Cuenta Virginia Gómez que a ella la nutrición nunca le entusiasmó demasiado "más allá de la bioquímica y de alguna asignatura que ni siquiera estaba relacionada con ella". En aquellos años en la Universidad de Valencia, lo que realmente le estimulaba era el activismo político y meterse "en todos los fregaos habidos y por haber". Paradojas del destino, años después, ese carácter reaccionario le ha servido para encauzar su carrera profesional y pelear contra la desinformación y las malas prácticas de la industria alimentaria.
Virginia Gómez, más conocida como 'Dietista Enfurecida', es desde hace tiempo una de las nutricionistas y divulgadoras más conocidas del panorama nacional. Su alias en las redes sociales ilustra y da nombre ahora a su primer libro, que publica con Zenith. Un manual éste con el que pretende desmontar las mentiras que nos hemos creído siempre y cuyo objetivo, dice, es "empoderarnos para no dejarnos engañar" por una cantidad ingente de productos y dietas con presuntas propiedades milagrosas. En su portada, una guindilla prendida. Toda una declaración de intenciones.
-Dices que "vivimos un momento de sobreinformación que es en realidad desinformación".
El problema es que gracias a internet y a las redes sociales tenemos acceso a muchísima información: alguna buena y otra no tan buena. Y también depende de cómo se lo tome la gente, porque hay quien tiende a tener comportamientos mucho más controladores con la comida. Hay personas que tienden a hacerlo todo de forma muy cuadriculada y esto puede ser un problema y derivar en problemas como la ortorexia. Pero en general se puede decir que esto nos está ayudando. Al final las redes sociales han sido nuestro altavoz para poder promover una alimentación saludable. Es inevitable que siempre haya gente que lo lleva todo al extremo, pero en términos generales es positivo.
-Es cierto que ésta es una época en la que los alimentos son más seguros que nunca. Sin embargo, también existe una amplísima y mayor variedad de alimentos insanos. Es una terrible paradoja.
Sí. Son dos cosas que pueden ir por separado. Tenemos a McDonald’s, por ejemplo, que es una compañía que tiene la Q de calidad y que aplica unos controles rigurosos a sus productos para que no haya ningún riesgo de contaminación. Pero eso es una cosa y que el alimento sea bueno o recomendable, otra totalmente distinta. No tiene nada que ver. Al final es la ley de la oferta y la demanda: si el consumidor compra mierda, la industria ofrece mierda. Así es como funcionamos.
-¿Nuestros abuelos comían mejor que nosotros?
Sí, comían mucho mejor que nosotros incluso aunque tomaran más carne procesada. Y comían mejor porque el 90% de los ultraprocesados que hay ahora no existían. Tenías la fruta, la verdura… De hecho, no ya mis abuelos, ni siquiera mis padres tenían cereales de desayuno. Lo más ultraprocesado que veías era el pan, que era blanco, o el arroz, que también era blanco. No se llevaba lo del pan integral. Pero comían mejor porque no tenían Glovo, ni Just Eat, ni McDonald’s, ni nada por el estilo. Tenían un tienda de ultramarinos y gracias. Y era el no va a más.
-También de nuestras abuelas, y del refranero popular, hemos heredado toda una serie de dichos tipo “desayuna como un rey y cena como un mendigo”.
En España se la ha dado tradicionalmente mucha importancia al desayuno, pero luego te encuentras con gente que no toma nada hasta las 12. Al final, lo que importa es que lo que comas a lo largo del día sea bueno. Si no quieres desayunar, no desayunes, y si tu hijo no quiere desayunar, deja de 'embutirle' la leche con galletas y que no desayune, ya almorzará, que ningún niño se muere de hambre aquí.
-¿Cuáles son las principales causas que han provocado la epidemia de sobrepeso y obesidad que tenemos España?
Hay varios factores. Primero, la excesiva disponibilidad y lo baratos que son los alimentos insanos. Comer sano no tiene por qué ser caro, pero es que comer mal es muy, muy barato, está muy disponible y además es algo que nosotros utilizamos como un aliviante. Es algo que nos resulta placentero. Y eso es una batalla perdida. Entonces, o tienes una muy buena educación alimentaria… ¿Pero quién da esta educación? Nadie. No hay dietistas-nutricionistas en sanidad pública. ¿Y quién da la información nutricional? La industria, que quiere que comas sus productos. Así es muy complicado.
-¿Habría que prohibir los alimentos ultraprocesados?
Más que prohibir, lo que habría que hacer es gravar los alimentos ultraprocesados y quitar los impuestos de alimentos como frutas, verduras, legumbres o frutos secos. Si queremos favorecer que la gente los consuma, hay que rebajar el precio. No puede ser que la comida insana sea tan barata. Así lo que estamos haciendo es promover su consumo. Al final no todo es un tema económico, pero es cierto que cuando no llegas a fin de mes, no estás pensando en comprar nueces.
-Los nutricionistas sois vistos por una parte de la sociedad como una suerte de ogros que no te dejan disfrutar de la vida.
Es cierto que tenemos una parte muy impopular. Pero es que una cosa es el consejo que damos como profesionales de la salud y otra cosa que tú nos tengas que hacer caso el 100% de las veces. Nosotros no podemos recomendar alcohol, ni siquiera una copa de vino. Otra cosa es que tú salgas a cenar un sábado con tu pareja y te pidas una copa de vino. Claro que sí. Pero en una planificación dietética no podemos recomendar una copa de vino, del mismo modo que no te podemos poner bollería. A la gente le cuesta distinguir el consejo teórico del consejo práctico. Es decir, yo no te puedo recomendar tomar una copa de vino, como no te puedo recomendar que sobrepases la velocidad máxima permitida, pero luego en tu vida haz lo que quieras.
-"Es que uno ya no puede ni tomarse una cervecita". ¿Podemos?
Sí, te la puedes tomar. Y puedes fumar, y puedes drogarte si quieres. Es como si un médico te dijera: "Por que te tomes una raya de coca no va a pasar nada". Es posible, pero un profesional de la salud no puede recomendarte que tomes cocaína. Nosotros nos limitamos a dar la información y tú puedes cogerla toda, una parte, o la mitad.
-Dices que la fuerza de voluntad es una mentira como un catedral. ¿Por qué?
Muchas veces utilizamos la fuerza de voluntad como excusa. "No puedo hacer dieta porque no tengo fuerza de voluntad". Como si fuera una energía cósmica que emana de nosotros y que nos tiene que resolver la vida. Es como si comparamos a una influencer millonaria que tiene su entrenador personal, su cocinero personal, no trabaja, puede dormir 12 horas y no tiene hijos con una mujer que cobra el salario mínimo, trabaja 12 horas a tiempo partido y tiene dos hijos. Claro, ¿vamos a decirle a la segunda mujer que no tiene fuerza de voluntad? Esto es injusto. Es más importante ser consciente de las limitaciones que tiene cada uno por el contexto en el que vive.
-Uno de los casos más paradigmáticos de alimento saludable pervertido por la industria es el del yogur. ¿En qué momento decidió la industria echarle azúcar a un alimento que era sano?
Supongo que en el momento en el que se dieron cuenta que con azúcar estaba más bueno y la gente lo comía más. Como le des un yogur natural a un niño que está acostumbrado a los yogures con azúcar, no se lo va a comer.
-Es la pescadilla que se muerde la cola. Primero se pervierte un alimento saludable y luego se crean los yogures 0%, los 0%0%, y los triple zero. ¿Son más sanos que los naturales?
No, no lo son. De hecho, nosotros solemos recomendar yogur natural. Y recomendamos yogur natural porque no hay yogures de sabores sin azúcar o sin edulcorantes. Y claro, no podemos promover el consumo de alimentos que tiene azúcares añadidos o que lleva tal cantidad de edulcorantes que están más dulces incluso que los que llevan azúcar.
-El gimnasio es uno de los lugares en los que se esconden más mitos. Dices que beberse un batido de proteínas después del entrenamiento es tan absurdo como tomarse un zumo rápido porque se le van las proteínas.
La digestión de las proteínas es bastante más larga que las de los azúcares. Un corredor de maratón toma geles de glucosa porque al momento te da energía. Esto no pasa con la proteína porque son moléculas más complejas y más grandes, compuestas por aminoácidos. Primero tienen que llegar al estómago, luego tienen que dividirse, tiene que empezar la digestión, tiene que absorberse, tiene que llegar hasta el hígado… Y cuando esta proteína está disponible, tú ya estás durmiendo. Es más importante que todos los días consumas suficiente cantidad de proteína, que por otro lado es bastante fácil, antes de que te la tomes corriendo nada más salgas de entrenar.
-Hablando de proteínas en los gimnasios y de las dietas en general, hay un mantra, el binomio lechuga-pechuga, del que no se sale nadie que quiere adelgazar. ¿Hay vida más allá de la pechuga de pollo?
Sí, y si no la hay prefiero morirme. Es como que tiene que ser todo supermagro, todo verdura y proteína magra. Y claro, ahí no hay aportes de grasa ni de hidratos, y yo prefiero la muerte, la verdad (bromea).
-¿Podemos adelgazar incluyendo en una dieta alimentos grasos?
Claro que se puede. De hecho, ahora está muy de moda la dieta cetogénica, en la que la mayor parte de energía te la aportan las grasas. Y con la dieta cetogénica puedes adelgazar. Tiene sus pros y sus contras, pero ahí la tienes. Realmente lo importante es que puedas crear un déficit calórico, que gastes lo suficiente porque hagas deporte, a ser posible de fuerza, y que no te vengas arriba con las cantidades. Porque tú puedes hacer mucho deporte, pero como te vengas arriba con las cantidades, la cosa se puede quedar en tablas.
-Actualmente vivimos también vivimos un boom 'veggie' un poco perverso. Nos cuelan productos vegetales que no son saludables.
Hace 30 años te hacías vegana y estabas casi obligada a comer bien porque no había alternativa. La bebida vegetal te la tenías que hacer tú. Ahora tienes bebidas vegetales, con azúcar, sin azúcar, con café, sin café, con chocolate. ¿Hamburguesas vegetales? Todas las que quieras. Habiendo tanta disponibilidad, los problemas de los vegetarianos de hoy son los mismos que los de los omnívoros: un exceso de alimentos ultraprocesados, el sedentarismo y la mala información.
-¿Nos podemos fiar de un nutricionista que pertenece a una fundación cuyos promotores son Coca Cola, McDonald's o Telepizza?
Yo no me fiaría. Cuando ves que hay asociaciones que ponen su sello a un Bollycao... Para mí no tienen ningún tipo de credibilidad por muy científicos que sean. Se pagan científicos todos los días.
-¿Los alimentos con aditivos son peligrosos?
Hay muchos tipos de aditivos. De hecho, la vitamina C se puede utilizar como aditivo y en la vida se nos ocurriría decir que es mala. Luego hay aditivos un poco más dudosos como la tartracina. Es muy atrevido hacer una afirmación sobre todos porque cada uno es de su padre y de su madre y se utiliza para una cosa distinta. A nosotros nos gusta decir que es verdad que todos los aditivos son seguros, pero que sean seguros no significa que sean totalmente inocuos. De todas formas, la sociedad tiene problemas infinitamente mayores que los aditivos. ¿Qué estamos haciendo preocupándonos de los aditivos con las mierdas que comemos? Son nuestro último problema.
-Los nutricionistas que os posicionáis en las redes de forma tajante estáis también muy expuestos a críticas. ¿Es precioso estar enfurecido para ser un buen divulgador? Lo digo por la beligerancia que se utiliza algunas veces para dar un consejo nutricional.
Yo utilicé el enfurecimiento hace siete años porque por aquel entonces mi visceralidad era mucho mayor. Luego, mi forma de divulgar ha ido cambiando. Yo creo que el hecho de que alguien te hable muy claro llama la atención. Sirve para eso de "lo importante es que hablen de ti aunque sea mal". Pero yo preferiría que no hablasen mal, la verdad. No fue nada premeditado. Yo prefiero hablar claro, ser irónica o sarcástica y utilizar el humor. Hay una frase muy buena que dice algo así como: "Cuando tengas que decir una verdad que joda, mejor dila con humor o te matarán". Pues eso.