo más probable es que los tóxicos se sitúen alrededor del área que ocupa la pelusa, las micotoxinas pueden llegar a invadir el alimento al completo. Por esta razón, es importante que, ante una situación como la que ha vivido James Rhodes, desechemos el alimento al completo.
Los hongos en los alimentos no siempre son dañinos. Es el caso del queso de Cabrales, que se madura en ambientes de temperatura y humedad controladas para que se desarrolle en él el hongo Penicillium. Las regiones en las que se encuentra son fácilmente reconocibles por tener aspecto de vetas azuladas o verdosas. En estos casos, el consumo de estos hongos es seguro.