Todos conocemos a alguien que presume de comer cuánto quiere sin engordar; aunque es frecuente que la edad y el cambio de hábitos acaben cobrándose los kilos debidos -y con intereses-, otros evitan engordar con el peso de los años sin hacer aparentemente grandes esfuerzos para cuidar su dieta y su forma física. Para desentrañar el secreto de la despreocupada estirpe de los eternos delgados, un grupo de investigadores ha escudriñado una base de datos genéticos proporcionados por más de 47.000 ciudadanos de Estonia para dar con la explicación.
Según sus resultados publicados en la revista Cell, el gen de la 'delgadez perpetua' existe; o por lo menos, un gen que ayuda a que estos individuos mantengan naturalmente un peso metabólicamente sano, dificultando la acumulación de grasa en el cuerpo. El mecanismo por el que lo consigue estaría relacionado con la manera en la que se expresa en el cerebro, regulando el gasto energético del organismo. Así lo han podido comprobar al inactivar este gen en moscas y ratones, haciendo que se volvieran de bajo paso.
"Todos sabemos de quién estamos hablando: de más o menos un 1% de la población, que comen lo que quieren y se mantienen metabólicamente sanos", explica, quizás con un punto de resentimiento, Josef Penninger, director del Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) y autor senior del trabajo. "Se dan atracones, no se pasan el día haciendo sentadillas, y pese a todo no engordan. Hoy en día, todo el mundo está estudiando la obesidad y su genética relacionada, así que nos dijimos: eh, ¿por qué no le damos la vuelta y lanzamos un nuevo campo de estudio, la genética de la delgadez?".
El equipo de Penninger recurrió al Biobanco Estonio, que recopila información genética de habitantes de esta república báltica de entre 20 y 44 años, y comparó muestras de ADN y datos clínicos de individuos delgados y sanos con otras personas sin este perfil metabólico, y descubrieron algunas variantes únicas en el gen ALK. Ya era conocido como un 'oncogen', relacionado con el crecimiento de tumores y susceptible de mutar en varios tipos de cáncer. Ahora, según los resultados de este estudio, el ALK pasaría a considerarse también un gen de la delgadez relacionado con la resistencia al engorde.
Al trabajar con moscas y ratones con el ALK suprimido, descubrieron que los animales se mantenían delgados y resistían la obesidad pese a las dietas ricas en calorías. Además, los ratones modificados tenían un menor peso y menos grasa corporal que los otros pese a que comían lo mismo. Dado que el gen se expresa intensamente en el cerebro, los investigadores apuntan a que podría dar la orden para activar una mayor 'quema' de grasas de procedencia alimentaria para producir energía en lugar de almacenarla como haría un metabolismo convencional.
Los investigadores afirman que la terapia dirigida al gen puede ayudar a los científicos a combatir la obesidad en el futuro. "Si lo piensas, es realista plantear una inhibición del ALK para ver si nos mantiene delgados", expone Penninger. "Ya usamos inhibidores del ALK en tratamientos contra el cáncer porque disponemos de marcadores para dirigirlos, y podríamos intentarlo en el futuro". El equipo también prevé estudiar más en profundidad cómo las neuronas que expresan el gen regulan el cerebro a nivel molecular para equilibrar el metabolismo y fomentar la delgadez.
"Se puede aprender mucho de los biobancos, pero como todo en la vida, no son la respuesta final", concede el investigador. "Son buenos puntos de partida y muy buenos para confirmar los vínculos y las asociaciones con la salud humana". Y en el caso de la base de datos estonia, disponía de un rango de edad "ideal" y una fuerte cohesión de fenotipos, al tener los estonios una gran homogeneidad étnica que facilita las comparativas entre unos y otros. Sin embargo, según explican, la recogida de muestras no responde a un "estándar universal", por lo que ahora deberán recurrir a un meta-análisis con otros bancos.