La dieta mediterránea lidera junto a la dieta DASH el ranking elaborado por el portal U.S. News World Reports, avalado por la Universidad de Harvard. Ambas han demostrado un buen rendimiento en diversos ámbitos, tales como la pérdida de peso, la nutrición, su seguridad y la adherencia o facilidad para seguirlas a largo plazo. Sin embargo, la misma dieta no funciona igual de bien para todos: el hecho de poseer ciertas mutaciones, por ejemplo, llega a cancelar los beneficios de comer al estilo mediterráneo.
Pese a las excepciones, la dieta mediterránea no solo ha demostrado su capacidad para aumentar la longevidad, sino también para mejorar la calidad de vida durante el envejecimiento mediante mejoras en la flora intestinal. Ahora, además, un nuevo trabajo también centrado en la esperanza de vida sugiere que hay un ingrediente en particular muy característico de nuestra gastronomía que ayudaría a mitigar las enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
Según los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Minnesota, en base a un trabajo realizado con muestras celulares de laboratorio y publicado recientemente en Molecular Cell, ese ingrediente sería el aceite de oliva. Y es que esta grasa saludable en formato líquido parece tener un gran potencial para influir sobre estas dolencias ligadas a la edad.
En los primeros trabajos centrados en la dieta mediterránea, se sugería que el vino tinto contribuía potencialmente a mejorar la salud de aquellos individuos que la seguían gracias al conocido resveratrol, un polifenol -compuestos vegetales con acción antioxidante- capaz de activar una vía metabólica celular que aumenta su vida útil y previene las enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
Sin embargo, el nuevo estudio dirigido por Doug Mashek, profesor de los Departamentos de Medicina y Bioquímica, Biología Molecular y Biofísica, sugiere que sería la grasa del aceite de oliva la que realmente estaría activando esa vía molecular y no el vino tinto como se pensaba.
Aún así, Mashek y sus colegas destacan que el mero consumo del aceite de oliva no sería suficiente para obtener estos beneficios sobre el aumento de la esperanza de vida y su calidad, sino que debería tomarse en un contexto determinado, combinándolo con periodos de ayuno, restricción calórica y ejercicio físico. Por tanto, el aceite de oliva como tal por sí solo no sería igual de potente que la combinación de todos estos factores de estilo de vida.
Como bien comenta Mashek en un comunicado, realmente el aceite de oliva logra estos efectos tras almacenarse inicialmente en forma de depósitos microscópicos llamados "gotas de lípidos", que posteriormente se deben descomponer durante la realización de ejercicio o durante el ayuno, que será cuando se producirían finalmente los efectos beneficiosos del mismo mediante señalización celular.
Así pues, los siguientes objetivos de estudio de Mashek y sus colegas será reproducir estos resultados en trabajos con seres humanos, con el objetivo de adaptar e individualizar más si cabe la dieta, o incluso fabricar nuevos fármacos que puedan reproducir estos beneficios.