El azúcar es, desde hace tiempo, uno de los ingredientes habituales que utiliza la industria para que los alimentos tengan un mejor sabor. Así, es más que habitual encontrar azúcares libres en una amplia variedad de productos que, por su naturaleza, no deberían incorporarlos. La Organización Mundial de la Salud lleva años alertando sobre un problema que está directamente relacionado con la epidemia de sobrepeso y obesidad que sufren muchos países y del que se derivan otras enfermedades como la diabetes tipo 2, las enfermedades cardíacas e incluso el cáncer.
La OMS, de hecho, recomienda que la ingesta de azúcares libres tanto en niños como en las personas adultas no supere el 10% de la ingesta total. Si conseguimos reducirla al 5%, se podrían obtener beneficios para la salud. Es decir, en una dieta de 2.000 calorías, menos de 25 gramos de azúcar (algo así como seis terrones). Sin embargo, lo cierto es que es más que habitual que excedamos esa cantidad debido a que hay muchos alimentos que contienen azúcar añadido entre sus ingredientes, incluso sin ser alimentos dulces.