El aguacate es, desde hace tiempo, uno de los alimentos de moda en la gastronomía internacional. Se trata de una fruta un tanto peculiar puesto que, a diferencia de la gran mayoría, es especialmente rica en grasas insaturadas. Esto hace que su contenido calórico sea mucho más elevado que el de una manzana o una naranja, por ejemplo. Así, 100 gramos de esta fruta contienen unas 160 kilocalorías, frente a las 47 kilocalorías que contiene una naranja o las 56 de una pera.
Más allá de las numerosas bondades que tiene esta fruta, cuyo consumo puede ayudar a controlar el sobrepeso y la obesidad, tal y como han demostrado distintos estudios científicos, lo cierto es que poca gente es consciente de la importancia de lavar los aguacates antes de pelarlos y manipularlos. El motivo no es otro que intentar garantizar nuestra seguridad alimentaria y evitar que nuestra comida se contamine con distintos patógenos que pueden encontrarse en su piel.
En 2018, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, en sus siglas en inglés) publicó un informe realizado a lo largo de cuatro años. En este estudio, los investigadores analizaron la presencia de bacterias en más de 1.600 aguacates frescos, un 70% de ellos importados, y el 30% restante, cultivados en el país; unos porcentajes proporcionales a la cuota de mercado. Los resultados de esta investigación fueron bastante reveladores.
Por un lado, los investigadores comprobaron que la presencia de Salmonella, el patógeno causante de la salmonelosis, es prácticamente inexistente en esta fruta tropical: apenas el 1% de los aguacates analizados dieron positivo. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con la Listeria, que se encontraba presente en el 18% de las muestras. Esto significa que prácticamente una quinta parte de los aguacates del mercado contenían bacterias perjudiciales en su piel.
El caso es que, tal y como estarás pensando, nadie se come un aguacate con piel. Y es cierto. Sin embargo, es posible contaminar su interior en el momento en que el cuchillo pasa por una zona contaminada al cortar la corteza y acaba hincándose en la pulpa para partirlo en cachitos. Es lo que los especialistas en Seguridad Alimentaria conocen como "contaminación cruzada". Por esta razón, las autoridades sanitarias recomiendan lavar las frutas y verduras siempre (más aún en tiempos de Covid-19)
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), el organismo que se encarga de garantizar el más alto grado de seguridad alimentaria en los alimentos, apunta que "en el medio ambiente (suelo, polvo, agua de riego…) puede haber microorganismos patógenos y elementos químicos que en ocasiones pueden contaminar las frutas y verduras". La Aesan señala además que conviene tener especial cuidado con aquellas que se toman crudas o con piel y que pueden ser manipuladas sin guantes.
Así, el lavado ha de realizarse bajo un chorro de agua del grifo aunque vayan a ser peladas. El organismo aconseja el uso de "cepillos específicos para las superficies de las frutas de cáscara dura (melón, sandía…) o algunas verduras (pepino, calabacín…)". Además, con el objetivo de eliminar restos de plaguicidas, parásitos y demás contaminantes, la Aesan también aconseja utilizar lejía para las frutas con piel como el aguacate. Esta lejía ha de ser "apta para la desinfección de agua de bebida". "Sumérgelas durante cinco minutos en agua potable con una cucharita de postre de lejía (4,5 mililitros por cada tres litros de agua) y después acláralas con abundante agua corriente", finaliza.