El desayuno es para muchas personas uno de los mayores placeres que existen en el "mundo mundial", que diría Manolito Gafotas. Existen pocas cosas comparables con degustar un buen café con leche, unas tostadas con mermelada, un buen tazón de cereales, unas galletas o un cruasán bien tempranito. Todo a la vez o por separado, en función del hambre del sujeto en cuestión. Sin embargo, este desayuno, típico en muchos hogares españoles desde hace décadas, tiene un problema: no es saludable y favorece el sobrepeso y la obesidad.
La mayoría de productos de desayuno que encontramos en el supermercado (cereales, galletas, magdalenas, bollería, cacao soluble) son ultraprocesados que están cargaditos de azúcar, un ingrediente que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda reducir en los adultos a no más de 25 gramos al día. "Ya, pero es que el cerebro necesita azúcar para funcionar", pueden argumentar los defensores de este tipo de desayunos. "Sí, pero la glucosa se puede obtener de alimentos saludables, que no dañan tu organismo", puedes responder.