Los palitos —o varitas— de merluza han sido protagonistas de las comidas y las cenas de muchos niños durante mucho tiempo. De hecho, hace algunos años se emitía un anuncio en el que el insigne Capitán Pescanova subía a su barco a un pequeño grumete. El objetivo no era otro que pescar en alta mar el mejor pescado para un producto que, además, presumía de tener "todo el fósforo y las vitaminas que tu hijo necesita". Lo cruda realidad es que las varitas de merluza están lejos de ser un alimento recomendable ya que ni siquiera es merluza todo lo que en ellas reluce.
El pescado es un alimento que, pese a sus numerosas bondades, ha sido rechazado por los más pequeños prácticamente desde que el mundo es mundo. Ocurre lo mismo con las verduras o con la fruta. Su sabor, su textura o el hecho de que su carne esté atravesada por espinas, son algunos de los factores que influyen en este rechazo. Por esta razón, algunas marcas lanzan al mercado productos como los nuggets o las propias varitas, que son más atractivos a la vista, tienen un mejor sabor, pero a la misma vez también son más insanos.
"El pretexto de que hay alimentos como el pescado, que no les gustan a los niños, ha sido la puerta perfecta [para la industria] para crear todo tipo de ultraprocesados insanos", confirma el dietista-nutricionista Daniel Ursúa, divulgador tras el blog y el canal de Youtube Nutrihabits. "En el caso de la fruta tenemos los zumos (que no son fruta, pero pretenden hacernos creer que sí); y en el caso del pescado tenemos toda una gama de productos nada saludables, que se venden bajo el paraguas de 'así los niños comen pescado'".
Ocurre con las varitas de merluza o con los nuggets de pollo. Ahora, ¿es mejor que los niños consuman este tipo de productos a que no coman pescado? La respuesta para Ursúa está clara: "Si para comer una pequeña cantidad de pescado un niño tiene que pagar la factura de comer harinas refinadas o grasas de baja calidad, casi es mejor que no lo coma".
¿Qué llevan los palitos de merluza?
Los palitos de merluza son un producto ultracongelado en el que la presencia de pescado queda reducido a un mísero 35%. En el caso de las varitas, algunas marcas alcanzan el 50%. Sin embargo, tal y como explica Ursúa, contienen una lista interminable de ingredientes perjudiciales entre los que se incluyen harinas refinadas de trigo, aceites vegetales como el de girasol, almidón modificado de maíz y azúcar. Toda una ristra de sustancias prescindibles que convierten un alimento con pescado en un perfecto ultraprocesado, con todo lo que ello conlleva. Nada que ver con un filete de merluza o un lenguado.
La cosa no acaba aquí. Según explica Ursúa, este tipo de alimentos acaban desvirtuando el sabor del pescado y "alejamos a los niños de los verdaderos sabores de los alimentos". "Enseñamos a los niños a que el pescado o la carne (en el caso de los nuggets) va rebozada y, además, se suele acompañar de de salsas tipo mayonesa o ketchup. Así es muy difícil que se animen a probar el pescado tal y como es".
Los alimentos rebozados, en los que se utiliza la harina de trigo y que incluyen un alto porcentaje de almidón, traen aparejado otro potencial peligro: la formación de acrilamida. Este compuesto tóxico y potencialmente carcinógeno aparece cuando sometemos algunos productos a procesos de fritura, horneado o tostado a temperaturas elevadas. Ocurre cuando nos pasamos a la hora de preparar unas tostadas o cuando freímos demasiado unas croquetas, un san jacobo o los propios palitos de merluza.
Por esta razón, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (Aesan) lanzó una campaña para evitar una sobreexposición a esta sustancia. La agencia, basándose en el principio de precaución, recomendaba no freír alimentos como las patatas por encima de 175 grados o no cocinar los alimentos en exceso hasta el punto de dorarlos demasiado. De hecho, el lema que utilizaron era: "Elige dorado, elige salud".
Vale, pero entonces, si queremos que nuestro hijo coma pescado, ¿qué podemos hacer? Por desgracia, no existe una receta universal. "Debemos saber que el ejemplo es un gran aliado y que los gustos son cambiantes, por lo que tampoco debemos obsesionarnos", comenta Ursúa. "Desde luego, la solución no pasa por este tipo de productos, puesto que no estaremos consiguiendo nuestro objetivo. No hay ningún problema si, dentro de unos buenos hábitos, se incluyen ocasionalmente, pero no se pueden entender como la forma de incluir pescado en la dieta", finaliza.