Hay pocas cosas que sean tan cotidianas pero en las que nos fijemos menos. El código de barras acompaña a cualquier producto envasado, pero no le hacemos mucho caso porque no va con nosotros: identifica el producto en la caja y sirve para que nos cobren. Ya está. Pero si le dedicásemos unos segundos a esa sucesión de líneas de diferente grosor, espacios en blanco y números obtendríamos cierta información sobre lo que estamos comprando, que nunca está de más.
En realidad hay varios tipos de códigos de barras, pero en nuestro entorno se utiliza el sistema European Article Number (EAN), también llamado International Article Number (IAN), y que gestiona una organización mundial llamada GS1, con sede en Bruselas, que incluye a más de un centenar de países.
El código EAN más utilizado es el EAN13, llamado así porque incluye 13 dígitos, cada uno con su función. Los dos o tres primeros sirven para indicar el país que otorga el código, pero esto no significa que sea el país de origen del producto, ya que hace referencia a su comercialización (el de España es el 84). Los cuatro o cinco números siguientes son el código de empresa; técnicamente, identifican al propietario de la marca, cuyo número es asignado por la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC). Los cinco dígitos siguientes son el código del producto.
En total, la referencia al país, la empresa y el producto suman 12 números. El decimotercero es el llamado dígito de control. Para calcularlo, se suman los dígitos anteriores impares y se multiplican por tres, se suman los pares, se busca la decena superior y se le resta el resultado obtenido. De esta forma se garantiza que toda la numeración está bien y que cada producto lleva un código distinto.
La configuración de las barras, con diferentes grosores y espacios equivale a los números que tiene el código por debajo, por eso se puede leer automáticamente o, en caso de que haya algún problema, se pueden introducir los dígitos de forma manual.
Según explica Gemma del Caño, experta en calidad de la industria alimentaria, el código EAN13 se puede solicitar online, pero hay que tener cuidado porque no todos los sitios que lo facilitan son fiables. Es necesario comprobar que la empresa que ofrece ese servicio cumple el estándar GS1.
En la práctica, aunque para el consumidor todo esto sea irrelevante, el código almacena mucha información que la tecnología permite leer en un instante y que hoy en día es indispensable en cuestión de logística.
Además, de esta forma todo lo que se compra y se vende al por menor está controlado, incluyendo las ventas y el stock de cada tienda. Nada llega a un establecimiento sin su código de barras, aunque también hay artículos para los que los supermercados tienen sus propios códigos, por ejemplo, cuando compramos fruta.
Una versión resumida
No obstante, si nos fijamos en algunos productos, no siempre aparece un código de barras de 13 dígitos. También existe una versión resumida, que es el EAN8. Generalmente, se utiliza para artículos de pequeño tamaño que se venden sueltos.
De esta forma, se ahorra espacio, aunque se pierde algo de información. En concreto, los ocho números se emplean para identificar el país y el producto y añadir el dígito de control. No es toda la información, pero resulta igual de práctico.
Además, en otros países existen otros formatos. En Estados Unidos y Canadá se utiliza el UPC, de manera que no es raro que nos lleguen productos con este sistema. En este caso, se trata de 12 dígitos que básicamente ofrecen una información muy similar prescindiendo del país.