Las personas con colesterol alto deben evitar los carbohidratos y no las grasas saturadas, según ha comprobado un equipo internacional de expertos en enfermedades cardíacas y nutrición, incluidos cinco cardiólogos en un estudio publicado en la revista BMJ Evidence-Based Medicine.
Durante mucho tiempo, diferentes organizaciones, incluida la Asociación Americana del Corazón, han sugerido a las personas con hipercolesterolemia familiar que eviten comer alimentos de origen animal, como carne, huevos y queso,así como el aceite de coco.
Tras revisaron las pautas dietéticas para estos pacientes, los investigadores han asegurado que no han encontrado encontrar ninguna justificación para que los profesionales sanitarios recomienden una dieta baja en grasas saturadas.
"Durante los últimos 80 años a las personas con hipercolesterolemia familiar se les ha dicho que bajaran el colesterol con una dieta baja en grasas saturadas. Nuestro estudio ha mostrado que una dieta más 'saludable para el corazón' es baja en azúcar, pero no en grasas saturadas", han aseverado los expertos.
Por tanto, los investigadores señalan que seguir una dieta baja en carbohidratos es más eficaz para las personas con mayor riesgo de enfermedad cardíaca, como las personas con sobrepeso, hipertensas y diabéticas.
Sus hallazgos son consistentes con otro artículo publicado recientemente en el Journal of the American College of Cardiology, que proporcionó pruebas de que los alimentos que aumentan el azúcar en la sangre, como el pan, las patatas y los dulces deben minimizarse, en lugar de los aceites tropicales y los alimentos de origen animal.
Comidas contra el colesterol
El enfoque diferenciado entre carbohidratos y grasas saturadas no es la única estrategia a seguir en la batalla que se libra contra el colesterol. La fibra juega un papel fundamental: de hecho tanto la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) como la American Heart Association recomiendan un consumo diario de 25 gramos de fibra dietética, que podemos obtener a través de distintas fuentes como son los cereales elaborados con grano entero, las frutas y las verduras o las legumbres, entre otros alimentos.
Según explica en su blog Monique Tello, médica en el Hospital General de Massachusetts e instructora clínica en la Escuela de Medicina de Harvard, los dos tipos de fibra alimentaria que existen son "realmente buenos" para nuestro organismo. Por un lado, la fibra soluble actúa "ralentizando la digestión" y evitando que el azúcar en sangre se dispare. Además, "atrapa las grasas para que no puedan ser absorbidas, lo que reduce los niveles de colesterol".
Por otro lado, la fibra insoluble, que obtenemos a través de granos integrales, legumbres y la mayoría de las verduras, tiene la misión de favorecer en el tránsito intestinal y es la que aporta volumen a las heces. "Tanto la fibra soluble como la insoluble nos hacen sentir llenos, lo que nos ayuda a comer menos", ilustra Tello.
Por otro lado, las comidas vegetales introducen esteroles y estanoles. Estos compuestos son similares en estructura al colesterol pero el cuerpo no puede absorberlos. De esta forma, cuando se consumen ayudan a limitar la cantidad de colesterol que absorbe el intestino, lo que provoca una reducción de los niveles de colesterol en sangre. Los esteroles y estanoles vegetales se encuentran de forma natural en pequeñas cantidades en frutas, verduras y hortalizas, aceites vegetales, nueces y cereales.